Crítica del Don Pasquale de Buenos Aires Lírica

Crítica del Don Pasquale de Buenos Aires Lírica
Escena del Don Pasquale de Buenos Aires Lírica

Un destacable nivel musical al que no acompañó la puesta que, a pesar de su belleza plástica, complejizó arbitrariamente una trama deliciosa.

Don Pasquale es la última obra maestra nacida de la frondosa inspiración de Gaetano Donizetti y desde su estreno fue reconocida como una perla del repertorio Buffo… Si su argumento no es novedoso, la manera de desarrollarlo y la música que lo acompaña le aseguraron una larga vida a esta historia en la que se enfrentan los deseos y valores de jóvenes enamorados con el obstinado rigor de un viejo que, naturalmente, terminará burlado.

En esta versión de Don Pasquale de Buenos Aires Lírica en el Teatro Avenida de Buenos Aires, hemos tenido el placer de disfrutar del talento de unos intérpretes capaces de hacer justicia a roles tan caros al público con resultados que, más allá de algún reparo, nos dejaron muy satisfechos.

Comenzaremos refiriéndonos a Oriana Favaro, quien compuso una deliciosa Norina, con su toque de malicia, su belleza seductora, su carácter y una voz que supo responder a las exigencias de la parte con creces. Lució bellísimo timbre y buena línea. Actuó con gracia y el público supo premiar su lucida presentación.

Poco menos que delicioso resultó el Ernesto de Santiago Ballerini… Estupendamente cantado, haciendo gala de matices, medias voces, buen fraseo, riqueza de colores para mostrar los diversos sentimientos por los que atraviesa el personaje. Gracioso y dúctil en escena, voló alto y lo aplaudimos con satisfacción. Bravo!

Homero Velho como Malatesta estuvo muy bien en lo escénico aunque en lo vocal su resultado no fue tan parejo. Bella voz, de buen caudal y grato timbre, la emisión pudo jugarle algunas trampitas, aunque, afortunadamente fue mejorando a lo largo de la función.

Hernán Iturralde dio prueba de su profesionalidad. Don Pasquale no es un rol al que nos tenga acostumbrados y su visión del personaje seguramente crecerá a medida que lo frecuente, pero nos entregó un buen resultado. No brillante, no desopilante, pero de calidad; bien cantado (más allá de una “D´un fuoco insolito…” un tanto exigida) no se amilanó frente a los desafíos del genero, fue preciso aún en los dúos y conjuntos en los que la rítmica y la velocidad pueden jugar malas pasadas al más pintado.

Escena del Don Pasquale de Buenos Aires Lírica
Escena del Don Pasquale de Buenos Aires Lírica

Estupenda labor la del Coro y muy bien la orquesta que el Mtro. Juan Casasbellas dirigió en estilo, con gracia y cuidadosa lectura este Don Pasquale de Buenos Aires Lírica

La puesta de André Heller-Lopes partió de la idea de que el libreto se desprende de una historia veneciana en la que cada rol puede asociarse a los arquetipos de la Commedia dell´Arte… Como idea no está mal… y para llevarla a la práctica contó con la bellísima escenografía de Daniela Taiana, eficientemente iluminada por Gonzalo Córdova y con el interesante vestuario diseñado por Sofía Di Nunzio, pero…

Primeramente, el ubicar la acción en un escenario callejero de una piazetta de Venecia limita por demás acción y movimientos a la par que vuelve un tanto monótono el espectáculo visual. La superabundancia de figurantes caracterizados como los personajes de la tradicional Commedia en todas las escenas, sumó confusión , sobre todo para un público no demasiado especializado en las características y el sentido de cada uno de aquellos roles. Aún más cuestionable podría resultar las analogías escogidas para asociar a cada protagonista con Arlechino, Pantaleone, Colombina, Scapino, etc. etc.

Si nos ponemos a hilar fino, podríamos hallar otros desajustes menores como el hecho de que la acción transcurra en Venecia, cuando Ernesto dice:- ¡Dejo Roma hoy mismo!

La Pantomima que acompañó la obertura no hizo demasiado por aclarar y el “sentido” deseado pudo hallarse después de mucho pensar y casi llegando al final de la función…

¡Lástima grande! Porque vistos aisladamente (escenografía, vestuario, figurantes etc.) resultaban más que muy bellos… pero reunidos en escena los resultados fueron exiguos.

Bella, y muy bella, fue en cambio, la escena de la serenata de Ernesto del último acto por su planteo y resolución tanto desde lo plástico y escénico, como desde lo musical.

En cualquier caso, lector, estos reparos que señalé más arriba, no alcanzaron a opacar la maravilla de una pieza en la que Donizetti supo dar algo de lo mejor de si mismo… y nosotros, ¡agradecidos!

Prof. Christian Lauria