Crítica: Gala de Zarzuela en el Teatro Jovellanos de Gijón

Por Pablo Álvarez Siana Crítica: Gala Zarzuela Gijón

El Teatro Jovellanos gijonés cumple los 30 años de su reapertura, tras la rehabilitación de 1995, y nada mejor que celebrarlos con nuestro género por excelencia como es la zarzuela, que cuenta con miles de aficionados en Asturias y que en esta primera gala llenaron el coliseo del paseo de Begoña para volver a escuchar (tras la inauguración de la temporada 2022-23 de la Sociedad Filarmónica de Gijón) a la Orquesta Sinfónica Mercadante (OSMer) fundada por el asturiano Mariano Rivas (siempre bien recibido en su tierra), dando la oportunidad y el apoyo necesario a muchos músicos de los conservatorios y teatros madrileños desde su conocimiento como docente. Dos funciones programadas donde además de la propia OSMer el programa ofrecía, como si de un catálogo promocional se tratase, no solo zarzuela sino música española sinfónica, y así junto a las voces de la soprano Alexandra Zamfira y el tenor Quintín Bueno, estaría la pianista china Li Guochao y especialmente la bailarina Natalia Thaïs.

La fachada principal del Teatro Jovellanos de Gijón / Foto: Web Turismo

Si bien el maestro Rivas trabajó con sus músicos con gran detalle, la plantilla de la OSMer se quedó corta y desequilibrada en la cuerda (7-5-5-5-2), lo que perjudicó las obras sinfónicas y las bailadas, con un esfuerzo por parte de los jóvenes músicos no siempre suficiente en las dinámicas, balances y planos, favoreciendo los matices para las romanzas. Centrándome en estas obras de la orquesta sola, las coincidencias en el tiempo hicieron que el día anterior escuchase en Oviedo a la OSPA con Óliver Díaz tanto la Danza final de El sombrero de tres picos (Falla) como la “Escena, canto gitano y fandango asturiano” del Capricho español (Rimski Kórsakov), en el caso gijonés ambas cerrando cada parte del programa, que evidentemente no soporta, ni pretendo, comparaciones. De Falla diría que le faltó un pico al tricornio, con un enorme trabajo del viento madera, mientras de Rimski-Kórsakov el aire asturiano lo puso Don Mariano, y el concertino más el arpa hicieron el esfuerzo de sus intervenciones solistas. Por último del conocido preludio de Chapí solo diré que se quedó en “La juguetona” por las carencias antes apuntadas.

Mariano Rivas en un momento de la gala en el Teatro Jovellanos / Foto: Pablo Albalá

Es de aplaudir montar el piano solamente para el primer movimiento de las Noches en los jardines de España (El Generalife) de Don Manuel, con todo lo que supone, pero la pianista china se limitó a tocar todo lo escrito (que es mucho). Pese a la buena concertación de Rivas y el trabajo de la orquesta, por momentos tapó a Li Guochao ante su poco volumen y la ausencia del “duende” que inunda este concierto de nuestro gaditano universal enamorado de Granada. Faltó la atmósfera sonora que invita a la ensoñación, la magia que desprenden los arabescos y acordes que la recorren (casi imperceptibles), más el rubato casi necesario, así que espero escuchar en otro momento a la pianista y profesora china de buen currículo y trayectoria que esta vez no se lució. Más interesante resultó comprobar todo el arte que nos ofreció la bailarina Natalia Preisig, nacida en Zúrich pero formada en nuestro país en danza española y flamenco. Tres números donde poder cambiar de vestuario y estilo: primero el conocidísimo intermedio de Las Bodas de Luis Alonso (G. Giménez), baile español con castañuelas y zapateado, de coreografía elegante y ritmo complementario al orquestal mientras la OSMer rendía al máximo. Vestido goyesco y de nuevo con las castañuelas para el Fandango de Doña Francisquita (Vives) con el maestro Rivas exprimiendo los planos sonoros y Preisig sin el obstáculo del piano (retirado al descanso) ampliando movimientos con unas manos y gestualidad flamencas. Para rematar la Danza Española de La vida breve (Falla) libre de “palillos” con zapateo y el juego del sombrero cordobés, nuevamente con la orquesta entregada y afinada bajo las órdenes del director asturiano.

Natalia Preisig en el Teatro Jovellanos / Foto: Pablo Albalá

Dejo para el final las dos romanzas de cada cantante más los dúos. La joven soprano castellonense Alexandra Zamfira posee una voz de color muy bello, proyección suficiente, buena dicción y además valiente, comenzando con El barbero de Sevilla (Giménez) y la conocida “Me llaman la primorosa”, arropada por una orquesta siempre mimando a las voces (se nota el magisterio de Rivas en la Escuela Superior de Canto de Madrid), bien interpretada con agudos variados en matizaciones (el final levantó al público) y agilidades limpiaS; más la Romanza de la Duquesa de Jugar con fuego (Asenjo Barbieri), en la que hubo un buen entendimiento con la flauta y se notó a Rivas vigilando los fraseos y una correcta acentuación y afinación (“Tirano amor…”). Zamfira la hizo lucir muy dramatizada, con un color homogéneo en todo su amplio registro, de nuevo valiente atacando el agudo final, con proyección más que suficiente ante una orquesta casi camerística. Habrá que seguir la trayectoria de esta soprano lírico-ligera con mucho camino por delante. El tenor madrileño Quintín Bueno tiene tablas y oficio, eligiendo dos romanzas muy conocidas: “De este apacible rincón de Madrid” de Luisa Fernanda (Moreno Torroba), jugando con el maestro Rivas para cantar en un “rincón de Gijón”, de color no muy brillante, timbre algo metálico de amplio volumen algo apagado en el grave, seguro, más “No puede ser” de La tabernera del puerto (Sorozábal) no todo lo matizada que me hubiera gustado, abusando un tanto del portamento aunque valiente en los agudos, que suelen ser muy del gusto de los aficionados, sin problemas de tesitura y personalmente demasiado abierto el final. De nuevo impagable el trabajo de Mariano Rivas con su orquesta, concertador de primera, templando y respirando con los cantantes. Crítica: Gala Zarzuela Gijón

Quintín Bueno y Alexandra Zamfira / Foto: Pablo Albalá

De los dúos elegidos, en la primera parte “Le van a oír” de Doña Francisquita (Vives) con buen empaste aunque Zamfira tapase a Bueno, arriesgando en el agudo final sin miedo a desafinarlo, y otro tanto en la propina de “Todas las mañanitas” de Don Gil de Alcalá (Penella) invitando al público a realizar el coro, tímido, tras el pasodoble “España Cañí” (Pascual Marquina) antes del dúo, poco torero, demasiado descompensado en balances, dinámicas y matices, para poner el punto y final a casi dos horas de cumpleaños gijonés, aplaudiendo el trabajo de Mariano Rivas, siempre apoyando esta juventud que muy a menudo debe emigrar para encontrar una hueco en el difícil mundo de los profesionales de la música, y apostando por nuestra zarzuela dentro y fuera de nuestras fronteras.


Gijón (Teatro Jovellanos), 3 de mayo de 2025    Gran Gala de Zarzuela y música española    Obras de: Chapí, Sorozábal, Giménez, De Falla, Vives, Morone Torroba, etc.

Orquesta Sinfónica MercadanteMariano Rivas, director de orquesta, Alexandra Zamfira, soprano. Quintín Bueno, tenor.  Lu Guochao, pianista.  Natalia Preisig, bailarina.