Crítica: Javier Camarena en el Palau de la Música Catalana

Crítica: Camarena Palau Música Catalana Por Xavier Rivera

Para un cantante de ópera tan reconocido como Javier Camarena, abordar un recital monográfico dedicado únicamente a un artista tan singular como Tosti era una apuesta pasablemente arriesgada. Conociendo el compromiso emocional y la exploración interpretativa que acostumbra dar a sus personajes operísticos era de esperar un resultado más que satisfactorio. Bajo el título ‘Sogno’, el de una de las melodías grabadas, el tenor mexicano afincado en España acaba de dedicar su último CD a un compositor que ha gozado de tanto éxito popular como ha sido vilipendiado por una determinada crítica. Porque si, desde hace más de un siglo, la mayoría de los grandes cantantes han servido su música y han hecho gala de su indiscutible sentido de la “vocalità” italiana, es evidente su marcada inclinación al sentimentalismo. Reynaldo Hahn e incluso Fauré (quien dedicó «Le parfum impérissable» a Tosti) también podrían sufrir este triste destino si el intérprete no encuentra el tono adecuado tensando, por un lado, la cuerda del sentimentalismo decadente «fin de siècle» pero manteniendo, por el otro, la sangre fría, el refinamiento y la elegancia de un gran intérprete. Crítica: Camarena Palau Música Catalana

Javier Camarena en el recital del Palau de la Música Catalana / Foto: © Toni Bofill
Javier Camarena en el recital del Palau de la Música Catalana / Foto: © Toni Bofill

La carrera de este compositor es singular: de orígen extremadamente humilde, nació en Ortona, en los Abruzos (allí recogería el folclore, siguiendo los pasos de Inzenga o Pedrell en España, Kodaly y Bartok en Hungría o Canteloube en Francia), y estudió en Nápoles con el precursor del melodrama italiano, Saverio Mercadante, fue profesor de canto de la princesa Margarita de Saboya, quien, al convertirse en reina, la recomendó a un sinfín de monarcas de Rusia, España y el Reino Unido (Victoria y Eduardo VII) que visitaron su estudio de ópera en Londres para cultivar sus voces. Verdi y Puccini también aconsejaban sus lecciones de canto. Finalmente se convirtió en británico y fue nombrado sir por el rey.

Javier Camarena en el recital del Palau de la Música Catalana / Foto: © Toni Bofill
Ángel Rodríguez y Javier Camarena en el recital del Palau de la Música Catalana / Foto: © Toni Bofill

Javier Camarena parecía consciente de lo que estaba en juego, y mostró un nerviosismo discreto pero bastante evidente en las melodías que aún no conocía de memoria, como el ciclo creado en colaboración con Gabrielle d’Annunzio, las «Quattro Canzone d’Amarante», en las que Tosti revela un notable refinamiento de escritura, y donde el cromatismo y la enarmonía esparcen pepitas de oro sobre una serie de melodías hechizantes que definen a la perfección ese vago concepto musical de «Belle Époque». Y nuestro tenor es capaz de tal ductilidad en el fraseo y la matización que haría palidecer de envidia a la mayoría de sus colegas. Al tiempo, nos embriaga con su juego de irisaciones tornasoladas: desde la mezza voce más sutil hasta el forte más deslumbrante, cada palabra y sílaba están cinceladas con tanto cuidado como color imaginativo. Su dicción es notable en los tres idiomas de la velada. Incluso en francés, aunque los poemas del franco-suizo Charles Fuster son tan convencionalmente académicos que cuesta entender por qué Tosti se inspiró de ellos. Porque, tras la poesía refinada e imaginativa de d’Annunzio, Fuster encarna una fastidiosa cotidianidad… También cabe destacar lo espontáneo que resulta siempre el canto de Camarena: si no prestamos atención a ciertos pequeños detalles de su «cocina» como intérprete, saldremos del recital con la convicción de que el artista se ha entregado a su público con una generosidad absoluta: su canto parece una prolongación natural de su ser. «Because of you» es una de las pocas canciones que Tosti escribió en inglés, y Camarena se siente muy cómodo con ella. Finalizando su recital con varias de las melodías napolitanas, rindió un homenaje nominativo al recuerdo de haber escuchado Tosti con Caruso, Carreras, Pavarotti y Vargas con un deslumbrante “do de pecho” final que, obviamente, embrujó al público. Y nos permitiremos añadir su nombre a ese prestigioso linaje. No podemos terminar este comentario sin subrayar el pilar esencial del éxito de la velada: el arte sonoro del pianista cubano Ángel Rodríguez: Su “pianissimo” etéreo, su inagotable paleta de recursos sonoros, su consumado arte del fraseo y del rubato, la imaginación de su colorido, la claridad de las líneas de fuerza musicales, su inventivo y preciso juego con el pedal, encontrando texturas mixtas legato/no legato en las diferentes voces, dieron cartas de nobleza a una música demasiadas veces infravalorada. A este nivel, Tosti deja de ser un compositor de salón para convertirse en un compositor. Lisa y llanamente, ¡sin adjetivos!


Javier Camarena recrea la «Belle Époque» en el Palau de la Mùsica

Melodías de Francesco Paolo Tosti (1846 – 1916)

Barcelona (Palau de la Mùsica Catalana), 10 de enero de 2024

OW