Crítica: «Eugenio Onegin» en el Teatro Real

Por María Pardo

Éxito musical y fracaso escénico de Eugenio Oneguin

Hemos asistido a la primera representación de la obra Eugenio Oneguin, una serie de escenas líricas que Piotr Ilich Chaikovski (1840-1893) compusiera a finales del siglo XIX basándose en la novela homónima en verso de Aleksandr Pushkin. Se trata de una nueva producción del Teatro Real en coproducción con Den Norske Opera & Ballet de Oslo y el Gran Teatre del Liceu de Barcelona que, si bien ha sido un éxito musical por parte de los ejecutantes, ha resultado, a su vez, un fiasco escénico, con abucheos incluidos.

De izquierda a derecha: Bogdan Volkov (Lenski), Iurii Samoilov (Eugenio Oneguin), Kristina Mkhitaryan (Tatiana), Clara Navarro (bailarina/actriz), Frederic Jost (Capitán), Yannic Bosc (bailarín/actor), Katarina Dalayman (Lárina) y Victoria Karkacheva (Olga) / Foto: Javier del Real

En esta gran dicotomía, el planteamiento de Gustavo Gimeno, el director musical en estas representaciones, revela una entrega emocional e intelectual al libreto, siempre atento a los cantantes y sus dinámicas, así como a las intervenciones melódicas de la Orquesta Titular del Teatro Real en las que destaca melodías y fraseos con sumo celo. Por su parte, el Coro Titular del Teatro Real, preparados con la habitual eficiencia de su director José Luis Basso, realiza una labor extraordinaria en sus intervenciones tanto en la pronunciación del ruso, como en sus complejos internos y apariciones, a pesar de las caóticas directrices escénicas y de movimiento. Destacable la intervención del interno por parte del tenor David Romero, que se mostró preciso y bien capacitado para proyectar sus frases desde el interno que tenía marcado junto a sus compañeros.

De los cantantes intérpretes, todos actuaron de forma sobresaliente. La soprano rusa Kristina Mkhitaryan, dueña de una voz contundentemente aterciopelada y flexible, interpretó a la melancólica Tatiana. Su larga escena de la carta fue aplaudida por el público. La mezzosoprano rusa Victoria Karkacheva, también con un importante instrumento vocal, complementó perfectamente el tándem de hermanas como la vivaracha Olga.

Kristina Mkhitaryan (Tatiana) / Foto: Javier del Real

Impecable en su papel de Larina, como madre de las dos muchachas, la ahora mezzosoprano sueca (antes soprano dramática) Katarina Dalayman. Ya impresionó la veterana mezzosoprano italiana Elena Zilio cuando participó en el Teatro Real en la ópera Siberia de Umberto Giordano como Nikona en el 2022 y, en este caso, tres años después, nos ofrece una Filípievna vital con una voz que pasaba la orquesta sin ningún problema. Fue muy aplaudida por el público, que celebraba que una respetable cantante lírica con una dilatada experiencia profesional y que ha cantado en los teatros más importantes del mundo, a pesar de su edad avanzada, pueda seguir activa y sea tenida en cuenta para papeles propios de sus características. ¡Ojalá corrieran la misma suerte aquellos que, compartiendo sus capacidades, han sido “apartados” de los escenarios!

El barítono ucraniano Iurii Samoilov, conoce a fondo a su personaje y se entrega a él sin contención. Es una voz con carácter propio que da soporte al difícil rol del pretencioso Eugenio Oneguin. Hace una buena combinación con la voz del personaje de su amigo Lenski, el tenor Bogdan Volkov, que también fue muy aplaudido en su famosa aria “¿A dónde, a dónde habéis ido…?” en la que mostró una gran sensibilidad interpretativa con matices de gran belleza vocal. Otro cantante que se llevó la ovación del público fue el bajo ruso Maxim Kuzmin-Karavaev en el aria «El amor conquista todas las edades», en la que hizo gala de un amplio fiato y una musicalidad expresiva que ponía de manifiesto su compromiso sincero con los versos que recitaba. A la altura de sus compañeros estuvo el discreto personaje del Capitán, interpretado por bajo alemán Frederic Jost y otro gran celebrado fue el tenor español Juan Sancho como Monsieur Triquet, resuelto acertadamente por parte del director de escena alemán como un payaso animador de fiestas infantiles con globos.

Una escena con Juan Sancho (Monsieur Triquet) en el centro de la imagen / Foto: Javier Del Real

En cuanto a la parte que motivó el descontento y abucheos por muchos entre el público asistente, fue el concepto escénico de Christof Loy y la dirección de movimiento del coreógrafo Andreas Heise. El primer acto los desarrolla en la cocina, el segundo y tercer acto transcurren en un mismo espacio: una pared blanca con una sola puerta de entrada y salida. El servicio de la casa mantiene relaciones sexuales, comen y se emborrachan junto a los invitados de las fiestas, las dueñas de la casa o los campesinos que entran en tropel a la casa quedando algunos durmiendo en el suelo. Los diálogos se suceden en muchas ocasiones con los cantantes sobre las mesas, incluso en el caso de las personas mayores, que también se suben a las mesas para interactuar. Las danzas de Chaikovski se suceden a la vez que movimientos caóticos del coro y orgiásticos por parte de los criados. El coro se desplaza en fila dados de la mano recorriendo el escenario a modo de corro en las escenas de fiesta. Los distintos criados, que son siete bailarines, están encomendados en las danzas a repetir los motivos sexuales, independientemente del género de estos, insinuando incluso prácticas más agresivas como la violación o el intento de ésta. Pareciera que su misión fuera no parar de moverse mostrando el interés sexual entre ellos para dar sensación de acción cuando Christof Loy no sabe qué mas hacer con el coro. Al final, resulta tan molesto que uno deja de prestar atención a la música y la visión esperpéntica se impone al concepto que justifica la composición de Chaikovski. Irónicamente, en el programa de mano aparecen las siguientes frases escritas por el compositor ruso: “… ¡A mí me dan grima los efectos teatrales! […] Quiero en el escenario a seres humanos y no a títeres…”. 

Victoria Karkacheva (Olga), Iurii Samoilov (Eugenio Oneguin), Bogdan Volkov (Lenski), Kristina Mkhitaryan (Tatiana) y Elena Zilio (Filipievna) / Foto: Javier del Real

Para continuar con las inexplicables decisiones teatrales de Loy, tras el extraño duelo que termina siendo una especie de suicidio por parte de Lenski en el momento que se abraza a Oneguin como el resultado del amor que se tienen ambos amigos, éste aprovecha la pistola que tiene su amigo en la mano para apretarle el gatillo apuntando a su propia boca y, acto seguido, la fiesta se traslada donde queda el cuerpo inerte de Lenski y el coro vuelve a aparecer con su corro y los bailarines con escenas de sexo. En este punto ya no hubo aplausos, sino que se oyeron abucheos que volvieron a repetirse en los saludos finales cuando Loy y su equipo salió a saludar. Por suerte, los músicos y cantantes fueron valorados con justicia.

Pese a todo y, si uno puede llegar a abstraerse de las imágenes, ésta es una buena ocasión para asistir a deleitarse con la música de la gran propuesta lírica que este compositor ruso realizó pretendiendo hacer honor a los versos de Pushkin, retratando la verdad humana que había detrás de las costumbres del pueblo ruso del siglo XIX.


Madrid (Teatro Real), 22 de enero de 2025.    Eugenio Onegin, escenas líricas en tres actos y siete cuadros. Música de Piotr Ilich Chaikovski (1840-1893) Libreto del compositor y Konstantin S. Shilovski, basado en la novela homónima en verso de Aleksandr Pushkin (1831).  OW

Estrenada en el Teatro Maly del Conservatorio de Moscú el 29 de marzo de 1879 y en el Teatro Bolshói el 23 de enero de 1881.

Estrenada en el Teatro Real el 7 de septiembre de 2010

Nueva producción del Teatro Real, en coproducción con Den Norske Opera & Ballet de Oslo y el Gran Teatre del Liceu de Barcelona

Equipo artístico

Dirección musical: Gustavo Gimeno  Dirección de escena: Christof Loy

Escenografía: Raimund Orfeo Voigt.     Vestuario: Herbert Murauer

Iluminación: Olaf Winter        Dirección de movimiento: Andreas Heise

Dirección del coro: José Luis Basso

Reparto:

Lárina: Katarina Dalayman. Tatiana: Kristina Mkhitaryan. Olga: Victoria Karkacheva. Filípievna: Elena Zilio

Eugenio Oneguin: Iurii Samoilov. Lenski: Bogdan Volkov. El príncipe Gremin / Zaretski: Maxim Kuzmin-Karavaev. Capitán: Frederic Jost. Monsieur Triquet: Juan Sancho

Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real

Conmemoración del 225º aniversario del nacimiento de Aleksandr Pushkin