Crítica: «El cuento del zar Saltán» en el Teatro Real

Por María Pardo

Llega al Teatro Real la nueva producción de El cuento del zar Saltán con música de Nikolái Rimski-Korsákov y libreto de Vladímir Belski basado basado en el cuento folclórico en verso de Aleksandr Pushkin. Es una coproducción con el Théâtre Royal de La Monnaie/De Munt, en dónde se estrenó en 2023. Con esta premiada obra política de narrativa fantástica se conmemora, además, el 226 aniversario del nacimiento del poeta y dramaturgo Aleksandr Pushkin, considerado el fundador de la literatura rusa moderna y en cuyas obras se han inspirado los compositores rusos para crear los libretos de numerosas óperas, como la recientemente representada en Madrid Eugène Onegin de Tchaikovsky.

Bodgan Volkov (Príncipe Guidón) y Svetlana Aksenova (Zarina Militrisa) / Foto: Javier del Real

Inspirándose en las ilustraciones del ruso Iván Bílibin, el equipo con el que el director de escena y escenógrafo Dmitri Tcherniakov cuenta para esta producción, ha desarrollado un fabuloso trabajo en el que la conjunción del diseño de vestuario de la figurinista rusa Elena Zaytseva y el diseño del director de iluminación y video del ruso Gleb Filshtinsky, aporta un carácter fantástico y estéticamente deslumbrante. El planteamiento dramático de Dmitri Tcherniakov acierta en insertar el cuento en la historia en que una madre afronta la difícil tarea de explicar a su hijo autista sus orígenes a través de un cuento de hadas para que éste comprenda mejor la realidad por la que pregunta a su madre: quién su padre y por qué están solos. En este caso, su invención encaja perfectamente con el cuento dentro de la historia y la dota de un doble sentido, acentuando el drama de una “madre coraje” que busca una manera valiente de presentar estas respuestas complejas a su hijo. Elige hacerlo a través de El cuento del zar Saltán, pero al final ambos terminan condenados al ostracismo por una sociedad torpe emocionalmente que no sabe respetar ni integrar la neurodivergencia en sus interacciones cotidianas.

Nina Minasyan (Princesa Cisne), Bodgan Volkov (Príncipe Guidón) y Svetlana Aksenova (Zarina Militrisa) / Foto: Javier del Real

La propuesta en el vestuario de Elena Zaytseva presenta a los personajes con ropas inspiradas en el folclore ruso con el toque caricaturesco de parecer que están pintados a rallas con rotuladores. Esta imagen, junto el movimiento mímico adecuado de los intérpretes, les hace parecer muñecos convenientemente articulados. Con ello se refuerza la parte que pertenece al cuento en sí, contrastando con la vestimenta sencilla y actual de los pertenecientes a la historia matriz. La realidad alternativa a la que el hijo autista se aferra está delicadamente presentada por los efectos de dibujo y video de Gleb Filshtinsky. Su labor impecable de sincronización y belleza visual refuerza el imaginario del chico e integra la música, la historia y al público de tal forma que potencia la empatía y logra mantener a los asistentes con una curiosidad inquieta durante las casi tres horas de espectáculo. Realmente consigue asombrar con cada propuesta visual por su delicadeza y honestidad artísticas.

El pianista y director francés Ouri Bronchti hizo sonar a la Orquesta Titular del Teatro Real de forma que se integró perfectamente con la acción y las voces de los cantantes. Su dirección vital e íntima abarcó generosamente y con control a los casi cien músicos que estaban en foso que tuvieron que ampliar retirando butacas para darles cabida. Por su parte, el Coro Titular del Teatro Real, dirigido por su director José Luis Basso, hizo un trabajo encomiable. El coro se dividió en dos: los que cantaron los internos perfectamente sincronizados con la orquesta; y los que salieron a escena vestidos con los trajes de fantasía ideados para el cuento o de calle en el momento final de enfrentamiento con la realidad. 

Nina Minasyan (Princesa Cisne) y Bodgan Volkov (Príncipe Guidón) / Foto: Javier del Real

Los cantantes solistas llevaron al público por ambas historias con maestría. El trabajo actoral y vocal del tenor ucraniano Bogdan Volkov, al que hemos visto en el papel de Lenski en la reciente producción de Eugène Onegin, es impresionante. No sólo está presente durante toda la representación sobre el escenario, sino que logra plasmar su neurodivergencia de tal forma que llega al corazón con toda su verdad. Su honestidad vocal y dramática en el personaje del príncipe Guidón es de tal envergadura que conquista la atención desde el primer momento. Su madre, la Zarina Militrisa, interpretada por la soprano rusa Svetlana Aksenova, está a la par del personaje de su hijo: su angustia, su amor y su resiliencia están respaldadas por una voz amplia al servicio de la virtud y la justicia.

La situación de injusticia provocado por las antagonistas –que son las dos hermanas mayores de la Zarina Militrisa: la soprano eslovena Bernarda Bobro como Povarija y la contralto alemana Stine Marie Fischer como Tkachija; junto a la mezzosoprano británica Carole Wilson como Babarija,– son el resultado de un trabajo bien hecho, muy fino, con un empaste vocal y complicidad excelentes en el desempeño concienzudo de sus partes. La Princesa Cisne, interpretada por la soprano armenia Nina Minasyan, enriqueció los momentos más mágicos de la tarde, no sólo por sus apariciones tan bien elaboradas visualmente, sino también por la belleza y la emisión prístina de su voz, presente en todo su rango vocal y matices dinámicos.

Nina Minasyan (Princesa Cisne) y Bodgan Volkov (Príncipe Guidón) / Foto: Javier del Real

Todos los demás personajes: el Zar Saltán del bajo croata Ante Jerkunica, el Viejo del tenor ruso Evgeny Akimov, el Mensajero/marinero del tenor santanderino Alejandro del Cerro, el Skomoroj (bufón/marinero) del bajo ruso Alexander Vassiliev y el marinero del tenor ucraniano Alexander Kravets; están a la altura de los personajes principales y son correctos y congruentes con la propuesta dramática y musical.

El cuento del zar Saltán, resulta ser una ópera encantadora y una joya del repertorio eslavo que conjuga el folclore, la fantasía y la maestría orquestal en el panorama lírico. Esta ópera nos sumerge en un mundo de intrigas palaciegas, islas encantadas y criaturas fabulosas, todo envuelto en una puesta en escena desbordante de color y vitalidad. Y, aunque se suele interpretar a menudo su célebre “Vuelo del moscardón”, pocas veces podremos ver la obra completa, que revela una riqueza musical y narrativa muy superior a lo que su fragmento más conocido sugiere. ¡¡¡Por favor, no se la pierdan!!!


Madrid (Teatro Real), 30 de abril de 2025    OW     El cuento del zar Saltán    Ópera en un prólogo y cuatro actos

Música de Nikolái Rimski-Kórsakov (1844-1908). Libreto de Vladímir Belski, basado en el cuento folclórico en verso de Aleksandr Pushkin. Estrenada en el Teatro Solodóvnikov de Moscú el 3 de noviembre de 1900. Estreno en el Teatro Real

Dirección musical: Ouri Bronchti  Dirección de escena y escenografía: Dmitri Tcherniakov

Vestuario: Elena Zaytseva  Iluminación y vídeo: Gleb Filshtinsky                                  Dirección del coro: José Luis Basso

Reparto:

Zar Saltán: Ante Jerkunica  Zarina Militrisa: Svetlana Aksenova   Tkachija: Stine Marie Fischer   Povarija: Bernarda Bobro   Babarija: Carole Wilson   Príncipe Gvidon: Bogdan Volkov   Princesa Cisne: Nina Minasyan   Viejo abuelo: Evgeny Akimov   Mensajero: Alejandro del Cerro   Skomoroj: Alexander Vassiliev   Marinero: Alexander Kravets

Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real.                                                     Conmemoración del 226º aniversario del nacimiento de Aleksandr Pushkin.