Por Bernardo Gaitán
No hay en la historia de la ópera un título que haya sido creado con tan pocas expectativas como Falstaff. Giuseppe Verdi, tras concluir que había compuesto todo lo que debía en su vida, dejó de escribir durante varios años. Fue en 1880 cuando su esposa, Giuseppina Strepponi, le hizo notar que para cerrar su carrera de la mejor manera le faltaba una ópera cómica. Así, como señala el musicólogo Raffaele Mellace, en la víspera de su 80 cumpleaños, Verdi comenzó a trabajar en el broche de oro de su trayectoria compositiva: una ópera cómica con una música genuina y personal, como nunca antes se había escuchado en la historia.
En ese momento Verdi ya era uno de los hombres más ricos de Italia, vivía de las regalías de sus óperas y prácticamente estaba jubilado. Sin embargo, Falstaff lo llevó a romper todas las reglas de composición en boga, escribiendo una música avanzada para su tiempo. Lo hizo sin preocuparse por satisfacer a editores, empresarios o incluso al público. Consciente de que esta ópera no sería un éxito masivo comparable al de Traviata, Rigoletto o Il trovatore, pidió a Giulio Ricordi unos honorarios sorprendentemente modestos: 50.000 liras italianas, una cantidad considerablemente menor a la de sus obras previas.

El libreto de Falstaff, obra de Arrigo Boito, es sin duda el más refinado, elegante y cuidado del repertorio verdiano. Para entender mejor el personaje de Falstaff, cuando Verdi recibió el primer boceto de parte de Boito corrió a leer los libros de Shakespeare -otra de sus grandes pasiones- para comprender a fondo el personaje principal. Estudió Las alegres comadres de Windsor, además de las dos partes de Enrique IV y Enrique V, ya que en todas aparece el carismático John Falstaff. Con una minuciosidad casi maniática, creó la psicología del personaje, un proceso que se refleja con maestría en la partitura.
El vínculo de Falstaff con el Teatro alla Scala es muy especial: fue ahí donde se estrenó, el 9 de febrero de 1893, bajo la supervisión escénica del propio Verdi. Desde entonces, La Scala ha producido 37 versiones diferentes de la obra. Para iniciar 2025, se decidió reponer una de las producciones más extraordinarias del teatro: la icónica versión de Giorgio Strehler, que inauguró la temporada de 1980.
A pesar de tener 45 años, esta producción sigue siendo increíblemente actual, ágil y divertida. El cuidado al detalle que caracterizó a Strehler, (fallecido en 1997) retomado ahora por Marina Bianchi, permitió que continue el legado con maestría. La perfecta sincronía entre libreto y escena resulta abrumadora. La escenografía, diseñada por Ezio Frigerio (fallecido en 2002), es una obra de arte atemporal. Su uso de la perspectiva al aire libre, en particular en el segundo acto, es impresionante: sin recurrir a elementos modernos como videomapping o proyecciones, Frigerio logró, con conocimientos arquitectónicos e ingenio, crear un universo escénico isabelino fascinante. El vestuario clásico, firmado también por Frigerio resultaron igualmente memorables, y completan esta experiencia visual de excelencia.

En el podio, el maestro Daniele Gatti demostró ser un concertador excepcional, presentando una lectura dinámica, viva y ágil de la compleja partitura verdiana. El concertador milanés propuso una versión dinámica donde las modulaciones fueron sublimes, los matices cuidados al detalle y la atención a los cantantes, impecable. La orquesta del Teatro alla Scala, bajo su dirección, ofreció una ejecución precisa y brillante de los requerimientos de Gatti.
En el rol titular, Ambrogio Maestri confirmó su estatus como el Falstaff por excelencia de la actualidad. Desde el primer instante, el barítono no interpretó a Falstaff: era Falstaff. En una entrevista publicada en la revista del teatro, el baritono asegura haber interpretado al “viejo John” en cerca de 400 funciones, por ende asegura que es como su alter ego. La maestría escénica con la que Maestri interpreta al pícaro viejo es incuestionable, sin dejar de lado la maestría vocal. Debutó el rol con 30 años, curiosamente en en La Scala y con esta misma producción. Hoy con 54 años de edad la madurez vocal y escénica del barítono es impecable. Su línea vocal es limpia y clara, sus agudos imponentes y sorprendentemente bien colocados aunque con notables dificultades en el falsete. De cualquier manera es un gran interprete del rol, como ha demostrarlo su “L’onore, ladri!”.
La pareja “en crisis” como define Daniele Gatti en una entrevista a Ford y Mrs. Alice Ford, fueron interpretados espectacularmente por Luca Micheletti y Rosa Feola, respectivamente. Por su parte Micheletti ofreció un Ford muy seguro tanto escénica como vocalmente, con una actuación apasionada. De extraordinaria calidad escénica fue su “È sogno? O realtà?” donde demostró lo buen interprete que es. Mientras Feola nos regaló una Alice segura, extrovertida y aguerrida. La voz de la soprano es una joya, siempre perfecta en emisión, dinámicas y proyección. Con una voz cristalina y proyección perfecta Feola logró cautivar al público. Siempre utilizando la impresión de Gatti, la pareja de ‘amor naciente’ entre Nannetta y Fenton añadió ternura y frescura a la función. La soprano gallega Rosalía Cid y el tenor argentino Juan Francisco Gatell inmortalizaron a la joven pareja genuinamente. Su bellísimo dueto de amor hizo suspirar a mas de uno, gracias a que ambos cuentan con una linea vocal refinada y estudiada, con una excelente pronunciación del italiano Un momento onírico fue la famosa frase «Bocca baciata non perde ventura, anzi rinnova come fa la luna” donde ambos lucieron sus bellísimos sobreagudos. Crítica: «Falstaff» Scala Milán

Una mención a parte requiere Marianna Pizzolato, quien encarnó a una divertidísima Mrs. Quikly. La interpretación escénica de la soprano siciliana fue de otro nivel, pues arrancó carcajadas en el dueto con Falstaff cada vez que aparecía la famosa frase “dalle due alle tre”. Igualmente divertido fue el siempre confiable Antonino Siragusa como el Dottore Cajus, el tenor -también siciliano- es garantía de buen nivel vocal y actoral gracias a su gran vis comica, sobre todo en el final de la ópera. Martina Belli supo cantar con esa pureza de línea necesaria para salir victoriosa con el papel de Mrs. Meg Page. Complementaron magistralmente la acción escénica los sirvientes de Falstaff: Christian Collia como Bardolfo y Marco Spotti como Pistola quienes siempre secundaban con maestría las acciones de Maestri permitiendo un buen flujo de la escena.
De igual manera el coro del teatro, bajo la dirección de Alberto Malazzi fue fundamental para cerrar la icónica fuga final: «Tutto nel mondo è burla, l’uomo è nato burlone”con grandísimo éxito, obteniendo poderosas ovaciones desde todos los niveles del teatro, incluido el exigente loggione.
En la mente de Verdi, Falstaff era un capricho de vejez (parafraseando a Rossini) que no prometía éxito. Sin embargo, revolucionó el mundo de la música; incluso Richard Strauss elogió a Verdi esta obra maestra por carta. Ver una versión tan cuidada y vigente como la de Strehler, con un elenco tan sólido como el de la Scala, no es otra cosa que un privilegio: una deliciosa ‘burla’ que solo la ópera puede ofrecer.
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Milán (Teatro alla Scala), 23 de enero de 2025. Falstaff Ópera de Giuseppe Verdi y Arrigo Boito.
Director musical:DANIELE GATTI.
Director de escena: GIORGIO STREHLER. Retomada por MARINA BIANCHI
Escenografía y vestuario: EZIO FRIGERIO. Iluminación: MARCO FILIBECK
Coreografía ANNA MARIA PRINA. OW
Director de escena: GIORGIO STREHLER. Retomada por MARINA BIANCHI
Escenografía y vestuario: EZIO FRIGERIO. Iluminación: MARCO FILIBECK
Coreografía ANNA MARIA PRINA. OW
Elenco: Ambrogio Maestri, Luca Micheletti, Juan Francisco Gatell, Antonino Siragusa, Christian Collia, Marco Spotti, Rosa Feola, Rosalia Cid, Marianna Pizzolato, Martina Belli.