Crítica del concierto de Jorge Luis Prats

Joege-Luis-Prats

PIANO LATINO

 

Ciclo de Grandes Intérpretes. Fundación Scherzo.

Jorge Luis Prats

 

Auditorio Nacional de Música. Madrid. 30 de abril de 2013

 

No cabe lugar a dudas: una de las características más reseñabes del Ciclo de Grandes Intérpretes de esta temporada es el extraordinario virtuosismo de los pianistas seleccionados para el mismo, cuya excelencia contribuye al buen nombre de la Fundación Scherzo.

 

Jorge Luis Prats es una figura del piano descubierta recientemente que seduce de forma inmediata, causando un efecto que podríamos calificar como auténtico «flechazo» en quienes tienen la posibilidad de deleitarse con su música. Y así pudimos experimentarlo la noche del martes, cuando apareció por sorpresa como relevo del pianista Zoltán Kocsis depertando la admiración de los presentes, alguno de los cuales llegó a decir que «pasaría toda la noche escuchándole» mientras que otro gritaba: «¡Gigante!». No hay mejor descripción posible.

 

La elección del repertorio significó un soplo de aire fresco dentro del programa de todo el ciclo. La primera mitad, y buena parte de los bises, presentó tintes latinos convirtiendo al concierto en una fiesta que invitaba salir a los pasillos a bailar.

 

Sonaron las Bachianas Brasileiras nº4 del compositor Heitor Villa-Lobos seguidas de la virtuosa pieza Altagracia –la pieza más actual del programa, compuesta en 1985–, un tango del cubano Carlos Fariñas. A continuación, la transcripción realizada por Ferrucio Busoni de la fantasía de Carmen de Bizet, cuya interpretación nos dejó sin aliento nada más comenzar debido a la sobrada solvencia con la que Prats resolvió el extremadamente complicado –y temible para cualquier pianista– pasaje inical de octavas en pianissimo. Finalmente, y para cerrar esta primera parte, Prats se atrevió con una pieza de mayor envergadura: La Valse de Maurice Ravel, que abordó con sencillez apabullante y gusto exquisito en la utilización del pedal.

 

A la vuelta del descanso, Prats eligió un programa más convencional –pero no por ello más sencillo– totalmente dedicado a Chopin e integrado por los veinticuatro Preludios opus 28 y el Andante Spianato y Gran Polonesa Brillante opus 22. Casi nada. Su personal visión de los preludios, sus rubatos prolongados y sus acompañamientos cantábiles se ganaron al público del auditorio. Una interpretación que nos retrotrajo a los salones románticos del siglo XIX, aunque, eso sí, la intensidad del sonido de Jorge Luis Prats desbordaría sin duda los límites de dichos salones.

 

Tras el variado y espectacular programa, y por si este fuera poco, el intérprete regaló a la audiencia –en la línea de Sokolov- hasta seis bises entre los cuales reconocimos el bellísimo Liebestod de Liszt y obras de otros compositores cubanos como Ernesto Lecuona o Ignacio Cervantes.

 

¿El resultado? Un excelente sabor de boca, una sonrisa en los labios e incluso alguna carcajada que otra. Esperamos impacientes que este gigante del piano vuelva pronto por Madrid. ¡Bravo!.