Crítica: «Il nome della rosa» en La Scala de Milán

Por Bernardo Gaitán Crítica: «Il nome rosa» Milán
En una maleta -adquirida expresamente para transportarla debido a su peso y tamaño- viaja, ensayo tras ensayo y función tras función, la partitura de Il nome della rosa, con sus imponentes 15 kilos. Pero el peso de este voluminoso tomo no es solo físico, sino también semiótico: es el fruto de la mente del compositor italiano Francesco Filidei, quien dedicó cuatro años a componer esta monumental ópera de casi tres horas de música, concebida ex profeso para su estreno mundial en el Teatro alla Scala bajo la dirección artística de Dominique Meyer. Filidei, nacido en Pisa en 1973 y actualmente residente en París, es publicado desde 2018 por Casa Ricordi y ha sido reconocido por la revista Classic Voice como uno de los diez compositores más interesantes del panorama internacional actual. Tras presenciar el estreno mundial de su quinta ópera, no queda más que coincidir. Además de componer la música, el toscano participó en la elaboración del libreto junto a Stefano Busellato , con la colaboración de Hannah Dübgen y Carlo Pernigotti.
Una escena de «Il nome della rosa» / Foto: Brescia & Amisano – Teatro alla Scala
Basándose en la novela homónima de Umberto Eco de 1980 -que el musicólogo Raffaele Mellace califica como “la novela manifiesto del posmodernismo”- realizó un extraordinario resumen. Se eliminaron algunos personajes y se simplificaron muchas situaciones narrativas para evitar, como explica el propio compositor en el programa de sala, “al no ser Stockhausen ni sufrir de wagneritis aguda, no quería hacer una ópera de más de 20 horas”. El lenguaje del equipo dramatúrgico es claro y conciso, predominantemente en italiano, con abundantes frases eclesiásticas en latín y algunas inserciones en alemán, griego antiguo y francés. La partitura de Filidei resulta asombrosamente propositiva, ingeniosa y como anticipaba, profundamente semiótica: impregnada de signos y símbolos que van mucho más allá de lo que se percibe en la superficie. Su orquestación, enriquecida con efectos onomatopéyicos y sonidos poco convencionales, sumerge al oyente en la atmósfera monástica y misteriosa de una abadía donde suceden varios crímenes. Desde el foso se escuchan, además de los instrumentos tradicionales, una vasta gama de percusiones. Cada vez que se menciona un sustantivo, Filidei se esmeró en reproducir fielmente su sonido: el viento se evoca con cuerdas, los caballos con crótalos, las aves con instrumentos de aliento. Además, se emplean objetos inusuales como globos, cubiertos, periódicos, trozos de madera, libros golpeándose, hojas de papel arrancadas y un extenso etcétera.
Una escena de «Il nome della rosa» / Brescia & Amisano – Teatro alla Scala
La obra se estructura con rigor y la trama se desarrolla a lo largo de una semana: los primeros tres días en el primer acto y los últimos cuatro en el segundo. Ambos actos están divididos en veinticuatro «estrofas», cada una centrada en una nota específica de la escala cromática, creando un recorrido sonoro que evoca la forma de una rosa y de un laberinto, símbolos centrales en la obra de Eco. Filidei entrelaza melodías gregorianas y disonancias, creando un tejido musical que oscila entre lo sagrado (con tintes contemporáneos) y lo profano. La complejidad de la partitura encontró a su intérprete ideal en el maestro Ingo Metzmacher, quien dirigió la Orquesta del Teatro alla Scala con precisión, rigor y sensibilidad. La lectura del director alemán supo realzar cada timbre y matiz dinámico, ofreciendo una interpretación cohesiva y atractiva que exaltó la riqueza de la escritura de Filidei cuidando siempre las dinámicas y el volumen para no cubrir a los cantantes. El Coro del Teatro alla Scala, dirigido por Alberto Malazzi y Giorgio Martano junto al Coro Infantil dirigido por Bruno Casoni , estaban situados en lo alto, como en una catedral. El coro desempeña un papel esencial, actuando como la voz colectiva de la abadía y contribuyendo a una atmósfera solemne y contemplativa.
Una escena de «Il nome della rosa» / Brescia & Amisano – Teatro alla Scala
Para este estreno mundial se reunió un elenco internacional de altísimo nivel que demostró con creces el poder abordar con virtuosismo la música contemporánea. Kate Lindsey encarnó de forma vibrante y con destreza al joven monje Adso da Melk. Dotada de una voz clara y ágil en los agudos y un tono pulido en el registro medio-grave, la mezzosoprano estadounidense supo dar vida a las inquietudes del inocente novicio tanto vocal como escénicamente. Su único nivel de debilidad fue la ocasional delación de su pronunciación anglófona. Por su parte, Lucas Meachem ofreció una interpretación autoritaria e incisiva del doctor monje franciscano Guglielmo de Baskerville. Con una voz homogénea y envolvente, de timbre brillante, el barítono estadounidense construyó un personaje noble y austero, dominando el fraseo con elegancia y carisma, acompañado de una pronunciación impecable y una bella línea de canto. El bajo Gianluca Buratto dio vida al inquietante y malvado monje ciego Jorge da Burgos con una voz profunda, oscura y expresiva, que aportó solemnidad y dramatismo al siniestro personaje. A su vez, el barítono romano Roberto Frontali destacó como el deforme monje Salvatore, con una interpretación vivaz y proactiva, sustentada por un timbre rico y una actuación matizada. El tenor Giorgio Berrugi aportó una interpretación carismática del monje mayordomo Remigio da Varagine, con una voz resonante y una línea de canto refinada. Crítica: «Il nome rosa» Milán
 La soprano Katrina Galka encantó en su doble papel como la chica del pueblo y la estatua de la Virgen, con un instrumento limpio y ágil que evocó los cantos gregorianos con elegante musicalidad. Daniela Barcellona interpretó en travesti al cruel inquisidor Bernardo Gui, la mezzosoprano lució una voz esférica y masculina, con inteligencia musical y construyendo un villano amenazante y afilado. El bajo Fabrizio Beggi ofreció un sólido y solemne Abbone da Fossanova, ayudante de la biblioteca, mientras que el contratenor Carlo Vistoli brilló en los papeles de Berengario da Arundel y Adelmo da Otranto -ambos monjes asesinados- gracias a su versatilidad, pronunciación clara y buena actuación. Paolo Antognetti interpretó con eficacia al herbolario Severino da Sant’Emmerano, mientras que Leonardo Cortellazzi destacó como Venanzio y Giovanni Alborea, con una vocalidad luminosa y brillante.
La puesta en escena se caracterizó por un diseño visual de gran impacto, logrado con pocos elementos pero de gran carga semántica, fruto del ingenio del internacionalmente consolidado Damiano Michieletto . El escenario estuvo poblado de criaturas fantásticas y grotescas que evocan la iconografía renacentista. Presidía la escena la galería oscura que albergaba el coro, una cruz luminosa que se incendia en el final de la ópera y una compleja estructura laberíntica de velos blancos transparentes suspendida, alusión al enigma investigativo. Entre los elementos escenográficos de Paolo Fantin destacan una pila de sangre con un cuerpo sumergido y un muro cubierto de escorpiones para las muertes de los monjes. La potente iluminación de Fabio Barettin contribuyó al fuerte impacto teatral. Entre las secuencias más memorables que propone Michieletto figura una cabra tocando el violín, procesiones de animales coloridos, la escena de Adso acurrucado en una gigantesca estatua de la Virgen, el suicidio del monje ciego devorando las páginas envenenadas y el portal del Apocalipsis del que emergen cuerpos desnudos, todo ello acompañado por la coreografía de Erika Rombaldoni. Aunque la propuesta escénica de Michieletto es minimalista y contemporánea, los vestuarios de Carla Teti remiten con fuerza a la Edad Media: la diseñadora romana propone espléndidos trajes religiosos de variados colores medievales. Crítica: «Il nome rosa» Milán
Al final de la función, grandes ovaciones para todos los intérpretes y, en especial, para el compositor, presente en la sala para atestiguar el éxito de su proyecto. La ópera concluye con un ostinato del coro infantil, entonando la frase final que Eco introduce al cierre de la novela: «Stat rosa pristina nomine, nomina nuda tenemus» , que traducida significa “La rosa primordial solo existe en el nombre, nosotros solo poseemos nombres desnudos”; una sentencia que sugiere que la esencia de las cosas puede identificarse a través del nombre, mientras que su forma concreta puede variar o desvanecerse con el tiempo.
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6 de mayo de 2025, Mila (Teatro alla Scala).  Il nome della rosa   Estreno mundial.  OW
Música de Francesco Filidei. Libreto de Francesco Filidei y Stefano Busellato con la colaboración de Hannah Dübgen y Carlo Pernigotti sobre una adaptación libre de la novela homónima de Umberto Eco.
Dirección musical: Ingo Metzmacher.
Directores de coro: Alberto Malazzi y Giorgio Martano. Maestro del Coro Infantil: Bruno Casoni
Director escénico: Damiano Michieletto.
Escenografía: Paolo Fantin. Vestuario: Carla Teti. Iluminación: Fabio Barettin. Dramaturgia: Mattia Palma. Coreografía: Erika Rombaldoni.
ELENCO: Kate Lindsey, Lucas Meachem, Katrina Galka, Gianluca Buratto, Daniela Barcellona, Fabrizio Beggi, Roberto Frontali, Giorgio Berrugi, Paolo Antognetti, Carlo Vistoli, Leonardo Cortellazzi, Adrien Mathonat, Cecilia Bernini, Flavio D’Ambra, Ramtin Ghazavi, Alessandro Senes. Crítica: «Il nome rosa» Milán