MADRID. TEATRO GUINDALERA
Jorge Fdez. Guerra. Tres desechos en forma de ópera. Ruth González, Enrique Scjez.-Ramos, Mónica Campillo, Gala Pérez Iñesta y Miguel Rodrigañez. Dir. Escena: Vanessa Monftort.
Desaparecido lamentablemente el Teatro Olimpia de Lavapiés donde se representaban las óperas nuevas con un público fiel, los estrenos tienen que refugiarse en teatros alternativos, y pocos son los que admiten estos espectáculos.
Jorge Fernández Guerra es un compositor que lleva mucho andado entre partituras y, guste más o menos, la realidad es que su trabajo es importante y en muchos casos excelente. Sabe perfectamente combinar la modernidad sin alejarse de un cierto melodismo de corte contemporáneo.
Esta pequeña ópera estrenada ahora –de apenas tres cuartos de hora- combina perfectamente estos elementos con un mínimo de recursos. Un violín, un clarinete y un contrabajo mas una soprano y un barítono son suficientes para crear un mundo y una atmósfera de lo que se puede llamar el “teatro póvero”, el teatro de la calle, y toma sus elementos argumentales y escénicos precisamente de la calle, de la pobreza de medios y de los desechos de la sociedad de consumo. Cuenta la pequeña historia de dos jóvenes que se encuentra, se relacionan, se aman, discuten, plantean la dicotomía del cine o la ópera, e4l sentido de la televisión, etc.
Los músicos hicieron su parte de forma impecable y los cantantes Ruth González y Enrique Sánchez Ramos luciendo voces muy bellas y expresivas perfilaron unos personajes creíbles con unos medios cánoros magníficos.
Al final de la ópera se tenía la sensación de que aquello podía continuar, se quedaba corto y se deseaba más.
Éxito para el compositor y los intérpretes a la espera de otras creaciones que puedan deleitarnos como ésta
Francisco García-Rosado