Crítica de «La Traviata». Munich

LA TRAVIATA (G. VERDI)


Nationaltheater de Munich. 27 Julio 2012.


Termina mi estancia en Munich con esta representación de La Traviata, que ofrecía el gran atractivo de la presencia de Anja Harteros al frente del reparto. Lamentablemente, la cancelación de sus últimas funciones de Otello en el Covent Garden ha tenido continuación en Munich. No es tarea fácil sustituir a una cantante como Anja Harteros con antelación mínima. Como veremos más abajo, Munich lo ha conseguido. Muchas veces he dicho que la categoría de los teatros de ópera se demuestra en las sustituciones. Pues bien, en este sentido no cabe duda de que Munich está en un lugar privilegiado.

 

 

Escena. Acto I

 

 

La producción de Günter Krämer se estrenó en 1993 y supongo que será pronto reemplazada, ya que el  interés que ofrece es muy escaso. Se trata de una producción minimalista, muy oscura y con algún toque simbolista, que tampoco aporta nada. La escenografía de Andreas Reinhardt se limita a presentar un primer acto en la parte delantera del escenario, con unas puertas, por las que deambulan los invitados a la fiesta de Violeta. En el segundo acto se abre el escenario para mostrarnos un gran espacio con hojas por el suelo, alguna silla y un gran columpio, que parece representar los tiempos felices de la pareja de enamorados. Nuevamente, volvemos a la  oscuridad en la fiesta de Flora, con la presencia de una gran lámpara a un lado del escenario. Finalmente, la muerte de Violeta se desarrolla en corbata, donde se coloca un colchón por todo atrezzo. Detrás se puede ver la gran lámpara caída y el columpio en la oscuridad. El vestuario de Carlo Diappi no tiene interés, abusando de tonos oscuros en la fiesta de Flora. En este ambiente lo lógico es esperar el lucimiento del responsable de iluminación, Wolgfgang Göbbel, pero tampoco ocurre semejante cosa.


La dirección escénica de Günter Krämer resulta decepcionante, sobre todo en el manejo del coro. Siempre he dicho que el regista que no sabe qué hacer con el coro suele recurrir a que hagan una cadeneta. Pues eso es lo que hace Krámer en el primer acto y, por cierto, bastante mal.  El segundo acto tiene mayor interés dramático, pero basado fundamentalmente en la capacidad escénica de Papá Germont y Violeta. A Krämer se le ocurre incorporar a la escena el personaje mudo de la  hermana de Alfredo, cuya presencia y actuación resultan casi patéticos. Tampoco hay vida en la fiesta de Flora, con los coros de zíngaras y toreros inexistentes, además de totalmente estáticos. Me sorprende que esta producción haya aguantado 19 años. Celebraría no volver a verla. Es, simplemente, tradicional, pobre, ramplona y aburrida.


La dirección musical estuvo en manos de nuestro bien conocido Omer Meir Wellber, actual director musical del Palau de Les Arts de Valencia, y su actuación hay que calificarla de francamente buena. En este festival no abundan los ensayos, sino que las óperas vienen ensayadas por las representaciones durante la temporada. Pese a ello no deja de sorprender la seguridad de Wellber en el podio, su control de todas las fuerzas a su disposición y su energía y pulso firme en la dirección. Sus tiempos fueron, en general, bastante vivos, sin caer en apresuramientos innecesarios. Ha sido una de las mejores actuaciones que le recuerdo. A sus órdenes estuvo una estupenda Bayerisches Staatsorchester, de la que Wellber obtuvo un muy buen rendimiento. El Coro me sigue pareciendo inferior en calidad al de otros años.


 

Como digo más arriba, Anja Harteros canceló y en su lugar fue la italiana María Agresta quien se hizo cargo del personaje de Violeta. Antes de nada hay que empezar por decir que la joven Maria Agresta ha obtenido un importante triunfo en su actuación. No es tarea fácil sustituir a una cantante como Anja Harteros, quien, además, es con toda justicia un auténtico ídolo en Munich. A la italiana no le ha faltado coraje para superar las dificultades y ha conseguido salir triunfante de la prueba. Había tenido ocasión de verla hace un mes en Valencia en la Leonora del Trovador y la impresión fue muy positiva, aunque me pareciera que ella es una soprano puramente lírica y no una soprano spinto. Tras ver su Violeta, me reafirmo en lo dicho entonces. Su voz es muy bella, con un timbre oscuro muy atractivo, que no la convierte en algo por encima de una soprano lírica, una técnica irreprochable, buena expresividad y fácil a lo largo de toda la tesitura, incluyendo el MI sobreagudo de Sempre libera. Estamos ante una soprano que puede tener un importante recorrido, si cuida su repertorio y creo que hoy está en disposición de hacerlo y declinar ofertas de roles pesados que, sin duda, le llegarán. Confío en que por su bien y por  el de los buenos aficionados  evite roles como Odabella o Norma, que ha cantado en el pasado. Hoy por hoy es una magnífica Violeta, Mimí, Liú o Micaela. Hay que reconocer que Helga Schmidt se ha apuntado un tanto importante al hacer debutar a María Agresta en España. Apuesto a que la veremos antes en Barcelona que en Madrid.


 

Ramón Vargas con Anja Harteros en esta producción.

 

 

El mejicano Ramón Vargas fue Alfredo y volvió a mostrar su preciosa voz de tenor lírico-ligero, que se estrecha en la parte alta de la tesitura. Este estupendo tenor también debería replantearse su carrera, ya que personajes como Don Carlo, Manrico o Jacopo Foscari no me parecen adecuados a sus características vocales y lo único que pueden hacer es perjudicarle, lo que de alguna manera ya se nota. Tuvo dificultades en Parigi, o cara, cantando bien el aria del segundo acto, mientras que faltó brillantez y el agudo final en la cabaletta, que se dio sin repetición.

 

Simon Keenlyside con Jonas Kaufmann, la hermana de Alfredo y el columpio.


El barítono británico Simon Keenlyside fue un estupendo intérprete de Germont, muy bien caracterizado escénicamente, por cierto. Keenlyside es un magnífico cantante, que va incorporando personajes más pesados a su repertorio con mucho cuidado. Su bello timbre, la homogeneidad de registros, la intención que da a su canto y sus magníficas condiciones como actor, le convierten hoy en día en un Germont ideal.  Hay grandes cantantes que alcanzan la categoría de artistas. Este es el caso de Simon Keensyside.


En las partes secundarias Heike Grötzinger fue una Flora cumplidora. Tara Erraught fue un lujo como Annina, Christpoh Stephinger fue un Doctor Grenvil deficiente vocalmente. Cumplieron Francesco Petrozzi (Gastón), Christian Rieger (Barón Douphol) y Tareq Nazmi (D’Obligny).


El teatro ofrecía el lleno habitual y el público tributó un auténtico triunfo a Maria Agresta y a Simon Keenslyside. Me llamó la atención las prisas del barítono en cortar sus saludos finales, cuando las ovaciones eran atronadoras. Entre su precipitación y las ganas de arrastrarse de otros colegas hay todo un mundo. Ramón Vargas y Omer Meir Wellber recibieron también aclamaciones del público.


La representación comenzó con el retraso habitual, en esta ocasión de 6 minutos, y tuvo una duración total de 2 horas y 59 minutos, incluyendo dos intermedios de 59 minutos en total, más una parada de 4 minutos entre las dos escenas del segundo acto. La duración estrictamente musical fue de 1 hora y 54 minutos  Los triunfales aplausos finales se prolongaron durante 10 minutos. María Agresta parecía sinceramente emocionada.


El precio de la mejor localidad era de 163 euros, habiendo butacas de platea también desde 91 euros. En los pisos superiores las localidades bajaban a 64 y 39 euros.

 

 

Fotografías: Cortesía de Bayerische Staatsoper

 

 

José M. Irurzun