Crítica de la zarzuela «Los Gavilanes»

J. GUERRERO. Los gavilanes. Dir. Musical: Oliver Díaz. Dir. Escena: Francisco Matilla. 19 de julio.

Protagonistas de "Los Gavilanes"

Con esta importante zarzuela se inauguraron los espectáculos líricos programados por Los veranos de la Villa del Ayuntamiento de Madrid. Aunque la acústica del bello recinto ajardinado junto al Palacio Real no es la adecuada, sin embargo en la época veraniega tiene un gran atractivo, prueba de ello es la cantidad de público que asistente.

El problema está en que al ser un espacio abierto y no tener concha acústica el sonido está amplificado, una aberración en el campo de la lírica porque deforma los sonidos instrumentales y las voces. Aún así se pudo disfrutar de esta bellísima zarzuela del maestro Guerrero, los gavilanes que el público acogió con aplausos en todos los números y ovaciones al final.

La producción firmada por Francisco Matilla es un acierto total. Ha eliminado el “polvo del camino” y ha reducido la escena lo esencial, un drama rural muy cercano a nuestros días. El escenario solo cuenta con una pantalla de fondo sobre la que se proyectan imágenes que crean la atmósfera adecuado para cada escena. El coro, a la griega, está situado en los laterales sin intervenciones escénicas; acompaña, comenta y observa. Se ha limpiado el texto de elementos referenciales que hoy no dicen nada así como algunos chistes que hoy no provocan.

Escena de "Los Gavilanes"

Las voces fueron magníficas, destacando el cuarte protagonista formado por César San Martín, barítono de bello timbre  y medios más que suficientes que configuró un Juan de alto nivel. Adriana, estuvo encarnado por la soprano Carolina Moncada quien hizo exhibición de una voz atractiva y una facilidad para la zona aguda y el fiato excepcional. El tenor Alejandro González puso sus suficientes medios al personaje de Gustavo, y Sagrario Salamanca dio vida a una Rosaura muy creíble tanto en lo vocal como en lo escénico. Junto a ellos los secundarios también cumplieron con creces sus difíciles roles.

Oliver Díaz fue un director musical de gran clase, muy por encima de la categoría de la orquesta y coro que mostraron deficiencias. Desde luego no ayudó demasiado la amplitud a la larga del foso que debería ser mucho más reducido permitiendo que los músicos de puedan escuchar entre sí.

Un acierto de programación y un éxito.

 

Francisco GARCÍA-ROSADO