Por Carlos J. López Rayward
La Richard Tucker Music Foundation vuelve a congregar en su gala anual en Nueva York a algunas de las mejores voces de la actualidad. Y lo hace en un momento delicado para la fundación. Con el fluyo de donaciones en descenso, este año la gala se ha visto un tanto deslucida por la falta de coro y orquesta, y por un Carnegie Hall no tan lleno como en ediciones anteriores.
No obstante, la calidad exhibida por los cantantes en esta edición supera con creces la de la lujosa gala del año pasado y los afortunados que asistieron a la presente edición pudieron disfrutar de una interesantísima velada lírica.
Pese a las importantes ausencias de Angel Blue, Matthew Polenzani y Christian Van Horn, el elenco incluyó tanto voces consagradas (Ben Bliss, Stephen Costello, Quinn Kelsey, Federica Lombardi, Angela Meade, Ailyn Pérez), como cantantes de carrera incipiente (Soloman Howard, Sean Michael Plumb y Liv Redpathi).
Quizá la gran triunfadora de la noche fuera la soprano Ailyn Pérez, que recibió una ensordecedora ovación tras su interpretación de Un bel di vedremo de Madame Butterfly de Puccini. La cantante americana redondeó su aparición en la serie de bises, con una bellísima versión de Estrella de Manuel Ponce. Escrita en 1917, es una de las canciones más populares del repertorio mexicano y muy común en los recitales de la Pérez. La cantante vive unos días muy especiales antes del estreno de la ópera Florencia en el Amazonas de Daniel Catán en la Metropolitan Opera.
No le fueron a la zaga sus compañeras de cuerda. Destacamos a la soprano italiana Federica Lombardi, unas de las pocas sopranos líricas que no falla nunca en Nueva York. Lombardi cantó la escena de Anna Bolena de Donizetti Piangete voi? Al dolce guardami, poniendo en valor su control de la línea y un sonido ancho y atractivo en el centro del registro. En su duo con el tenor Ben Bliss, Parigi o cara de La Traviata, la soprano sepultó con su emisión la voz de Bliss, aunque en los pasajes a media voz ambas voces empastaron en feliz armonía.
Pero la intervención más emocionante de Lombardi fue la romanza La Primorosa de la zarzuela ¨El barbero de Sevilla¨, de los compositores españoles Guillermo González Giménez y Manuel Nieto. La pieza destacó por lo inusual del género ¨chico¨ en estas galas neoyorkinas de la Richard Tucker, pero también por la brillantísima versión de Lombardi, que no escatimó en adornos, con lujosos trinos y escalas. Vista la entusiasta respuesta del público, esperamos que cada vez más cantantes se animen a cantar zarzuela en Estados Unidos.
Otra artista que nos convenció en la gala de la Richard Tucker fue la soprano ligera Liv Redpath. Formada en Harvard y Juilliard, Redpath poseé una voz potente y ágil, con la frescura típica de las cantantes jóvenes pero con una emisión muy sólida y una línea siempre limpia y convincente. Redpath cantó la escena de la locura de Ophelia, A vos jeux, mes amis… de la ópera ¨Hamlet¨ de Ambrois Thomas. La página, una de las más lucidas del repertorio francés para soprano ligera, fue a la vez una prueba para la técnica y la resistencia de la soprano, y una oportunidad para lucir su escaparate de adornos y efectos vocales. Liv Redpath debuta estos días en el Met con Oscar en ¨Un ballo in maschera¨, en la que será quizá su temporada más importante hasta ahora, con otros debuts relevantes como la ¨Lucia di Lammermoor¨ en Royal Opera House o ¨L´incoranazione di Poppea¨ en Barcelona.
También importante, aunque quuizá menso novedosa resultó la intervención de una cumplidora Angela Meade, que cantó el aria Ebben, ne andro lontana de ¨La Wally¨ de Catalani con el mismo amplio caudal y emisión apretada de siempre, pero acaso más fresca y en forma, con una línea de canto distinguida y dramáticas bajadas al registro de pecho.
Entre las mejores intervenciones masculinas contamos al veterano barítono Quinn Kelsey, en una sobrecogedora versión de Pietá, rispetta, amore del ¨Macbeth¨ de Verdi, con un fraseo intencionado y una línea vocal muy expresiva, que hace de la fealdad de su timbre un recurso artístico más. Su Macbeth encontró perfecto contrapunto en bis como Lancelot, con la sugerente If Ever I Would Leave You del musical ¨Camelot¨ de Lerner y Lowe.
Un seductor Ben Bliss brilló con Hallelujah I love her so, la canción entre el rhythm and blues y el gospel que popularizara Ray CHarles. Bliss se había puesto antes serio con la arriesgada aria y cavaleta de ¨Rigoletto¨ Parmi veder le lagrime, donde lució un inspirado canto legato aunque terminó acortando el fiato para no arriesgar la afinación. Con todo, Bliss demostró su versatilidad y buen progreso en su camino hacia papeles cada vez más exigentes.
Su compañero de cuerda Stephen Costello, es un habitual en estas citas de la Richard Tucker gala. En esta ocasión le escuchamos en una página del inhabitual ¨Don Sebastiano¨ de Donizetti. La voz de Costello llega a los agudos más comprometidos y suena estilosa como de costumbre pero, sin el abrigo de la orquesta, su timbre, algo caprino, aparece en toda su fea desnudez.
El bajo Soloman Howard, que aún celebra su reciente matrimonio con Ailyn Pérez, tuvo la gentileza de sustituir al ausente Van Horn y atreverse con Il lacerato spirito del ¨Simon Boccanegra¨ de Verdi. Howard posee un timbre muy atractivo y un sonido aún en crecimiento, aunque a su expresión le falta poso y asertividad. Muy aun lejos del ideal de bajo verdiano, con mucho trabajo por delante en los extremos del registro, pero algo me dice que será un cantante habitual en Nueva York en temporadas venideras.
Por último, el barítono americano Sean Michael Plumb, uno de los artistas becados por la fundación Richard Tucker, es una de las grandes promesas de la cantera americana de cantantes. Plumb cantó la célebre Largo al factotum con éxito, muy centrado en la afinación y el tempo, y quizá algo nervioso. En su duo con Liv Pedpath Pronta io son, entre Norina y Malatesta de ¨Don Pasquale¨ de Donizetti, Plumb se mostró mucho más cómodo, y pudimos disfrutar de su generosa emisión y de la grata calidez de su timbre, limpio y juvenil. Sin duda, un artista en claro crecimiento.
Fueron clave en el éxito del concierto los pianistas Bryan Wagorn y Howard Watkins, que se alternaron en el banco. Su rendimiento fue de menos a más, pero su adaptación a los cantantes y diversos estilos del programa dio cuenta de su gran altura artística.
Al final de la gala de la Richard Tucker Music Foundation, quedó claro que, pese a las dificultades, los cantantes siguen apoyando a la fundación, y que bastan sus voces para llenar el vacío que deja la orquesta. Tras el éxito de esta edición, parece claro que la fundación volverá al año próximo, con fuerzas renovadas.
Gala de la Richard Tucker Music Foundation. Carnegie Hall de Nueva York, a 29 de octubre de 2023.
Ben Bliss, Stephen Costello, Soloman Howard, Quinn Kelsey, Federica Lombardi, Angela Meade, Sean Michael Plumb, Ailyn Pérez, Liv Redpath, Bryan Wagorn, Piano. Howard Watkins, Piano