¿CÓMO PUEDE SER TAN BELLO?
18-I-2013. Auditorio Kursaal. Pamplona. Programa: “Prima Donna” (obras de Antonio Vivaldi) y “Una cantata imaginaria” (obras de Juan Sebastian Bach). Orquesta: Orfeo 55. Cantante: Nathalie Stutzmann, contralto.
La música, esa expresión de cultura que cuaja en la irracionalidad de las pasiones merced a la racionalidad de los sentimientos más nobles del ser humano, en la mayoría de las veces hace a uno interiorizar su propia construcción neuronal llevándote al pensamiento que hay en aquella algo misterioso, algo que trasciende a la capacidad propia del intelecto, y es entonces cuando te capta de una forma de la que no puedes escapar mientras gozas o sufres con su audición, incluso también después. Pues bien, todo este desiderátum de alcance casi filosófico ayer se dio en el Auditorio Kursaal –al menos dentro de quien escribe- mientras en el escenario manaba la música del Barroco a través de pentagramas de Vivaldi y de Bach, sobre los cuales siempre te autopreguntas: ¿cómo puede ser algo así tan bello?.
El acreditado conjunto de cámara ‘Orfeo 55’, en la primera parte nos expuso, en una admirable equilibrio sonoro, la frescura y explosión lumínica de la laguna véneta, a través de cuatro piezas genéricas de Antonio Vivaldi, donde la ensoñación de colores de atardeceres apasionados y de dulzores tímbricos de enamoramientos estuvo siempre presente en el sonido compacto de los músicos instrumentistas, edulcorados y sazonados con la pastosidad vocal de la contralto Stutzmann, quien, amén de cantar, hizo la concertación orquestal. Resulto vistoso el ‘Concierto para dos violines en La Menor Op 3/8 RV 522’ principalmente el ‘larguetto e spirituoso’. La voz de Stutzmann en el aria ‘Lascia almen’ de la obra ‘La Constanza Trionfante, RV 706’, con la que abrió su directa participación, resultó en exceso pastosa y de dicción oscura, mejorando ostensiblemente en el aria ‘Sento in seno’ de la pieza ‘Il Giustino RV 717’ donde la cantante dejó ver todas sus potencias interpretativas, tanto de regulación del fiato como de agilidades de tesitura, llevando la voz por terrenos de mayores brillos, cerrando esta primera parte con el primor de expresividad que puso en el aria ‘Gemo in un punto’ de la obra ‘L’olimpiade’.
Tras el descanso nos embarcamos en otro gozo musical barroco, pero esta vez sin tanto floreo luminiscente, más poderoso, más propio de campos en multiplicidad de verdes, de agrestes rocosidades, de breves lagos y de una rotundidad compositiva propia de la disciplina de una tierra que vio nacer a uno de los mayores genios de la Humanidad: Juan Sebastián Bach. La forma de cantata bachiana estuvo presente en esta parte del programa de una forma abrumadora, tanto en la brevedad de sus concepciones sinfónicas como en las arias. De todo cuanto se nos hizo disfrutar merece destacarse el aria ‘Erbarme dich’ de la siempre espectacular ‘La Pasión según San Mateo BWV 244’. Resultó imposible sustraerse a tanta belleza.
EMECE