Por Manuel Yrízar
Inaugurado en 1934, aunque empezó a construirse en 1904 pensando en las grandes fiestas del Centenario de la Independencia en 1910, casi cien años han pasado y de todo, como en botica, hemos visto en tan suntuoso edificio del Palacio de Bellas Artes. Ahora nos tocó ver y escuchar a uno de los más importantes cantantes mexicanos, el tenor de la Villa de Guadalupe, Ramón Vargas. Cantante desde niño en el Coro de la Basílica de su barrio, el de Guadalupe, celebra ahora este 90 aniversario del Palacio de Bellas Artes en la Sala Principal del otrora Teatro Nacional, demolido para construir esta joya de ecléctico estilo Art Nouveau y Déco. Pensado como teatro de ópera para sustituir el antiguo foro derribado, ha pasado, como casi todos los de su estirpe, por tiempos soleados y nublados.
El recital que reseñamos tuvo lugar el jueves 4 de julio de 2024 en una velada nocturna con la voz del tenor y el pianista Ángel Rodriguez. Participó también el Coro del Teatro dirigido en esta ocasión por el maestro Jorge Alejandro Suárez como Huésped del Coro. El programa estuvo conformado por arias y canciones de tres de los grandes compositores de ópera italiana: Gioachino Rossini (1792-1868) , Gaetano Donizetti (1797-1848), Giuseppe Verdi (1813-1901). Luego de un intermedio se contó con obras de Paolo Tosti (1846 – 1916) y Giacomo Puccini (1858 – 1924) . Concluyó el recital con canciones clásicas del repertorio mexicano que incluyeron a los autores Agustin Lara (1897 – 1970), Maria Grever (1885 – 1951, Consuelo Velázquez (1916 – 2005) y Armando Manzanero (1935 – 2020).
Esto nos permitió disfrutar del verdadero arte del canto bello, de la expresión de la voz cantada con el más hermoso instrumento y también el más difícil de tocar, y percatarnos que el mundo tiene al gran tenor Ramón Vargas para rato. Entero y con grande experiencia, reune todas las características de los más grandes: control técnico absoluto de su instrumento, bien timbrado y de gran belleza, auténtico, sin forzamiento ninguno, natural, como arroyo cristalino que llega al mar apacible, capaz de lograr los más variados matices desde la voz central, oscura y poderosa, el registro grave pleno, suculento, fácil. Y allá arriba viril y brillante, los agudos lucen con una hermosura aúrica, dorada y luminosa, sin peligros de quebradura, espada afilada. El manejo de todos los matices con profunda elegancia, sutileza y delicadeza cuando asi se requiere, y gran facilidad en los adornos, coloraturas, fiorituras, dichas con emoción y proyección. Verdadera cátedra de Bel Canto, estudiado a profundidad con sus maestros, principalmente el especialista en ese terreno Rodolfo Celleti, quien lo hizo conocer, leer sus libros y aplicar esos conocimientos que ahora comparte con generosidad a sus alumnos. Una delicia y un gozo.
En el terreno de la música fina mexicana, Vargas demuestra que hay una manera popular de expresar ese canto de profunda raíz nacional. Emanado del pueblo, donde surgieron los mejores ejemplos de lo que se ha dado en llamar la escuela mexicana, nacido y formado por la radio escuchando y aprendiendo esas canciones, ahora las ofrenda removiendo la nostalgia y el recuerdo de esos sentimientos que emocionan al oyente que se pone de pie y agradece con la calidez del aplauso merecido. Al final salió a escena la soprano María Katzarava, quien junto con el Coro, que tuvo una muy buena y brillante participación, como propina nos brindaron el famoso caballo de los finales, el brindis de La traviata de Verdi.
Emocionado y emocionados todos, Ramón Vargas tocó las duelas del foro de esta casa que es su casa, con la que se vuelve a reencontrar.
Ciudad de México (Palacio de Bellas Artes), 5 de julio de 2024. Gala Ramón Vargas OW
Ramón Vargas, tenor Ángel Rodríguez, pianista Coro del Teatro de Bellas Artes / Director: Jorge Alejandro Suárez