Crítica de la Tosca de Buenos Aires Lírica

Crítica de la Tosca de Buenos Aires Lírica

La Temporada 2015 de la Compañía Buenos Aires Lírica comenzó con el abrumador éxito de esta Tosca en el Teatro Avenida.

Los argentinos tenemos un enamoramiento con Tosca… y no pasan más que uno o dos años sin que la tempestuosa Diva romana vuelva a entregarnos su drama en algún escenario de Buenos Aires o del interior del país. Este 2015, cito por caso, se presentará, además de en la capital argentina, en Córdoba y en Bahía Blanca en tres producciones distintas.

Indudablemente Puccini supo ver los atractivos dramáticos de esta obra apenas conoció la versión original de Sardou y, sin pérdida de tiempo, instó a su editor Ricordi para que consiguiera los derechos.

En esa faena no sólo se debió convencer al consagrado dramaturgo francés sino que también hubo que lograr que Franchetti, que ya había comenzado a componer una ópera sobre el mismo tema, cediera su lugar a Don Giacomo quién, finalmente, presentó a su criatura en Roma allá por el 1900.

A poco de su estreno mundial la ópera se estrenó en Buenos Aires – recordemos que esta ciudad tiene el privilegio de ser la primera ciudad fuera de Italia que conoció la mayoría de las óperas de Puccini- y desde entonces cada vez que sube a escena con su historia de amor, pasión y crimen, y su música arrolladora, los teatros tienen la certeza de conseguir un lleno total… La ocasión que reseñamos no ha sido la excepción.

Buenos Aires Lírica confió la puesta de esta Tosca a Marcelo Perusso, al que le cupo también el diseño de la escenografía, quién optó por un planteo tradicional, en época y sin forzadas elucubraciones, remitiéndose a las indicaciones más que específicas del libreto y de la música (recordemos que Puccini compone señalando en su partitura mil detalles escénicos que más de una vez son olvidados totalmente por los directores).

Una ambientación de simbólicos elementos (la reja de la Capilla Attavanti, la Pila, en el Primer Acto; de bello mobiliario en el segundo; y un realista San Miguel en el Tercero; aparecieron en medio de un escenario atravesado por proyecciones en distintos planos que permitieron ver lo que sucedía en vecinas estancias – la Cantata de Tosca, la tortura de Mario- y que mantuvo a los protagonistas inmersos en el espacio deshaciendo el vacío de la boca de escena. Bello efecto si no fuera que el uso superabundante del recurso lo volvió distractor y previsible quitándole mucho de su efecto, particularmente en el primer Acto.

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El vestuario de Stella Maris Müller resultó muy atractivo. De histórica inspiración, mostró cuidada elaboración, rico detalle y belleza estética combinándose perfectamente con la escenografía muy bien iluminada por Rubén Conde.

Indudablemente Tosca es una ópera que requiere de una protagonista de fuste ya que en ella reside mucho del peso musical y dramático de la pieza. Afortunadamente la presencia de Mónica Ferracani encarnando a la atormentada Diva fue una garantía de talento.

Desde su entrada en el Acto I° lució una voz que corrió sin dificultad. Densa y pastosa en los graves, penetrante en los agudos emitidos con seguridad, expresiva siempre; su fraseo reforzó el sentido de los versos logrando verdadero Teatro Cantado.

Su versión de la célebre “Vissi d´arte” permanecerá en nuestro recuerdo imborrablemente. Atacó el aria con una precisión poco frecuente y mantuvo una línea de primer orden a lo largo de la parte. El derrumbe final fue coronado con atronadoras ovaciones.

Enrique Folger compuso un Cavaradossi pleno y rico, tanto en lo dramático como en lo vocal. Su interpretación sacó partido de detalles y matices. Cantó con bellísimo timbre, buen fiato y exquisitas medias voces, dándole carácter a la palabra y compromiso a la acción.

El Scarpia de Homero Pérez Miranda hizo gala de cinismo y presencia. Sus enfrentamientos con Tosca en el segundo Acto fueron teatro de buen cuño. La escena de su asesinato resultó más que impactante. Bravo!

En los roles secundarios esta producción hizo derroche de talento: Christian Peregrino fue un muy buen Angelotti, Sergio Spina un memorable Spoletta. Enzo Romano compuso un sacristán respetable.

El Coro y la Orquesta bajo la batuta del Mtro. Javier Logioia Orbe sonaron atinados y respondieron – salvo algún desajuste en la escena de los monaguillos del I° Acto- con eficiencia.

En resumen, una función de la que el público salió exultante tras ovacionar a un elenco que supo dar nueva prueba del nivel de nuestros artistas… Esperemos que las Direcciones de los Teatros Oficiales, tomen nota.

Prof. Christian Lauria