Crítica de La Tabernera del Puerto en los Veranos de la Villa: ¡No puede ser, esta zarzuela es buena!

Crítica de La Tabernera del Puerto en los Veranos de la Villa Por Federico Figueroa

Muchos nos alegramos de que la zarzuela esté de vuelta en la programación de Los veranos de la Villa. El año pasado se programó La Corte de Faraón y este es el turno de la muy querida y popular La tabernera del puerto, a la que el musicólogo Javier Suárez-Pajares denomina “la última gran zarzuela de la historia”, en un artículo publicado en 2006.

Escenario previo a la representación de La Tabernera del Puerto en los Veranos de la Villa                    (c) Fernando Tribiño

De lo grande que es esta zarzuela no hay duda, no solo porque se estructura en tres actos, sino porque en ella encontramos todos los ingredientes del teatro lírico español. Cuatro son los cantantes líricos principales, cinco con el adolescente Abel, a los cuales acompañan la pareja de “característicos” y un buen número de actores entre los que destacan los personajes de Ripalda y Verdier. El libro de Romero y Fernández-Shaw construye una comedia lírica con la dosis precisa de costumbrismo regionalista y de opereta,  sin salirse del cauce del romance, mientras que la música de Sorozábal transita de lo lírico (dúo “Marinero, vete a la mar”) a lo dramático (Romanza “No, no, no”) pasando por el sainete, (la bronca que le montan las pescaderas a Marola). Con esta fórmula se comprende fácilmente por qué La tabernera del puerto sigue encandilando al público desde que se estrenara el 6 de abril de 1936 en el Teatro Tívoli de Barcelona.

Ruth Terán (Marola) y Sergio Escobar (Leandro) en La Tabernera del Puerto de los Veranos de la Villa   (c) Fernando Tribiño

La dirección musical de José Antonio Irastorza, al frente de la ORCAM, consiguió dar sentido al engranaje de melodías de altos vuelos y temas de esencia popular que caracteriza a la partitura. Por su parte,  al coro de la Compañía Lírica Amadeo Vives, armado para la ocasión, le faltó recorrido, o quizá ensayos, para sonar empastado. Sin embargo, escénicamente aportó dinamismo, cosa que agradecí.

César San Martín (Juan de Eguía) en La Tabernera del Puerto de los Veranos de la Villa                        (c) Fernando Tribiño

El terceto protagonista, bien seleccionado, cumplió sobradamente con las exigencias escénicas y vocales de sus roles. Ruth Terán convenció como una Marola modosita, con un canto fácil, de impoluta línea y precisa coloratura. César San Martín delineó un Juan de Eguía con sentido dramático, exhibiendo mayor calidad vocal conforme avanzaba la obra. En el Leandro de Sergio Escobar, tenor con potencia y buena entrega, eché en falta matices que redondearan la personalidad del joven enamorado. El bajo Carlos London se encargó del Simpson con oficio y entrega, si bien no tuvo la fortuna de redondear su actuación con un “Despierta, negro” más logrado. Pilar Sánchez interpretó a un creíble Abel y notable resultó el Ripalda de Karmelo Peña. Rafael Álvarez de Luna y Amelia Font, que dieron vida a Chinchorro y a Antigua, lograron destacar dentro de una plana dirección de actores, en exceso esquemática.

Amelia Font (Antigua) en La Tabernera del Puerto de los Veranos de la Villa                                        (c) Fernando Tribiño

La propuesta escénica de Antonio Ramallo se ciñó escrupulosamente al libreto, lo cual es una apuesta segura, aunque en una obra tan representada como esta algunos aficionados echamos en falta un poco más de creatividad. En cuanto a la escenografía, firmada por Carlos Carvalho, habría sido deseable optar por un estética conceptual, dejando la taberna y el café de Ripalda a la imaginación del espectador. La intención de realismo en la taberna del puerto y el café del vapor hacían pensar en la función de fin de curso de un colegio. Las proyecciones de Pako López habrían ganado en vistosidad si se hubieran proyectado sobre un fondo plano en vez de sobre una pared con ojos de buey y ventanas. Y por último, me pregunto si ciertos problemas de sonido, como los pequeños desajustes de la microfonía, y otras cuestiones técnicas, como el bamboleo del proyector por efecto del viento, se podrían haber evitado, pues ya corría la quinta función.

En definitiva, el público  ̶ y yo me incluyo ̶  disfrutamos del espectáculo. Sin embargo, salí con la sensación de que en el patio del Conde-Duque se había invertido mucho más presupuesto en montar tarimas, baños y asientos que en los elementos artísticos de la producción. Con esta última afirmación me gustaría, por tanto, matizar todas las anteriores. Y por cierto, el título «No puede ser, esta zarzuela es buena» hace referencia al hecho de que la afluencia de espectadores ni siquiera alcanzara el 50% del aforo, de lo cual hay que analizar las causas (pandemia, ola de calor, falta de relevo generacional, apoyo decreciente de las instituciones a nuestro género lírico…). Ahí lo dejo.Crítica de La Tabernera del Puerto en los Veranos de la Villa

Ficha artística Crítica de La Tabernera del Puerto en los Veranos de la Villa

11 de agosto de 2021. Madrid. Patio del Centro Cultural Conde-Duque. Veranos de la Villa. Sorozábal: La tabernera del puerto. Ruth Terán (Marola), César San Martín (Juan de Eguía), Sergio Escobar (Leandro), Carlos London (Simpson), Pilar Sánchez (Abel), Amelia Font (Antigua), Rafael Álvarez de Luna (Chinchorro), Karmelo Peña (Ripalda), etc. Coro de la Compañía Lírica Amadeo Vives. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Dirección de escena: Antonio Ramallo. Dirección musical: José Antonio Irastorza.