Crítica de Lohengrin de Wagner. Berlín

Lohengrin.wagner.BerlinDeutscheoper de Berlín. 21 Marzo 2013.

De nuevo en Berlín para asistir a unas representaciones de óperas de Wagner. El inicio ha sido esperanzador, aunque el tiempo tenga muy poco de primaveral. Toda la ciudad está blanca y estamos con amenaza de tener que andar con patines en los próximos días.

Esta producción del danés Kasper Bech Holten (actual director artístico del Covent Garden) se estrenó hace un año en este teatro y resulta un trabajo bastante clásico y no muy adecuado para levantar entusiasmos. Al menos, no molesta.

Sigue la línea del minimalismo, con un escenario (Steffen Aarfing) básicamente desnudo, cerrado por paredes, y separando el escenario en profundidad por un telón. En el segundo acto se añade una pasarela para la aparición de Elsa,  posándose en el suelo en forma de cruz para la escena de la entrada de Lohengrin y Elsa en la catedral, que se ve al fondo. El último acto no ofrece otra cosa que el lecho nupcial, convertido en mesa o altar para la escena final. El vestuario se debe también a Steffen Aarfing y resulta un tanto extraño. Los personajes van con indumentarias medievales, mientras que el coro va vestido con atuendos militares de distintas épocas, la mayor parte pareciendo responder a uniformes de la Primera Guerra Mundial. Lo mejor de la producción escénica es la iluminación de Jesper Kongshaug, que hace una labor espléndida.

No encuentro una idea motriz en la versión de Holten, que vaya más allá de presentarnos un pueblo en guerras permanentes, ofreciendo el preludio en un campo de batalla, con soldados muertos o moribundos. La figura de Lohengrin tiene muy poco de humana y mucho de mágica e incluso de ídolo religioso-mediático. Normalmente, el caballero del cisne aparece en esta producción  portando unas grandes alas blancas y Holten, en el Juico de Dios del primer acto, deja claro que Lohengrin actúa con poderes mágicos, ya que utiliza trucos para desorientar y vencer a Telramund. Al final, nos encontraos con la figura de Gottfried que llega a escena en brazos de su hermana, pero muerto. Para espectadores de vanguardia se trata de una producción muy clásica y para los más conservadores  no es muy atractiva. En resumen, no molesta.

Donald Runnicles se convirtió en director musical de la compañía en la temporada 2009/2010 y ha ido poco a poco ganándose la confianza de los músicos y del público. Hoy es un maestro plenamente rconocido en berlín, cuyas actuaciones tiene siempre un marchamo de calidad. Su lectura de Lohengrin ha sido francamente buena, muy delicada ya desde el preludio y manteniendo la tensión dramática en todo momento. La colocación de la trompetería alo largo, ancho y alto del teatro produjo un efecto espectacular durante eltercer acto. La Orches der Deutschen Oper Berlin tuvo una muy buena actuación. No será una de las orquestas más exclusivas en cuanto a calidad en Edmundo, pero estamos ante una orquesta muy buena. Mas de una vez me he referido al Chor der Deutsche Oper Berlín como uno de los mejores del mundo y en esta ocasión tengo que repetirlo. Escuchar un coro de esta calidad en una ópera como Lohengrin es algo que pocas veces se tiene la oportunidad de disfrutar. Puestos a puntualizar diré que me pareció mejor la sección masculina y que lo menos conseguido de su actuación fue la conocida como Marcha Nupcial.

En el reaprto vocal hay que destacar a la pareja protagonista, aunque no hubo agujeros negros, si bien algún tono gris se hizo presente.

Klaus Floraian Vogt fue un Lohengrin magnífico de principio a fin. En algunos círuclosde aficionados operísticos se critica much a este cantante por el hecho de tner una voz excesivamente blanca, poco apropiada para perosonaje sheróicos. Efectivamente, uno ehc anen falta otro tipo de voz en los heldentenores wagnerianos, pero no es el caso de Lohengrin.No ha que olvidar que lo grandes tenores lítricos del XIX cantaron el personaje, entre ellos el mismo Gayarre, que tampoco era un tenor heroico. La voz de Vogt es una de las mejor emitidas que puedan escucharse hoy.corre de manera extraordianaria por la sala y se le scucha perfectamente, incluso en los concertantes.a esto hay que añadir que canta con un gusto exquisito, expresa perfectamente y tiene un gran dominio del personaje. Su raconto In Fernem Land fue de cortar la respiración, una auténtica exhibición defacultades y calidadcanora.  Hoy por hoy es con Jonas Kaufmann el mejor Lohengrin posible.

 Ricardamerbeth es uno de los valores más seguros en ópera alemana.Es de esas cantantes que nunca fallan ni decepcionan, sino que siemnpre ofrece lo mejor sde símisma.SuElsafue francamente buena,tanto vocal como escénicamente. Nollega a la altura de una Elsa excepcional, como puede ser Anja Harteros o como podría ser Anna Netrebko ¿por qué, no?), pero uno sale siempre satisfech de sus actuaciones.

La americana Christine Goerke fue una Ortrud más discutible. En primer lugar,se tratga de una soprano,que notiene el registro grave que exige el personaje de Ortrud.Por otro lado, susnots altas me rsultan excesivamente metálicas. Fue una buena intérprete en cualquier caso, pero en un nivel que no alcanza a las para mí tres grandes en el personaje, Evelyn Herlitzius, Petra Lang y Waltraud Meier,puestas en orden alfabético.

Las voces graves fueron peror servidas y tanto  Telramund como  el Rey Heinrich ofrecieron voces mal emitidas, de las que se quedan atrás. Gordon Hawkins fue Telaramund y me resultó poco convincente.Tiene volumen vocal suficiente, pero su voz se pierde y nollega en las debidas condiciones al auditorio.

El caso de Albert Domen (sustituía a Albert Pesendorfer) es hoy más grave. Su voz se ha reducido considerablemente, los agudos están muy comprometidos y canta con voz de barítono personajes de bajo. El timpbre es atractivo, pero etá en claro declive.

Bastiann Everink fue un sonoro heraldo, aunque algo basto y preocupado por hacerse oir.

El tatro ofrecía un lleno absoluto,con gente ofreciendo entradas en los alrededores. El púbico mostro su satisfacción, dedicando un gran triunfo a Klaus Florian Vogt, no faltando bravos sonoros también para Chritine Goerke y Donal Runnicles.  El otro gran triunfador popular fue el Coro.

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración total de 4 horas y 25 minutos, incluyendo dos intermedios. La duración estricatamente musical fue de 3 horas y 18minutos, prácticamente la misma duración dque la versión de Andris Nelsons en Bayreuth y 11minutos más corta que la Sebatian Weigle en Barcelona hace unos meses. Los intensos aplausos finales se prologanron durante 11 mintos.

El precio de la localidad más cara era de 88 euros, habiendo butacas de platea desde 50 euros. La localidad más barata costaba 30 euros.

José M. Irurzun