Crítica: «Don Giovanni» en Les Arts

Crítica: «Don Giovanni» Les Arts Por Pedro Valbuena

Don Giovanni y las oportunidades perdidas

Esta tarde ha subido al escenario de Les Arts, y por tercera vez, la que probablemente es una de las mejores óperas de la historia, el Don Giovanni de Mozart. Se trata de una producción que, avalada por el prestigioso premio Abbati en 2011, ha salido de La Fenice de Venecia tras varias reposiciones, para viajar directamente a Valencia. Las representaciones tendrán lugar los días 2, 4, 7, 10 y 12 de marzo, funciones para las que se ha vendido prácticamente la totalidad del aforo. Crítica: «Don Giovanni» Les Arts

Una escena de "Don Giovanni" en Les Arts - Foto: Miguel Lorenzo / Mikel Ponce
Una escena de «Don Giovanni» en Les Arts – Foto: Miguel Lorenzo / Mikel Ponce

Estrenada en el Stavovské divadlo de Praga en octubre de 1787, fue dirigido por el propio compositor desde el lugar exacto que hoy señala una placa conmemorativa. Alrededor de esta obra capital circulan varias historias, más o menos aceptadas por la historiografía seria, que cuentan como el compositor trabajó denodadamente en la partitura hasta el mismo momento del estreno. Al parecer la obertura fue copiada y repartida a los músicos la víspera, de lo que se deduce que algunos pasajes debieron ser tocados a primera vista. La prensa de la época reseñó su gran éxito y la dificultad de su interpretación. Estructuralmente dividida en dos actos, y no en tres como prescribía la tradición barroca y preclásica, todavía conserva la distinción entre números cerrados (arias y conjuntos) y recitativo seco. La elección que hizo Mozart de las voces es completamente novedosa, ya que sólo un genio como el suyo podía orquestar un terzetto de bajos y hacer que la textura sonase clara e inteligible. También se contempla la posibilidad de que por la mente de salzburgués cruzase la idea de concluir la ópera en el trágico momento en que Don Giovanni, condenado por la humanidad, se precipita en el infierno. Hubiese sido el final de la consuetudinaria tradición del lieto fine, pero finalmente optó por añadir el último coro, en previsión de un exceso de novedades cuyas consecuencias eran imprevisibles. 

La propuesta escénica es del aclamado Damiano Michieletto, uno de los directores de escena más solicitados del momento. Un salón dieciochesco iluminado con velas y estragado por el paso del tiempo es el elemento básico de este montaje. En los primeros momentos de la ópera estas cuatro paredes giran y permutan el espacio sorprendiendo al espectador. Los muros antes frontales ahora son pasadizos cuya perspectiva se pierde en la oscuridad del fondo, y un poco mas tarde se convierten en medianeras. Todo ello muy efectista y muy hermoso. El problema es que cuando este recurso agota sus posibilidades técnicas, tiene necesariamente que repetir alguno de los espacios ya mencionados, es decir, el giro de paredes y mobiliario finalmente se convierte en un bucle bastante predecible y aburrido. Más tarde, cuando el telón del segundo acto se levanta y vuelven a aparecer las mismas molduras y candelabros, el tedio es ya grande. Además escénicamente quedaron reducidas al absurdo las escenas del cementerio y del salón de Don Giovanni, ya que la retina no podía ser engañada de nuevo con los mismos elementos. Oportunidad también perdida fue la de la escena del comendador,  cuando el dramático final se aproximaba, los espacios comenzaron a girar en un delirante suceder de imágenes muy bien pergeñadas y realmente muy emocionante, hasta que sin ninguna justificación,  todo se detiene mucho antes de que el protagonista lance su agónico grito final, produciendo un anticlimax que me resultó muy frustrante. Crítica: «Don Giovanni» Les Arts

Una escena de "Don Giovanni" en Les Arts - Foto: Miguel Lorenzo / Mikel Ponce
Una escena de «Don Giovanni» en Les Arts – Foto: Miguel Lorenzo / Mikel Ponce

La presentación como director musical del violinista Ricardo Minasi tampoco acabó de convencerme. Su estilo de dirección, coreográfico y exagerado, no acertó ni los tempi ni con el  intenso abuso de las dinámicas. La obertura ya comenzó demasiado rápida, y para cuando llegaron los cromatismos que prefiguran la tragedia, el efecto estaba perdido. También pidió demasiado volumen a los metales en ciertos momentos, sepultando a las voces bajo pesados crescendo que poco o nada tienen que ver con la delicada arquitectura mozartiana. Mas inexplicable todavía fue que las tres orquestas que suenan simultáneamente durante el banquete (¡y en compases diferentes!) permaneciesen en el foso, perdiendo así la escena toda su novedosa genialidad. Tampoco se convocó al coro sobre las tablas convertido en furias infernales, sino que cantaron desde dentro, desluciendo totalmente este final inigualable en la historia de la ópera. Una verdadera pena. Cierto es que en algunas ocasiones administró bien sus fuerzas, y momentos fundamentales como la escena del duelo o el aria del catálogo salieron a pedir de boca. 

Una escena de "Don Giovanni" en Les Arts - Foto: Miguel Lorenzo / Mikel Ponce
Una escena de «Don Giovanni» en Les Arts – Foto: Miguel Lorenzo / Mikel Ponce

El reparto estaba encabezado por el bajo italiano Davide Luciano que cantó con bastante precisión . Aprovechando su hermoso timbre y su emisión clara, peleó como pudo con las rotantes superficies, y regaló momentos exquisitos como  el duetto Là ci darem la mano, y en la mencionada escena final, donde sólo él se mantuvo a la altura de los acontecimientos. Leporello, el único papel cómico de esta ópera, que de cómica tiene bien poco, fue interpretado por el bajo Riccardo Fassi, que no aportó demasiado al personaje, limitándose a encajar las notas con las sílabas, que ya bastante trabajo es. Cerrando el trío de bajos italianos aparecía Gianluca Burato que dio vida y muerte al comendador. Su voz cavernosa y solemne proporcionó momentos de gran emotividad, si bien su momento estelar, al final de la ópera, se vio muy empañado, porque la ideática visión de Michieletto lo relegó a un lateral del escenario, cuando su papel requiere en ese momento un protagonismo absoluto. Ruth Iniesta se encargó de la interpretación de la ultrajada Donna Anna, y cumplió su parte sin pena ni gloria, Al igual que la iracunda Donna Elvira de Elsa Dreisig, cuyo único momento de lucimiento hubiera sido el aria Ah, chi mi dici mai, si no se hubiera encargado de reducirla a un tempo absurdamente lento el director musical, perdiendo así la identidad psicológica de esta mujer fuerte y decidida. Zerlina fue encarnada por Jacquelin Stucker, pero en este caso debemos negar la mayor. Zerlina es un personaje ingenuo, para el que se requiere una voz ligera, casi aniñada, y la Stucker tiene un caudal considerable, junto con el timbre que moldea la madurez técnica, o sea que no resultó convincente, a pesar de que cantó correctamente. Masetto,  interpretado por Adolfo Corrado, es un papel secundario, casi prescindible, y como tal quedó, en la discreción de una parte bien cantada sin más. Por último, el tenor también italiano Giovanni Sala hizo lo que pudo con un personaje que sólo tiene justificación dramática como réplica de Donna Anna, pero para cuyo papel Mozart escribió exquisiteces como Il mio tesoro. Sala se integró muy bien en los números de conjunto, pero en general tuvo una intervención discreta. 

Una escena de "Don Giovanni" en Les Arts - Foto: Miguel Lorenzo / Mikel Ponce
Una escena de «Don Giovanni» en Les Arts – Foto: Miguel Lorenzo / Mikel Ponce

El Cor de la Generalitat defendió su parte correctamente. Reducido considerablemente en su número, suponemos que en atención a un criterio historicista, no fue suficientemente explotado sobre la escena, e insistimos en que las furias del infierno debieron danzar alrededor de Don Giovanni. La Orquestra de la Comunitat Valenciana siguió haciendo de las suyas, y una vez apercibida de que el director quería potencia, decidieron proporcionársela a modo de barra libre. Muchos momentos se opacaron, o directamente se deslucieron, porque los trombones, que a fines del s. XVIII tenían todavía la sonoridad de un sacabuche, tocaron tan fuerte que fue lo único que se escucho en varios de los finales. Otro tanto podría decirse de los timbales. Cierto es que la partitura está concebida con tanta elegancia que cualquier desajuste queda evidenciado inmediatamente, pero esta orquesta tiene capacidad de sobra para este repertorio, por lo que la coerción de la batuta es en este caso un elemento especialmente necesario. Crítica: «Don Giovanni» Les Arts

El público, que parecía más satisfecho que un servidor, ovacionó largamente a los intérpretes, y estos correspondieron saludando muy ufanos.


Valencia, 2 de marzo de 2023. Palau de Les Arts. Don Giovanni, Mozart / Da Ponte. Dirección musical, Riccardo Minasi. Dirección de escena, Damiano Michieletto. Escenografía, Paolo Fantin. Vestuario, Carla Teti. Iluminación, Fabio Barettin.

Solistas: Davide Luciano, Gianluca Buratto, Ruth Iniesta, Giovanni Sala, Elsa Dreisig, Riccardo Fassi, Adolfo Corrado, Jacquelyn Stucker.  Cor de la Generalitat Valenciana. Orquestra de la Comunitat Valenciana.

OW