Critica del concierto de Mitsuko Uchida (piano)

 

LECCIÓN DE SILENCIO

Ciclo de Grandes Intérpretes. Fundación Scherzo.

Mitsuko Uchida. Mahler Chamber Orchestra

Auditorio Nacional de Música. Madrid. 19 de marzo de 2013

Si Mozart hubiera tenido que elegir un intérprete para difundir su literatura pianística en el siglo XXI, sin duda esta hubiera sido Mitsuko Uchida, una pianista que ha conquistado a el público del panorama internacional y que nos enseñó el pasado martes que más vale poseer un rango de matices amplio y cuidado que levantar a un auditorio a golpe de decibelios.

Existen muchas y muy variadas versiones sobre los conciertos de Mozart, desde la decidida de Ashkenazy a la conmovedora de Bernstein, pero ¿cómo podríamos describir la interpretación de los conciertos K 453 y K 503 que  Uchida nos ofreció en la tercera sesión del Ciclo de Grandes Intérpretes? A riesgo de quedarme corta, intentaré describir lo más acuradamente posible la sensación.

El concierto en Sol Mayor, uno de  los más directos de Mozart, comenzó con gesto firme y decidido. Sin rimbombancias. Sin máscaras. La orquesta sonó impecable y el piano natural. La soltura de Uchida en la articulación de las frases fue soberbia y su expresividad contenida consiguió mantener la tensión en cada nota, en cada silencio, en cada pausa. Esta característica de su interpretación, junto a los sutiles pianissimos con que la intérprete concluye las frases, la justa medida de sus respiraciones (ni demasiado largas, ni demasiado cortas) y su capacidad para encontrar las proporciones dinámicas exactas, constituyen, sin duda, el mayor motivo de mi admiración a la intérprete.

El concierto “emperador”, como también es conocido el número 25 de Mozart, fue recibido por el público con los brazos abiertos. El clima que se respiraba dentro de la orquesta era relajado, como si de un grupo de amigos se tratara, con sonrisas entre movimiento y movimiento -que bien podrían deberse al alud de toses y carraspeos que suelen frecuentar las pausas entre los mismos- y miradas de complicidad entre los músicos. Y en lo estrictamente musical, ¡qué manera de frasear!, ¡qué capacidad de conducir un sonido hacia otro y de realizar así el hito ambicionado y perseguido por cualquier pianista!

Por lo demás, entre Mozart y Mozart la orquesta nos sedujo con el Divertimento para orquesta de cuerdas SZ 113 de Bartók, obra compuesta en tan sólo dieciséis días por el compositor y cuya audición es accesible para todos los públicos ya que supone un retorno a la tonalidad dentro del universo de Bartók. La orquesta, impecablemente afinada y con todos sus integrantes de pie, nos entretuvo a través de una obra que, pese a su nombre, es mucho más que un “divertimento”.

Mitsuko Uchida - Klavier u. Leitung<br />
2005-10-27 Philharmonie<br />
Foto: Hyou VielzPara concluir el concierto, la pianista nos regaló un único bis –en claro contraste con los seis del concierto anterior de este ciclo- en el que interpretó una de las sonatas de Scarlatti. Aún a riesgo de parecer naif, confesaré que en mi foro interno, esta pieza fue sentida como un auténtico beso de buenas noches. Gracias Uchida.

 

Esther Viñuela Lozano