Desde su fundación hace cincuenta y un años, la Asociación de Amigos de la Ópera de Madrid ha contribuido de manera decisiva a promover el acceso de los ciudadanos al mundo lírico e impulsar la carrera de los jóvenes talentos españoles. Pese a que su tradicional relación con el Teatro Real no goza hoy de la mejor salud, los aficionados que la componen siguen apostando por su labor, que continúa aportando a la escena madrileña actividades de gran valor, como la Gala que tuvo lugar en el Teatro de La Zarzuela el día 3 de enero.
El programa combinaba la frescura y la pujanza de los artistas jóvenes españoles interpretando números de zarzuela en la primera parte, con páginas del Don Giovanni de Mozart en la segunda, a cargo de artistas consagrados. Junto a todos ellos, se presentaba en Madrid el Coro de Juventudes Musicales de Granada, de recentísima creación y de inequívoca vocación operística, que ya tuvimos ocasión (y el placer) de escuchar en su puesta de largo en Granada. Les acompañaba la Barbieri Symphony Orchestra, dirigida por Rubén Sánchez-Vieco y Oliver Díaz antes y después del descanso, respectivamente.
La gala se abrió con la romanza “Mujeres, mariposillas…” de Los Claveles, en la que el tenor valenciano Néstor Losán rompió el hielo con una interpretación de línea cuidada y elegante. Le siguió una amplia selección de La Canción del Olvido de Serrano. Aquí los protagonistas fueron la soprano extremeña Elena Rey y el barítono granadino Pablo Gálvez, que encarnaron con acierto a Rosina y al Capitán Leonello. Ambos brillaron especialmente en los dos dúos que cantaron juntos: Rey destacó por su facilidad en el agudo y por atacar con acierto un papel algo pesado para su tesitura; Gálvez convenció por la belleza y elegancia de su legato, y por su cuidadísima dicción. El granadino cantó con inteligencia y recibió bravos también tras la romanza “Junto al Puente de la Peña”.
El tenor Román Barceló, un músico comprometido con lo que canta, abordó con finura la romanza de las Hilanderas “Tu amor es una rosa”, siempre con la firma inconfundible de su timbre limpio y metálico. Lástima no haberle podido escuchar más. La mezzo Anna Moroz, por su parte, intervino con “Pensando en la que quiere”, de la zarzuela El Carro del Sol, y recibió el aplauso del público como premio a la calidez de su timbre y a su musicalidad.El joven maestro Sánchez-Vieco acertó en el repertorio de esta primera parte, que daba paso con gracia al Don Giovanni mozartiano, y que cerraba el círculo de un programa equilibrado e interesante entorno al mito del seductor español. Sobre el podio, se mostró inspirado y atento a los cantantes. Sin duda, un profesional con ganas de pisar fuerte en este género.
Con la Barbieri Symphony Orchestra en el foso, la propuesta visual de la Gala de Amigos de la Ópera destacó por su sencillez. Fondo negro para dar total protagonismo a los solistas. La música estaba servida con una honestidad ajena a toda impostación, un espectáculo, en suma, que parecía buscar la esencia de lo lírico.
En la segunda parte, comandada ahora por Oliver Díaz, a la sazón director titular de la Orquesta, fue celebradísima la versión del aria del catálogo de Leporello que ofreció el barítono David Menéndez, plena de intención dramática y recorrido vocal. Su compañero de cuerda David Lagares le dio la réplica con un Masetto creíble y que destacó por la naturalidad en la emisión. Ante la indisposición del Don Giovanni anunciado, el barítono italiano Giorgio Caoduro, que le impidió viajar a Madrid, Pablo Gálvez cantó su parte. Aunque no siempre, pues el propio Oliver Díaz se desmarcó cantando desde el podio algunas frases del personaje, lo que hizo las delicias del público. Evidentemente, la voz de Gálvez no es la óptima para el papel, que exige voces más rocosas y asentadas, pero la intuición y el gusto en el canto que demostró dejó una interpretación que no desmereció el conjunto, salvando una papeleta que pocos cantantes de su generación hubieran superado.
Disfrutamos también de la apasionada Zerlina de Beatriz Lanza; de la expresividad de la mezzo Sandra Ferrandez como Donna Elvira; y de la soprano española de origen búlgaro Svetla Krasteva como Donna Anna, que cantó con expansión y arrojo, demostrando solidez a lo largo de todo el registro, con sus característicos giros tímbricos más típicos de las cantantes eslavas. Su actuación fue acaso el momento más vibrante de esta segunda parte, que se cerró con el Aldeste Fideles del Coro de Ópera del Juventudes Musicales de Granada. Los arreglos de la pieza estaban firmados por Oliver Díaz, que ha creado una versión efectista, inspirada y cálida del himno navideño, que ha sido premiada en el extranjero. El maestro supo imprimir su sello personal, vital y ponderado, ya desde la Obertura de Don Giovanni y solventó con habilidad y oficio el finale Ah dove è il perfido.
Los Amigos de la Ópera de Madrid pueden sentirse satisfechos con el triunfo de una nueva gala lírica en el Teatro de la Zarzuela; y los madrileños agradecidos por la importante labor que realiza la asociación.
Carlos Javier López Sánchez @CarlosJavierLS