La Metropolitan Opera House de Nueva York pone en escena Los Cuentos de Hoffmann, la ópera de Jacques Offenbach, en la que Vittorio Grigolo y Thomas Hampson, junto a las sopranos Hibla Gerzmava, Christine Rice y Erin Morley, y la mezzo Kate Lindsey dan vida en los papeles principales. Los aficionados de todo el mundo han podido asistir a la retransmisión en directo y en alta definición de la obra, algo que ya se ha convertido en una seña de identidad de la compañía.
En esta ocasión asistimos a una producción de Los Cuentos de Hoffmann dirigida por el estadounidense Barlett Sher, que adolece, como casi siempre ocurre en el MET, de una exasperante falta de imaginación. Esta vez, además, aparecen en escena elementos discordantes, como el esperpéntico (y mal reciclado) vestuario de los compromisarios, que firma Catherine Zuber. La inglesa, que lleva toda una vida tras las costuras de los mejores teatros neoyorquinos, no acierta esta vez, proponiendo unos atuendos poco novedosos para los protagonistas, y distrayendo con los del resto. Sher prepara para la próxima temporada una producción del Otello verdiano. Le deseamos mejor suerte.
En el podio encontramos al canadiense de origen francés Yves Abel, que consigue mantener el pulso dramático de una obra tan extensa como Los Cuentos de Hoffmann, no sin caer alguna vez en la estridencia. El director mostró una especial conexión con la mezzo Kate Lindsey, y supo sacar partido felizmente a la musicalidad de la cantante. Como cabía esperar, el coro titular de la compañía no falló en esta obra.
Lo mejor, como suele ocurrir en el mítico escenario neoyorkino, vino por parte de las voces. Con un elenco equilibrado, el peso vocal orbita en torno a los dos personajes masculinos principales. El protagonista, el atormentado poeta Hoffmann, es encarnado por el tenor lírico Vittorio Grigolo. El italiano ha cosechado un gran éxito, de enorme repercusión mediática, demostrando su gran estado de forma vocal (apenas se aprecia cansancio en la voz al final de la obra); así como sus prestaciones canoras: un timbre agradable, calidez en la emisión y seguridad en la línea de canto. Su agradable presencia escénica y su expresividad dramática también puntúan a su favor. En su contra, hay que resaltar la falta de relieve que imprime al personaje, que resulta aburrido y sin interés. Grigolo es todo pasión cuando encarna a Hoffmann, y no deja paso al lirismo que debe impregnar el canto del poeta. Le ha faltado delicadeza y arte al tenor de Arezzo. Le da la réplica el célebre barítono estadounidense Thomas Hampson, que encarna con desahogo y donosura dramática a los cuatro villanos que se empeñan en alejar al protagonista de sus sueños amorosos. Apostar por Hampson es hacerlo a caballo ganador, si bien muchos aficionados se sentirán decepcionados por su falta de homogeneidad en el canto. El color cambia demasiado de una frase a otra, de manera que un recurso expresivo lícito se convierte en una molestia a la en el momento de la escucha.
Del trío de sopranos sobresale la caucásica Hibla Gerzmava. Esta soprano lírica ha dejado una bellísima interpretación de la cantante Antonia, plena de lirismo y emoción. La voz, que asciende con facilidad al agudo sin perder cuerpo ni armónicos, corre homogénea a lo largo de todo el registro, y consigue emocionar con facilidad gracias a las aptitudes técnicas de la cantante y a su valentía interpretativa. También gustó la joven Erin Morley, que aportó frescura y seguridad en las agilidades al interpretar a la autómata Olympia. Christine Rice pasó más desapercibida en su rol de Giulietta, pese a su implicación escénica y su experiencia, al servicio de la producción.
Los papeles de La Musa y Nicklaus estuvieron a cargo de la mezzo de Estados Unidos Kate Lindsey. Salida del Programa Lindemann del MET, la cantante ha destacado en el coliseo neoyorquino por sus personajes masculinos. Una voz de timbre oscuro y agradable, un tanto plano, pero que destaca por su elegancia y su musicalidad. En esta obra hace de puente entre el mundo masculino de Grigolo y Hampson y las voces femeninas. La artista consigue de esta manera engrasar una producción, como ya hemos comentado, demasiado insípida en lo escénico.
Al principio de la retransmisión de Los Cuentos de Hoffmann, la soprano Deborah Voight recordaba las actuaciones en el MET de Richard Tucker, Alfredo Kraus y Plácido Domingo. Pese a ello, Vittorio Grigolo ha conseguido salvar el papel y postularse como uno de los grandes tenores del momento. Está por ver cómo evoluciona su voz, y si consigue mantener una carrera tan extensa como la de los tres cantantes mencionados. Pero eso ya es otro cantar.
Carlos Javier López @CarlosJavierLS