Crítica de Lucia di Lammermoor en Vigo

Crítica de Lucia di Lammermoor en Vigo

Moreno di Lammermoor

Era el verano de 1968 cuando la italoamericana Gianna D’Angelo interpretaba a la desdichada Lucia Ashton junto a Gianni Laia y Renato Capecchi en el teatro García Barbón. Demasiados años han sido necesarios para que otra gran soprano, en este caso la granadina María José Moreno, encarnara nuevamente sobre el mismo escenario a la novia de Lammermoor, dentro del “Otoño lírico 2.014” organizado por la Asociación de Amigos de la Ópera de Vigo. Un intervalo excesivo teniendo en cuenta que este título donizettiano ha ganado merecidamente una posición privilegiada en las preferencias de los amantes del género de todo el orbe como una de las obras líricas románticas por excelencia.

Tras el buen resultado alcanzado la última temporada con Il Trovatore la AAOV renovó su decidida apuesta por la Orquesta Sinfónica Vigo 430 y el Coro Universitario de la ciudad como las agrupaciones sobre las que debía sustentar el principal título de la temporada. Una decisión que está proporcionando resultados más que satisfactorios. La orquesta 430, con especial mención para la cuerda, se mostró eficaz y con la sonoridad requerida para una obra en la que la perspectiva belcantista se entremezcla ya con un lenguaje más emocional y trágico. Mucha culpa tiene de ello la presencia en el foso de la joven batuta de Francisco Antonio Moya, que dirigió con atención a las voces, seguridad, control dinámico y buena labor concertadora. El Coro Universitario, dirigido por la mezzo Nuria Lorenzo, consiguió sobresalir en un título en el que su presencia suele pasar un tanto desapercibida, con momentos especialmente brillantes como el de la confrontación del segundo acto, o el matizado “Oh! Qual funesto avvenimento!”.

El apartado vocal ha permitido comprobar la solvencia y buen hacer de la ‘cantera’ española. Repetía Javier Galán, tras su excelente Conte di Luna, y de nuevo confirmó la buena impresión producida el pasado año, resolviendo con voz timbrada y facilidad en la zona aguda el aria y cabaletta del primer acto y su dúo con Lucia. Lástima no haber podido escucharle (al tratarse, desgraciadamente de uno de los habituales cortes de la partitura) en la escena de la tempestad en Wolf’s Crag. Raimondo tuvo ocasión, por el contrario, de cantar sus dos escenas con aria y ello nos permitió disfrutar de la hermosa voz de bajo cantante de José Antonio García, una de las agradables sorpresas de la velada. Para el dúo protagonista, Miguel Borrallo y María José Moreno, la representación suponía su primera aparición operística en Vigo. El rol del heredero de los Ravenswood requiere un tenor dúctil, de variado acento, capaz de un fraseo delicado, expresivo y legato pero, por momentos, vehemente e impetuoso; capaz de hacer frente a una tesitura, a menudo, incómoda y tirante como en su intervención final en “Tu che a Dio”. Borrallo cumplió sobradamente las exigencias vocales de Edgardo y presentó una impecable escena final de cuidada línea, en la que su voz sonó segura y especialmente brillante en sus ascensos al sib. La excelente prestación de María José Moreno en este título era ya bien conocida desde su exitosa intervención en A Coruña junto a Celso Albelo. Es la suya una visión alejada de la superficial vocalidad de las sopranos “jilguero” que durante décadas reinaron en un papel marcado por la adición e interpolación de agilidades, ornamentos y la famosa cadencia de su escena de la locura. La andaluza, siguiendo la estela de otras ilustres sopranos, recupera la concepción original de Donizetti, en una interpretación que no rehúye la pirotecnia vocal, pero siempre con un profundo sentido dramático y mostrando una Lucia más sincera y humana, desolada y sensible, abatida por un infortunio que la conduce inevitablemente a la desesperación. Moreno conserva la limpieza y homogeneidad del timbre y la agilidad en las coloraturas que la distinguieron en sus famosos Rossinis junto a Zedda, hace ya quince años, pero a ello suma ahora la madurez artística y una mayor penetración psicológica en la caracterización de sus personajes. Delineó una Lucia hermosa y trágica, al mismo tiempo y su interpretación culminó el éxito de la representación como así se lo reconoció el público que abarrotaba el teatro.

Cumplieron sobradamente Facundo Muñoz como Arturo, Judith Borrás (Alisa) y Daniel Báñez (Normanno) estando fantástico este último, además, en el plano actoral.

La propuesta escenográfica de Esmeralda Díaz e Ignacio García pecó de una excesiva sobriedad, resultando especialmente inoportuna la incorporación de unos cortinajes o gasas que, en la escena de la locura del tercer acto, restaron dramatismo al conjunto y dificultaron el movimiento escénico de solistas y coro. Por el contrario, la certera dirección escénica y regiduría de David Martel (ayudante de García) supo aportar el suficiente dinamismo en el movimiento actoral de una ópera con cierta tendencia a las situaciones estáticas.

Más de cuarenta años han sido necesarios, pues, para que de nuevo la AAOV, con esfuerzo, interés y gestión inteligente de las escasas subvenciones públicas, haya permitido disfrutar al público vigués de la azarosa ópera de Donizetti y Cammarano sobre el drama de Walter Scott. Una nueva muestra de la espléndida labor que a favor del arte lírico viene desarrollando dicha asociación en la ciudad olívica.

 

“Lucía di Lammermoor”. Vigo, 21 de diciembre de 2014. Teatro Sala de Conciertos Afundación. María José Moreno (Lucía), Miguel Borrallo (Edgardo), Javier Galán (Enrico), José Antonio García (Raimondo), Facundo Muñoz (Arturo), Judith Borrás (Alisa), Daniel Báñez (Normanno). Orquesta Sinfónica Vigo 430. Coro Universitario de Vigo. Dirección musical: Francisco A. Moya. Dirección escénica: Ignacio García.

 

Carlos E. Pérez