Por José Antonio Lacárcel Crítica: «El bateo» Revoltosa» Zarzuela
El Madrid eterno, el Madrid castizo, el Madrid popular. El Madrid de las corralas y casas de vecinos, el de la música de organillo, el de las gorrillas ladeadas, el de los mantones de vivos colores. El Madrid del tabaco picado, de las tertulias de vecinos. El Madrid vivo, que retrata toda una época y que puede trasvasarse a buena parte del Madrid actual, aunque ahora haya más prisas, haya más crispación y cueste un poco más de trabajo eso de echarse unos vinos mientras se acarician unos naipes en una partida que se repite todos los días y que se hace eterna. Ese Madrid entrañable, vivo y eterno. Ese Madrid que es puro pueblo ha vuelto a asomarse, con éxito, al escenario del Teatro de la Zarzuela. Un homenaje sin alharacas, pero con el sello de la autenticidad, hacia el género chico, tan interesante, tan atractivo y tan vituperado por los pontífices de la pedantería que juzgan y condenan, sin molestarse en conocer aquello de lo que hablan, escriben y desprecian.

Este Madrid eterno, repito, es el que hemos visto y disfrutado en el Teatro de la Zarzuela. La gracia ingenua de libretistas como Antonio Paso, Antonio Domínguez, y José Luis López Sílva y Carlos Fernández Shaw. La música llena de encanto, de auténtico sabor popular de Federico Chueca y la de Ruperto Chapí, han vuelto a deleitarnos gracias a la perfecta conjunción de dos interesantes talentos: el director de orquesta Oliver Díaz, y el director de escena Juan Echanove. Ambos, con talento, profesionalidad y entusiasmo, han conseguido revivir esos momentos únicos en los que el protagonismo está en los tipos y los personajes de un Madrid que ya se ha perdido, pero cuyo espíritu permanece en el alma de este pueblo acogedor, amable, abierto y que hace suyos a todos los que aquí llegan. En Madrid nadie se siente extraño. Y por eso se puede comprender, se puede apreciar, puede identificarse cualquier lugar con las ingenuas aventuras y avatares de personajes tan castizos y tan bien definidos literaria y musicalmente como el Wamba, el Virginio, Nieves, Valeriana. O los sensacionales Mari Pepa, Felipe, Candelas, Soledad, Cándido y Gorgonia. Son tipos populares, tipos nacidos de un teatro costumbrista, tipos que configuraron una época y que, en realidad, trascendieron hasta el punto de que hoy día son fácilmente reconocibles y , lo que es más importante, absolutamente creíbles. Tipos que surgen de la gracia, del ingenio de unos saineteros que supieron encontrar ese algo indefinible pero que puede identificarse con lo más popular de la vida madrileña.
Juan Echanove tiene una muy buena relación con un género que le gusta, al que entiende y al que aporta toda su sabiduría artística, que no es pequeña. Me acuerdo todavía de su actuación en la versión de concierto que se hizo de La Tempestad, del maestro Chapí. Y recuerdo su formidable montaje escénico en Pan y Toros, del gran Barieri. Y ahora ha vuelto a acertar con la dirección escénica de dos obras tan parecidas en algunos aspectos y tan diferentes en otros. Dos obras del llamado género chico -no olvidemos que esta denominación se debe a la duración de las obras, no a la calidad-, dos obras en las que una tiene el regusto castizo de la música que parece brotar espontánea del sentir popular. La otra constituye uno de los grandes monumentos de este género chico que tiene como fuente de inspiración este Madrid espléndido, este Madrid eterno en el que pueden variar modas, costumbres, actitudes, pero que siempre, siempre, conserva su esencia. Y surge esa música espléndida que nace del alma popular pero que en un autor como Chapí, alcanza una dimensión única. Crítica: «El bateo» Revoltosa» Zarzuela

Creo que todo esto lo ha entendido suficientemente Juan Echanove, que ha trabajado con eficacia la dirección escénica, con un planteamiento aparentemente sencillo pero que tiene un atractivo especial al trasvasar la acción de ambas obras hasta nuestros días sin que por eso allí chirríe nada, sin que se produzca un impacto, entre negativo y sorprendente, en el espectador. Todo fluye con naturalidad y el resultado final es bueno. Dentro de una calidad, me quedo sobre todo con lo conseguido en La Revoltosa, sin que haya que desdeñar el buen trabajo hecho en El bateo.
Se ha cuidado bien el elenco actuante. En la obra de Chueca ha tenido un lógico protagonismo Gerardo Bullón que ha encarnado a Wamba, el gracioso “anarquista” que no quiere pisar una iglesia pero que, sin embargo, va a apadrinar el bautizo del hijo de Nieves. Ha estado gracioso y simpático en su famoso tango y en todo momento ha llenado el escenario con su buen hacer. José Manuel Zapata ha lucido con su gracia natural, su espontaneidad y ha cantado con mucho gusto el gracioso dúo con la soprano María Rodríguez que también ha estado convincente en todo momento. Y a menos nivel una joven Lara Chaves y la siempre acertada Milagros Martín. El resto ha sabido estar a la altura de una partitura fresca y no muy complicada y de unos diálogos graciosos y ocurrentes. Como siempre, el coro ha tenido una muy buena actuación y la orquesta ha respondido admirablemente siendo bien conducida por Oliver Díaz.

Y después La Revoltosa. No creo adecuado extenderme demasiado en la calidad indiscutible de esta obra, calidad que se advierte desde los primeros compases del vibrante preludio. O en el momento cumbre del dúo, uno de los momentos claves en toda la historia del género chico. O en las guajiras que canta Soledad. O en esos números donde la comicidad se alía con el buen gusto musical. En fin, que junto con La verbena de la Paloma constituye el mejor exponente de lo que es el más co to género chico de ambiente madrileño.
Ha sido una representación bastante afortunada. Gerardo Bullón ha dado vida a un convincente Felipe. Su intervención en el dúo ha sido de gran brillantez. Ha cantado con gusto, con talento, de forma apasionada. Ha hecho gala de su bonita voz de barítono lírico con un cierto punto atenorado y ha conseguido obtener todo el partido de lo que la rica partitura exige. Junto a él una adecuada intervención de la soprano Berna Perles. Ha cantado con mucha entrega y tiene una voz cálida que se vuelve más brillante en el registro más agudo y que puede resultar un tanta opaca en los graves. Ha encarnado una chulapa de rompe y rasga pero muy actual. Blanca Valido ha sido una excelente Soledad que ha brillado sobre todo en las guajiras. Pero siempre ha estado a muy buen nivel, con una voz bonita, bien timbrada y con calidad sobre todo en los agudos. Ricardo Muñiz ha sido un afortunado intérprete de Cándido, tanto en las partes cantadas como en sus intervenciones habladas sobre todo con el chispeante diálogo que mantiene con Gorgonia, personaje éste que ha sido bordado por Milagros Martín. Por su parte José Manuel Zapata ha dado vida a un convincente señor Candelas, donde ha tenido una especial gracia a lo largo de sus diálogos, como el que mantiene con el personaje de Mari Pepa.

Y muy acertados los demás componentes del elenco, como son María Rodríguez, José Julián Frontal, Alberto Frías, Angel Burgos y Sergio Dorado. Todos ellos han sabido moverse con soltura por el escenario y han contribuído decisivamente al buen resultado final de la representación. Obvio es decir que de nuevo el coro ha estado muy afortunado y que la orquesta ha sonado a muy buen nivel gracias a la maestría de Oliver Díaz, que ha mantenido un gran equilibrio en el tratamiento de los distintos planos sonoros. Que ha sido buen colaborador de los cantantes y que ha sabido extraer toda la intensidad y la belleza que posee la partitura del Xiquet de Villena. No queremos silenciar el hecho positivo de que se ha conseguido recuperar un fragmento perdido, un trío de mujeres que tiene una especial gracia y que está muy bien tratado. Este fragmento que estaba perdido se ha recuperado gracias al trabajo del musicólogo Enrique Mejías y hay que destacar la buena orquestación realizada por Juan de Udaeta.
Madrid (Teatro de la Zarzuela), 9 de abril de 2025 El bateo / La Revoltosa
Dirección musical: Oliver Díaz. Dirección de escena: Juan Echanove Orquesta de la Comunidad de Madrid, Coro del Teatro de la Zarzuela.
ELENCO.
El bateo: Gerardo Bullón, María Rodríguez, José Manuel Zapata, Milagros Martín, José Julián Frontal, Lara Chaves, Alberto Frías, Julen Alba, Ángel Burgos.
La Revoltosa: Berna Perles, Gerardo Bullón, Blanca Valido, Milagros Martín, Ricardo Muñiz, María Rodríguez, José Manuel Zapata, José Julián Frontal, Alberto Frías, Sergio Dorado.