Crítica: «Eugenio Onegin» en el Teatro alla Scala de Milán

Por Bernardo Gaitán Crítica: «Eugenio Onegin» Scala Milán Crítica: «Eugenio Onegin» Scala Milán
Por recomendación de la mezzosoprano Yelizaveta Lavrovskaya, Tchaikovsky comenzó a leer, más por compromiso que por placer, la novela Eugenio Onegin de Alexander Pushkin. Sin embargo, quedó fascinado por la obra y en especial por la figura de Tatiana, lo que lo llevó a componer una serie de “escenas líricas”. Crítica: «Eugenio Onegin» Scala Milán
Una escena de «Eugenio Onegin» / Foto: Brescia e Amisano – Teatro alla Scala
En una carta dirigida a Karl Albrecht, Inspector Musical de los Teatros Imperiales Rusos, Tchaikovsky impuso cinco condiciones para el estreno de Onegin: 1) No quería voces superdotadas, sino cantantes bien preparados. 2) Los cantantes-actores debían actuar sin exageraciones. 3) La puesta en escena debía ser sin lujos y fiel a la década de 1820. 4) El coro no debía ser un simple “rebaño de ovejas, sino seres humanos que toman parte en la acción”. 5) El director no debía ser “ni una máquina, ni un músico excesivamente rígido como Nápravník” (entonces director de la orquesta del Teatro Mariinski de San Petersburgo). Y concluyó afirmando que jamás cedería Eugenio Onegin a los teatros imperiales de Moscú o San Petersburgo y que, si no podía estrenarse en el Conservatorio, prefería que no se representara en absoluto.Tres años antes, Aida de Verdi había triunfado en Moscú con su monumental puesta en escena. La comparación entre ambas óperas era inevitable, y cuando le advirtieron a Tchaikovsky sobre el carácter poco teatral de Onegin, él respondió: “¿Para qué sirven esos efectos? {…} Prefiero óperas con personajes que sientan lo mismo que yo, con emociones que he experimentado y que comprendo. No sé lo que siente una princesa egipcia, un faraón o un nubio furioso…”
Una escena de «Eugenio Onegin» / Foto: Brescia e Amisano – Teatro alla Scala
Spoiler alert: para desgracia de Tchaikovsky, Eugenio Onegin jamás salió de la programación del Teatro Bolshói ni del Mariinski, e irónicamente, fue dirigido en varias ocasiones por el propio Eduard Nápravník. Más aún, en esta nueva producción del Teatro alla Scala, Mario Martone ignoró uno de sus requisitos: en lugar de ambientar la ópera en el ottocento, optó por una versión moderna. El director napolitano regresa a la Scala con repertorio ruso tras la agridulce propuesta de Jovánschina de Músorgski de 2019. La escenografía de Margherita Palli fue deslumbrante: un inmenso campo de trigo y un cielo azul vibrante (creado con videomapping de Alessandro Papa) evocaron el ardiente verano del primer acto. En contraste, el segundo acto mostró el despiadado frío ruso en un paisaje con bloques de hielo, sensación posible gracias a la iluminación de Pasquale Mari. El final, en una imponente caja negra, el escenario vacío marcó el vacío emocional de Onegin. Sin embargo, una decisión alteró radicalmente la historia: en lugar del duelo, Martone introdujo un juego de ruleta rusa, haciendo que Lensky se suicidara en lugar de ser asesinado por Onegin. Esto diluye el conflicto central y cambia por completo la psicología del protagonista, ya que la culpa de matar a su mejor amigo es mucho más significativa que solo ser testigo de su suicidio.
Una escena de «Eugenio Onegin» / Foto: Brescia e Amisano – Teatro alla Scala
La dirección musical de Timur Zangiev también resultó ambivalente. Regresó a la Scala tras el escándalo de 2022, cuando reemplazó a Valery Gergiev en La dama de picas, quien fue sustituido tras no condenar la invasión rusa a Ucrania. El trabajo de Zangiev sobre la dinámica y los ritmos fue notable, resaltando las diversas danzas y todos los momentos orquestales de la partitura. Sin embargo, su dirección con las voces, aunque académica y eficaz, careció del paroxismo que la obra exige. La orquesta respondió bien, aunque con menos brillo del habitual, mientras que el coro, dirigido por Alberto Malazzi, estuvo certero y emotivo, con algunas desafinaciones menores interpretaron los cantos solemnes así como las efervescentes y rítmicas partes bailables.
En el rol protagónico, Alexey Markov ofreció un Onegin de voz cálida y timbre hermoso, con una presencia escénica seductora y un matiz de melancolía. Sin embargo, la  interpretación del barítono carece eventualmente de un fraseo articulado y matices dinámicos. Su personaje resulta distante y altivo, sin explorar a fondo la complejidad emocional del personaje. Aida Garifullina, ideal físicamente para Tatiana, mostró una voz homogénea y segura en los agudos, aunque su registro medio y grave careció de color. Su interpretación escénica, pese al compromiso, no transmitió la evolución emocional de Tatiana, en especial en la crucial escena de la carta, que quedó en una melancolía genérica sin la intensidad ni la profundidad requeridas. Digno de mención es su registro agudo, elegante y sedoso. Crítica: «Eugenio Onegin» Scala Milán
Aida Garifulina y Alexei Markov / Foto: Brescia e Amisano – Teatro alla Scala
Tras haber sido aclamado en Rusalka y Guillaume Tell, Dmitry Korchak regresó a la Scala para ser nuevamente aplaudido. Construyó un Lensky con idealismo poético y pasión juvenil, y aunque su técnica presentó pequeños deslices, su interpretación fue intensa y emotiva. Su aria «Kuda, kuda vi udalilis (¿A dónde os habéis ido?)», una de las cumbres de la ópera, le valió una ovación bien merecida por su interpretación tan refinada.
Pese a su breve participación, dos momentos destacaron: la nostálgica aria del Príncipe Gremin «Lyubvi vsye vozrasti pokorni (Al amor se sucumbe a cualquier edad)«, donde el bajo Dmitry Ulyanov transmitió con profundidad la emoción de un sentimiento amoroso, y la encantadora canción «Que le sort comble ses désirs» de Monsieur Triquet, interpretada con pasión por el tenor Yaroslav Abaimov. Entre los demás intérpretes, brillaron Elmina Hasan (Olga), Alisa Kolosova (Larina) y Julia Gertseva (Filippeevna). Cabe mencionar que el 100% del elenco era ruso, lo que garantizó una pronunciación impecable y una interpretación estilísticamente auténtica.
Una escena de «Eugenio Onegin» / Foto: Brescia e Amisano – Teatro alla Scala
Como epílogo, cito a Mario Martone en el programa de sala: «Tras mi producción de Jovánschina en 2019, me reuní en Moscú con Gergiev para planear más óperas rusas. Luego llegó la guerra, y con ella, la oscuridad. No es mi postura sobre la guerra lo que está en juego, sino la consternación, tan similar a la que sienten los espectadores de la ópera de Tchaikovsky ante la absurda pelea entre Onegin y Lensky y el duelo mortal que sigue».
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Milán (Teatro alla Scala), 5 de marzo de 2025

Eugenio Onegin– Nueva Producción                                               OW

Orchestra e Coro del Teatro alla Scala
Dirección musical: Timur Zangiev. Maestro del coro: Alberto Malazzi.
Dirección escénica: Mario Martone. Escenografía: Margherita Palli
Vestuario: Ursula Patzak. Iluminación: Pasquale Mari. Coreografía: Daniela Schiavone. Video designer: Alessandro Papa
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Elenco: Alexey Markov, Dmitry Korchak, Aida Garifullina, Elmina Hasan, Alisa Kolosova, Julia Gertseva, Dmitry Ulyanov, Yaroslav Abaimov, Huanhong Li, Oleg Budaratskiy.