Crítica: «Jenůfa» Teatro Maestranza Sevilla Por Gonzalo Roldán Herencia
Una apuesta del Teatro de la Maestranza plena de expresividad y dramatismo
El Teatro de la Maestranza de Sevilla trae a su escenario la ópera Jenůfa de Leoš Janáček, primera obra del autor que obtuvo éxito internacional y que está dedicada a la memoria de su hija Olga, fallecida poco antes de su estreno. La producción de esta página destacada de la lírica checa corre a cargo de la Ópera Ballet Vlaanderen de Amberes y Gante; para la reposición sevillana se ha contado con Will Humburg a la dirección musical y la dirección escénica de Robert Carsen. Crítica: «Jenůfa» Teatro Maestranza Sevilla
Jenůfa es considerada la primera ópera de madurez de Leoš Janáček. Lo cierto es que, si bien se estrenó cuando el autor estaba a punto de cumplir la cincuentena, llevaba trabajando en ella cinco años, por lo que el proceso creativo fue meditado a la par que accidentado por los difíciles momentos que tuvo que pasar con la enfermedad y muerte de su hija. La partitura resultante es compleja en varios aspectos, tales como el estudio preciso de la fonética de la lengua natal del compositor empleada en el libreto o la coherente e inteligente incorporación del folklore de su tierra; pero precisamente por estas razones es considerada hoy en día una obra maestra de la música checa. Lo cierto es que la partitura engancha desde el primer momento, y el ritmo escénico y el musical discurren en paralelo con gran eficacia, sobre todo si se tiene en cuenta el importante metatexto psicológico que subyace en el libreto, que tristemente los que no somos checoparlantes a menudo no llegamos a disfrutar en su plenitud. Crítica: «Jenůfa» Teatro Maestranza Sevilla
A tal respecto hay que remarcar como excelente la labor de dirección de Will Humburg al frente de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, ya que perfiló con la precisión de un delineante cada motivo melódico y dotó de la rítmica adecuada cada pasaje, pues la acción dentro de cada acto se concatena sin solución de continuidad con la entrada y salida de los personajes y un continuo hilo musical que evoluciona y muta a cada nueva necesidad escénica. Igualmente encomiable es la labor del director de escena, Robert Carsen, que contó con la colaboración de María Lamont en la reposición para el Teatro de la Maestranza. El diseño escénico de Carsen para la obra de Janáček es sumamente conceptual, ya que va creando espacios psicológicos más que físicos, acorde con las exigencias del autor en lo que a potencia expresiva se refiere; constituye, en sí, toda una lección de sincretismo y simbolismo. Crítica: «Jenůfa» Teatro Maestranza Sevilla
Sobre el suelo terroso del escenario lo único que aparece durante toda la ópera es un conjunto de puertas blancas, que van cambiando su disposición conforme la acción lo requiere. Así, el primer acto comienza con un rectángulo cerrado que simboliza la casa de la familia protagonista, pero también las relaciones cerradas de parentesco y la existencia de secretos e historias subyacentes no narradas que caracterizan a sus ocupantes. El público, al igual que los demás habitantes de la pequeña localidad morava donde tiene lugar la historia, se convierte al comienzo del primer acto más que en espectador en observador externo, en un voyeur que indaga a través de los vanos de las puertas quién habita en el interior. La cuarta pared psicológica con la que comienza la ópera desaparece con los primeros diálogos, y las puertas son movidas y dispuestas en varias posiciones por los propios personajes a lo largo de la obra, asistidos por los figurantes, que realizan una magnífica labor. El segundo y tercer acto muestran, por su parte, una disposición de dos espacios separados, dos de las habitaciones del hogar de Jenůfa donde ocurrirán los tristes acontecimientos de este drama. Solo al final del tercer acto desaparece esta estructura espacial formada por las puertas, cuando la horda de ciudadanos indignados las utiliza a modo amenazador para mostrar su indignación ante el presunto asesinato del hijo de la protagonista; queda, acabada la escena, una única puerta tras la que permanece Kostelnička, la madrastra de Jenůfa, confinada por la culpa. Una lluvia que motea paulatinamente el suelo de tierra en un bello efecto sirve para concluir la ópera, hábil metáfora de la caída del velo de engaños y presiones sociales al que el espectador ha asistido.
En lo que al elenco vocal se refiere, todos los cantantes defendieron con solvencia su papel, si bien hay que destacar por cómo brilló en escena y por su enorme capacidad expresiva la labor de Ángeles Blancas como Kostelnička. De voz potente y rica en armónicos, la cantante se adaptó magistralmente al difícil rol de la madrastra, que va desde la dureza de carácter a la locura, pasando por la desesperación y la culpa, a lo largo de los tres actos. Particularmente interesante es el peso que el compositor le encomienda en el segundo acto, en el cual se urde toda la trama y ella interactúa con los distintos personajes responsables de la misma. Su compañera principal, la soprano Agneta Eichenholz en el papel de Jenůfa, estuvo a la altura de las expectativas, si bien su desarrollo en los graves fue más modesto. Los cantantes masculinos también defendieron la dificultad de la línea melódica y la articulación de sus papeles. Destacó Peter Berger como Laca al descargar en sus intervenciones ese crisol de emociones enfrentadas y frustraciones que lo caracterizan.
Por su parte, la interpretación de Thomas Atkins de su hermano Steva estuvo más acertada en lo actoral que en lo musical, que por momentos perdía potencia, siendo quizás a causa de los complejos cambios de registro que Janáček dejó escritos en su línea melódica. Cierran el elenco una serie de papeles secundarios, todos muy correctos, entre los que destacaron Nadine Weissmann como la abuela de Jenůfa en la que busca cariño ante la frialdad de su madrastra, y Felipe Bou como alcalde de la villa.
En definitiva, todos los componentes de esta producción confluyeron en una interesante puesta en escena que tanto por lo visual como por lo musical captó la atención del espectador y lo transportó durante casi tres horas al universo emocional de Leoš Janáček y de Gabriela Preissová, autora de la pieza teatral en la que el compositor se basó para redactar el libreto. Fue un placer sensorial e intelectual, al recuperar para el escenario una página operística poco programada que, sin embargo, merecería ser puesta en valor e incluirla con más frecuencia en el repertorio.
Jenůfa, ópera en tres actos de Leoš Janáček (1904) con libreto del propio compositor inspirado en Její pastorkyňa de Gabriela Preissová.
Real Orquesta Sinfónica de Sevilla
Dirección Musical: Will Humburg (Igor Horvat, asistente). Coro del Teatro de la Maestranza (Íñigo Sampil, dirección)
Dirección Escénica: Robert Carsen / Reposición de escena: María Lamont. Diseño de escenografía y vestuario: Patrick Kinmonth. Iluminación: Robert Carsen y Peter
Van Praet.
Reparto: Nadine Weissmann (Abuela Buryja), Peter Berger (Laca Klemeň), Thomas Atkins (Steva Buryja), Ángeles Blancas (Kostelnička Buryja), Agneta Eichenholz (Jenůfa), Isaac Galán (Capataz), Felipe Bou (Alcalde), Marifé Nogales (Esposa del alcalde), Marta Ubieta (Karolka), Zayra Ruiz (Pastora), Patricia Calvache (Barena), Ruth González (Jano), Alicia Naranjo (Tía), Paula Ramírez (1ª voz), Andrés Merino (2ª voz).
Lugar y fecha: Teatro de la Maestranza (Sevilla), 18 de febrero de 2023.