Crítica: Gala Zarzuela Villamarta Jerez Por Federico Figueroa
La historia del Teatro Villamarta, desde la primera etapa que va de su apertura en noviembre de 1928 hasta el cierre en 1986, ha estado ligado a la lírica y especialmente a la zarzuela. Su inauguración, pocos meses antes de la Exposición Internacional de Sevilla de 1929, fue con una función doble de las zarzuelas La viejecita, de Manuel Fernández Caballero, y El huésped del sevillano, de Jacinto Guerrero. Cuando en 1996, ya de propiedad municipal, abre nuevamente sus puertas con una recordada gala lírica de Alfredo Kraus, en donde el tenor canario cantó arias de ópera y romanzas de zarzuela. El teatro, en estos más de veinticinco años desde su reapertura, se ha ganado a pulso el sobrenombre de «Centro Lírico del Sur» y ha acogido al género lírico hispano con mimo. De ahí que producciones propias como El asombro de Damasco, Maruxa, La canción del olvido, El huésped del sevillano o Doña Francisquita hayan subido a sus tablas en más de una ocasión en estos cinco lustros. Asimismo ha ofrecido zarzuelas como La Corte de Faraón, Emigrantes, La señora capitana, La leyenda del beso, La generala y La tabernera del puerto, entre otras. Como muestra de su valor y apuesta por la lírica hispana, tómese el dato de la recuperación escénica, tras varios lustros sin representarse, de la ópera La Dolores de Tomás Bretón, en 1998. Un espectáculo más redondo y mucho menos cacareado que las propuestas posteriores de los madrileños Teatro Real (2004) y Teatro de la Zarzuela (2023).

Con estos datos que recuerdo en las líneas anteriores (algunos de ellos quien suscribe tuvo la suerte de presenciar) solo quiero mostrar que el Villamarta ha sido un abanderado de la lírica hispana y por ello una Gala de Zarzuela en su escenario es tan sentida y querida por el público. Debo confesar que me entristeció no ver un lleno completo en la sala. Supongo que los carnavales en Cádiz y los cierres de carreteras por las protestas de los agricultores han tenido algo que ver. La sorpresa positiva fue escuchar, para mí por primera vez, a la solvente y bien compactada Orquesta Álvarez Beigbeder. En el podio, el maestro José Colomé concertó con templanza y acierto, atento siempre a los cantantes solistas y al coro. En los interludios orquestales, muy bien elegidos para mostrar la enjundia del conjunto y el brío del director, se hizo patente la capacidad de buscar y crear matices para destacar a esta o aquella sección de la plantilla orquestal. El conocidísimo interludio de La boda de Luis Alonso estuvo muy bien, pero aún mejor el preludio de El tambor de granaderos donde el sonido fue más sólido y las dinámicas más creativas.

La elección del programa vocal también fue muy atractivo. La soprano jerezana Maribel Ortega, en un espléndido momento vocal, mostró su versatilidad al lucir su poderoso instrumento en páginas tan conocidas como dramáticas de La marchenera («Tres horas antes del día») y de Los claveles («Que te importa que no venga») y mostrarnos su lado cómico con el delicioso vals de Angelita de la zarzuela chica Chateau Margaux, en el que se marcó ella misma un divertido «sketch» con botella de vino y copa para el maestro. Pero antes de este número, que fue el final oficial de la gala, tuvo su punto álgido en el dúo de «La Revoltosa», de Chapí, con Carlos Daza, excelentemente interpretado por ambos. Ya en el inicio, con ese «Por qué de mis ojos los tuyos retiras..» se evidenció el bello fraseo del barítono, del que ya habíamos saboreado su bello timbre y homogéneo sonido dos intervenciones anteriores. La primera fue la romanza «Junto al puente de la peña», de La canción del olvido, un tanto atropellada pero con todas las notas en su sitio, y muy especialmente en la bellísima página que Moreno Torroba compuso para Vidal en Luisa Fernanda («Luche la fe por el mundo»). Crítica: Gala Zarzuela Villamarta Jerez

El tenor Manuel de Diego cantó de forma muy ortodoxa y con buen fraseo la romanza «No puede ser» (La tabernera del puerto), en la que lució fiato y brillantes agudos. También participó en dos dúos, uno con Carlos Daza y el coro (el brindis «A beber» de Marina) y otro con la soprano mexicana Zayra Ruiz. Se trató del «Caballero del alto plumero» de Luisa Fernanda en el que ambos cantantes se mostraron bien compenetrados musical y escénicamente en su paseíllo en el proscenio del Villamarta. Ella es una soprano lírica de voz homogénea, bien esmaltada en toda su extensión, y con una pimpante presencia escénica, como pudimos comprobar en «La canción de la Paloma» de El barberillo de Lavapiés y en la romanza «Me llaman la primorosa» de la zarzuela chica El barbero de Sevilla, que cantó con donosura. Agradabilísima sorpresa fue escuchar a un joven bajo jerezano, Gregorio García, muy bien timbrado y con un gran potencial en su precioso instrumento, cantar con gran propiedad y precisión la romanza de Simpson, «Despierta negro» de La tabernera del puerto. Ojalá y tome los pasos de los grandes cantantes internacionales que han surgido en Jerez en las últimas décadas, como el tenor Ismael Jordi y la soprano Maribel Ortega, que como mencioné al principio antes, está en un momento muy dulce de su carrera, avanzando con paso corto pero seguro y siempre hacia arriba. Hace pocos meses debutó en el Teatro Real cantando estupendamente el rol de Turandot y pronto la disfrutaremos en el Teatro de la Zarzuela en la ópera Gal·la Placidia de Jaime Pahissa.
Debo resaltar la excelente elección del programa, que mezclaba romanzas y dúos con piezas orquestales y también dándole al coro, una de las bases clave para el buen funcionamiento de un teatro, su momento de lucimiento. Esto ocurrió con el precioso «Coro de románticos» de Doña Francisquita y especialmente con el «Pasacalle del Barrio de de la Viña» de Cádiz del maestro Chueca. Como propina, nos regalaron el concertante «Amigos, siempre amigos» de Los Gavilanes, tan socorrido como emocionante, como toda la gala, en la que los finales de todas las piezas son estropeados por un público que no sabe contenerse hasta que la última nota haya exhalado y se ponen a aplaudir aún viendo que el maestro está haciendo indicaciones, batuta en mano, a los músicos. En breve, una gala de zarzuela emotiva y sincera. Y que también tuvo sus bemoles, como no contar con una pausa en regla, convirtiendo la ausencia del maestro Colomé en el podio en un momento extraño. Una pausa de rigor, con el público saliendo al saludándose y comentando el espectáculo en los salones y pasillos habría sido más placentero. Crítica: Gala Zarzuela Villamarta Jerez
Jerez de la Frontera (Teatro Villamarta), 9 de febrero de 2024. Gala de Zarzuela 2024. Obras de Chapa, Chueca, Valverde, Moreno Torroba, Serrano, Sorozábal, Giménez, Barbieri, Vives, Nieto, Arrieta y Fernández Caballero.
Director musical: José Colomé – Orquesta Álvarez Beigbeder. Coro del Teatro Villamarta (Director: Jose Miguel Román)
Solistas:Maribel Ortega, Zayra Ruiz, Manuel de Diego, Carlos Daza, Gregorio García.