Por Pedro Valbuena Crítica: Golden Stool» Les Arts
Arranca la temporada del Palau de les Arts, en colaboración con el siempre interesante Festival ENSEMS, con The Golden Stool, una rareza definida por su autor, Gorges Ocloo (1988), como Afrópera. Se trata de una especie de alegoría del sometimiento del continente africano por parte de Gran Bretaña y, yendo un poco más allá, de la apropiación de los recursos de los pobres por parte de los ricos. En definitiva, recordatorio y denuncia de una injusticia largamente olvidada. Sin embargo, la vigencia del relato es absoluta, ya que inteligentemente se ha canalizado a través de otra lucha encarnizada: la de las propias mujeres africanas, protagonistas del relato y símbolo del feminismo global.
El espectáculo, concebido en cinco actos con epílogo que se suceden sin solución de continuidad, está impregnado de una energía atávica incontrolable. Musicalmente toma como pretexto varias citas, más o menos literales, de temas y acompañamientos de algunos de los compositores más reconocibles de la música académica occidental. De esta forma, y entre polirritmias y armonías propias del África subsahariana, se traen a escena aires de Verdi, Chopin o Handel. Todos ellos reelaborados sin demasiado interés, dicho sea de paso. Crítica: Golden Stool» Les Arts
El sonido, amplificado de principio a fin, garantizó que el público no bajase la guardia, pero fue un recurso violento y finalmente extenuante. Ciertos elementos saturaron completamente los oídos de quien les escribe, particularmente el continuo y exasperante soniquete de los cascabeles que las bailarinas-cantantes llevaban en los tobillos. Respecto a la interpretación, pues qué quieren que les diga… Exigir que una misma persona cante, baile, percuta, recite y actúe es arriesgarse por probabilidad a que, al menos alguna parte, se resuelva con mediocridad. Las voces del coro anduvieron pleiteando con la afinación desde el principio, y en varios momentos perdieron la métrica, como por ejemplo, en las dos veces que intentaron reproducir un tiempo y contratiempo de Rossini, que acabó por desestabilizarse en ambas ocasiones.
Las solistas cantaron con oficio pero no ofrecieron nada reseñable. Protagonista aparente en este reparto tan limitado, la contralto Nonkululeko Nkiwinti hizo lo que pudo cuando se vio obligada a cantar notas impracticables para la mayoría de tesituras, y el resultado fue que su voz desaparecía porque perdía por completo el apoyo. Lo mejor fue su movimiento escénico y el hermoso y cálido timbre que posee. Mejor sonó la voz de la soprano Nobulumko Mngxekeza-Nziramasanga que mantuvo su potente y homogéneo instrumento bien colocado en todo momento, y cuya afinación parecía más estable. Crítica: Golden Stool» Les Arts
La escenografía, que estaba firmada por el propio compositor, sólo contaba con un telón de fondo para proyecciones y un cactus de cartón piedra, (más propio de una obra de fin de curso que de una sala de ópera), no constituyó en modo alguno un elemento de seducción. El resultado fue un espectáculo anodino y excesivamente largo, aunque novedoso y jalonado de momentos hermosos.
A pesar de todo ello, el público valenciano llenó la acogedora sala del Martín y Soler ávido de música, tras el estiaje sonoro al que se somete esta ciudad, y correspondió a los intérpretes con un aplauso sólido y mantenido.
Valencia, jueves 19 de septiembre de 20024. Palau de les Arts. Teatro Martín y Soler. The Golden Stool. Gorges Ocloo, compositor y director de escena.
Nonkululeko Nkiwinti, mezzosoprano. Nobulumko Mngxekeza-Nziramasanga, soprano. Doris Bokongo Nkumu, Nathalie Bokongo Nkumu, Gloria Abena Biney, Titilayo Oliha, Saar-Niragire De Groof, Briana Stuart, Maïmouna Badjie, Somalia Williamson, coro, danza y percusión. OW