Crítica de Los troyanos de Berlioz. Berlín

Deutsche Oper de Berlín. 24 Febrero 2013.

Estas representaciones de Les Troyens tenían el gran aliciente de suponer el debut de Elina Garanca en el personaje de la Reina Dido. Lamentablemente, la mezzo soprano letona hace un mes canceló su compromiso, al considerar que era más prudente para su carrera retrasar su debut en el mencionado personaje. Huelga decir que el interés se vino abajo, pero uno se ve obligado a cumplir su compromiso, al tener la entrada en el bolsillo.

Les Troyens es una de las óperas más difíciles de montar para cualquier teatro. Exige unas fuerzas musicales y corales de primer orden, a lo que hay que añadir tres intérpretes excepcionales. Por si esto fuera poco, la gran extensión de la partitura y lo irregular de su calidad musical, traen consigo que pocas veces se salga del teatro plenamente satisfecho. Por el contrario, es muy normal que el tedio haya estado presente durante la representación en más de una ocasión. La representación que nos ocupa no ha sido la excepción a la regla.

La producción del británico David Pountney se estrenó en Diciembre de 2010 y es un trabajo escénico que arranca muy bien durante la primera parte de la ópera (La Caída de Troya), mientras que en la segunda parte (Los Troyanos en Cartago) no consigue el mismo nivel de calidad.

La producción es más bien minimalista, con una escenografía (Johan Engels) en forma de una gran plataforma rectangular, a la que se añaden algunos elementos para las distintas escenas. Los actos de Troya son en tonos grises y rojizos, un escenario muy espartano y muy apropiado para un pueblo guerrero, mientras que los tonos cambian a algo más cálido y delicado en Cartago, al pasar de un pueblo guerrero a otro de más avanzada civilización. El vestuario de Marie-Jeanne Lecca resulta interesante a lo largo de la representación, excepto en la gran escena de amor de Dido y Eneas. La iluminación de Davy Cunningham es magnífica, sacando un gran partido al minimalismo de la escena. Tanto el suicidio de las mujeres troyanas como el de la Reina Dido tienen lugar en escenario idéntico, en forma de una especie de pira con muebles viejos, que resulta especialmente bien conseguida en lo que a Cassandre y sus compatriotas se refiere. La coreografía de Renato Zanella funciona bien.

La dirección escénica de David Pountney tiene un interés que se va disolviendo conforme la representación avanza. Del interés dramático de los actos de Troya pasamos a algo más rutinario en el tercer acto, mientras que resulta lo menos interesante de la ópera el cuarto acto, en el que las dos grandes escenas de amor resultan muy poco creíbles. La producción intenta retomar el vuelo en el último acto, pero es ya un poco tarde.

La versión musical ofrecida por Donald Runnicles ha estado bastante recortada. Quien hubiera asistido a la retransmisión en vivo desde el Metropolitan, podría echar en falta unos 45 minutos de música. Hay personajes que se convierten casi en episódicos, como son los casos de Narbal y de Ioppas, siendo también Eneas uno de los afortunados con los cortes. No tengo muy claro que los cortes sean positivos o negativos en esta ocasión, Lo digo, porque, dada la duración de la ópera, de no contar con cantantes excepcionales, quizá lo más prudente sea hacer cortes. La actuación de Donald Runnicles fue francamente buena en la primera parte y menos en la segunda. En cualquier caso, hay que reconocer que dirigir esta ópera es como para un torero enfrentarse a un Victorino y el maestro sale bien parado del trance. Hay que destacar la prestación de la Orchester der Deutschen Oper Berlín, por un lado, y mostrar la mayor de las admiraciones por la actuación del numeroso Coro (más de 115 miembros en escena) de la Deutsche Oper, que demostró su valía excepcional. Su director, William Spaulding, puede sentirse plenamente satisfecho.

El reparto vocal no ofreció la brillantez necesaria para que esta ópera triunfe. Tengo que decir que la ópera se ofrecía en su versión francesa, al menos en teoría. Mi alemán es por demás pedestre, mientras que mi familia considera que hablo francés. Pues bien, no tenía más remedio que leer los sobretítulos en alemán para intentar enterarme de lo que decían los cantantes. Peor dicción francesa que la de este grupo es difícil de imaginar.

El personaje de Cassandre fue interpretado por la mezzo húngara Ildiko Komlosi, cuya actuación fue correcta. Este personaje necesita una gran personalidad en escena, dado su carácter de auténtica heroína trágica y la Komlosi lo consigue a medias. Le falta amplitud y, por supuesto, una dicción menos confusa.

El puesto de Elina Garanca fue ocupado por Daniela Barcellona, a quien ya había tenido ocasión de ver en el personaje de Dido en las representaciones de Valencia. Su actuación me resultó convincente únicamente en el último acto, mientras que eché en falta más encanto y credibilidad en los dos anteriores. Queda lejos en esos dos actos de Susan Grham y de lo que estoy convencido podría haber ofrecido Elina Garanca.

También hubo sustitución en el personaje de Eneas, aunque no creo que a nadie le importara. Estaba anunciado Endrich Wottrich, cuya adecuación vocal al personaje es inexistente. En su lugar tuvimos a un modesto Daniel Magdal. Eneas es un personaje imposible. Requiere un auténtico tenor heroco, pero con los agudos de un tenor ligero. Vamos, una mezcla inexistente. El Metropolitan resolvió la papeleta bien con Bryan Hymel, aunque su volumen sea bastante reducido. Aquí hemos tenido un tenor bien intencionado y de medios modestos, tanto en volumen como en timbre, pero tampoco se puede pedir peras al olmo.

Markus Brück hizo un muy notable Chorèbe .Se trata de un barítono de calidad, de línea un tanto lítica, pero muy expreivo elegante en su canto. Siempre que le he visto en este teatro, sus interpretaciones han sido estupendas. En el último acto no tuvo inconveniente en cantar la parte del Primer Soldado Troyano en un corto dúo.

Me produjo buena impresión la mezzo Clementine Margaine en la parte de Anna, la hermana de Dido. Adecuado, Ante Jerkunica como Narbal. Jana Kurucova estuvo bien en Ascagne, el hijo de Eneas. El tenor Yosep Kang cantó bien la canción de Ioppas, que fue todo lo que tenía que cantar en esta versión. Buena impresión la dejada por el tenor Álvaro Zambrano en Hylas. Lenus Carlson dobló como el Rey Priam y el Segundo Soldado Troyano. Stephen Bronk dobló adecuadamente como el Espectro de Héctor y Mercurio.

El teatro ofrecía una muy pobre entrada, por debajo de 2/3 de su aforo. El público aplaudió con fuerza a los artistas, siendo las mayores ovaciones para Daniela Barcellona, Ildiko Komlosi y Markus Brück, aparte del Coro, que quizá fue el ganador en el aplausómetro.

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración total de 4 horas y 39 minutos, incluyendo dos largos intermedios. La duración estrictamente musical fue de 3 horas y 15 minutos. Los intensos aplausos finales se prolongaron durante 8 minutos.

El precio de la localidad más cara era de 88 euros, habiendo butacas de platea desde 50 euros. La localidad más barata costaba 30 euros.

José M. Irurzun