Critica de Rodelinda de Händel

 

 

José Mª. Irurzun

Auditorio Nacional de Madrid. 28 Octubre 2012.

Versión de concierto.

El Centro Nacional de Difusión Musical ofrece durante el año una variada programación, en la que destacan algunas óperas barrocas en concierto, siendo esta Rodelinda la primera en ofrecerse en este curso. Como es habitual en estos conciertos, el espectáculo llega “llave en mano” y en gira por distintas ciudades europeas. El resultado del concierto ha sido francamente bueno.

La última vez que vi una Rodelinda en concierto fue hace ahora 7 años en Bilbao en aquellas programaciones barrocas que se hacían en el Teatro Arriaga. Como ahora en Madrid, aquel concierto estuvo dirigido por Alan Curtis con su Il Complesso Barocco. El resultado artístico entonces quedó notablemente por debajo del de ahora, siendo la razón fundamental la gran diferencia de calidad entre ambos repartos vocales.

Alan Curtis e Il Complesso Barocco.

Alan Curtis siempre me ha resultado un importante musicólogo, mientras que su figura como director no alcanza la altura de otros excelsos colegas en el repertorio barroco. Normalmente, uno asiste con él a buenas versiones de las óperas, aunque el riesgo de la monotonía siempre está presente, ya que su energía es más bien imitada y su inspiración y delicadeza no son excepcionales. Ayer, sin embargo, nos ofreció una lectura notablemente mejor que la de 7 años atrás, especialmente en la segunda mitad de la ópera. No es un director que se caracteriza por la espectacularidad de sus gestos, pero queda mejor dirigiendo de pie en el podio, como ayer en Madrid, que sentado al clavecín, como ocurriera en Bilbao. De lo que no cabe ninguna duda es de que Il Complesso Barocco es una de las mejores formaciones barrocas de la actualidad y lo han vuelto a demostrar y en ello hay quedarle al señor Curtis el mérito que le corresponde, que no es poco.En esta ocasión el reparto reunido por Alan Curtis para esta gira no puede ser más adecuado y hasta brillante. También en este aspecto hay que reconocer el mérito debido al señor Curtis.

Karina Gauvin

La soprano canadiense Karina Gauvin fue Rodelinda y no cabe duda de que estamos ante una de las sopranos más interesantes del panorama actual en este tipo de música. Voz de soprano lírica de gran calidad y homogeneidad, destaca poderosamente en los momentos más intimistas, quedando quizá algo corta en las arias de bravura. Nos brindó una excelente Rodelinda, con una versión modélica del aria “Se’l mio duol non è si forte”, que fue coronado con una gran ovación por parte del público.

Sonia Prina

Bertarido, su marido y depuesto – además de encarcelado – Rey de Milán, tuvo una intérprete de excepción en la contralto Sonia Prina. En otras ocasiones Alan Curtis ha ofrecido un contratenor en este personaje, pero creo que una cantante como la italiana resulta más interesante, a menos que se cuente con un contratenor excepcional. Sonia Prina cantó enferma, según se nos avisó al inicio de la segunda mitad, no sabiendo en aquel momento si podría continuar cantando, ya que padecía una gastroenteritis aguda. Con un sentido de la responsabilidad excepcional, la italiana superó su malestar y nos

ofreció una magnífica actuación, alcanzando cotas emotivas en la segunda mitad, particularmente en sus dos arias del tercer acto. Su entrega y sus agilidades le hicieron merecedora del éxito que obtuvo.

El tenor finlandés Topi Lehtipuu dio vida al usurpador Grimoaldo y lo hizo bien, aunque a un nivel no comparable con sus colegas anteriores. Cantó con soltura e intención, destacando su expresividad.

Topi Lehtipuu.

Romina Basso tuvo una buena actuación en el personaje de Eduige, la hermana de Bertarido. Me pareció que su voz ha perdido algo de volumen. La mezzo soprano francesa Delphine Galou fue una notable intérprete de Unulfo, el confidente de Bertarido, destacando en agilidades, aunque la voz no sea excepcional y la emisión deje que desear algo.

El único punto oscuro del reparto fue el bajo barítono inglés Matthew Brook en el personaje más secundario de Garibaldo (consejero del usurpador). Expresa bien, pero resulta bastante basto en su canto.

El Auditorio presentaba un aspecto sorprendente, con una ocupación superior al 90 % del aforo, tratándose de un domingo y las 6 de la tarde. El público fue mostrándose más entusiasta conforme avanzaba el concierto y terminó braveando a todos los artistas.

Los aplausos finales, en los que no hubo saludos individuales, fueron entusiastas y se prologaron durante algo más de 7 minutos.

 

José M. Irurzun