Por Pablo Álvarez Siana OW Crítica: «Jephtha» Oviedo
Oviedo sucumbe a Jephtha
El último oratorio del ya británico George Frederick Haendel será, como Jephtha, la lucha contra su destino, el drama interior y la desesperación tras un estado de salud que le afectaba a la vista de su ojo izquierdo y le llevó casi un año finalizarlo a la edad de 66 años, casi completamente ciego, cuando lo habitual en sus composiciones eran tres o cuatro semanas. Se estrenaría el 26 de febrero de 1752 en el Covent Garden Theatre de Londres bajo la dirección del propio compositor, y se aleja de sus anteriores oratorios más espontáneos, para componer «una de las obras más profundas e introspectivas de toda su carrera, que llegó a desconcertar incluso a su fiel seguidora y amiga, Mrs Delany: ‘Es un bonito oratorio, pero muy diferente de todos los demás’» como bien refleja Lorena Jiménez en las notas al programa. Crítica: «Jephtha» Oviedo

Ciertamente Jephtha (1751) es como el testamento vital de Händel sobreviviendo a su contemporáneo Bach (que parece “iluminarle» en algunos de los corales de inspiración luterana), y considerada como su última gran obra no es habitual que se interprete, grabe, ni tan siquiera tentar a alguno de los “factotum escénicos” como ya se ha hecho con otros oratorios (caso de Theodora), puede que por la enorme exigencia vocal difícil de encontrar en nuestros días, pero Francesco Corti con su formación Il Pomo d’Oro al completo (orquesta y coro) logró encontrar un reparto equilibrado e idóneo para preparar esta gira que ha vuelto a colocar a la capital asturiana en el mapa de los grandes eventos musicales, parada este domingo tras Madrid el pasado jueves y Dortmund el viernes, antes de cruzar el estrecho hacia el Barbican londinense el próximo miércoles día 7 camino de Budapest el 9 y Katowice el domingo 11 de mayo.
Con un lleno que trajo público de toda la geografía nacional al Auditorio Príncipe Felipe ovetense, todos sucumbimos a este esperado Jepthha más allá de la nueva visita a Oviedo de Joyce DiDonato y la formación de Corti, y es que Il Pomo d’Oro son de lo mejor en la actualidad para afrontar obras poco transitadas, con un orgánico comandado por un fenomenal Stefano Rossi muy equilibrado: cuerda (5-5-3-3-2), clave, órgano, flauta, dos oboes, fagot, dúo de trompetas naturales doblando las trompas, y muchísima calidad en cada atril, con el propio Corti dando la entrada a muchos de los recitativos desde su clave. Orquesta de sonido claro, aterciopelado, rico en dinámicas siempre bien marcadas por el maestro italiano, de contrapuntos bien dibujados y la tímbrica perfecta para este drama bíblico novelado y musicado por el gran Jorge Federico Haendel.
Y no digamos el coro, que representa al pueblo de Israel, otro personaje del oratorio, con las voces graves en el centro y las blancas flanqueándolas, cuatro voces por parte (más Anna Piroli en las sopranos, que se reincorporaría tras la pausa tras cantar su breve papel de Angel del último acto), coro con voces solistas reconocidas (el director Maletto, Rossana Bertini o el barítono Marco Scavazza), y poderosamente timbrado, de empaste y afinación perfecta, capaz de empujar el drama o hacernos meditar y hasta vibrar cerrando cada uno de los tres actos, con los solistas sumándose en el “Ye house of Gilead” que final nos levantó de los asientos cual Aleluya mesiánico. Interesante el coro de seis mujeres “Welcome thou” que se colocaría en el centro para el número 38, y destacable la ubicación en las tarimas proporcionando esa redondez con la orquesta única.
Gracias a estos mimbres, el reparto vocal se caracterizó por una entrega que fue más allá de la propia dramatización, casi escenificación, enfrentados en ubicación Storgè e Iphis a la izquierda con sus mejores galas, y Zebul, Jephtha más Hamor con sotanas o guardapolvos negros (con la mencionada Angel de elegante traje, en el coro). La escritura de Händel es una sucesión de recitativos, arias, dúos puntuales y el bellísimo quinteto “All that is in Hamor mine” (con Iphis, Hamor, Storgè, Jephtha y Zebul). Tras la obertura inicial sería el barítono americano Cody Quattlebaum, quien ya presagiaba “It mus be so” (Así debe ser) lo que vendría a continuación. De voz poderosa y amplia tesitura (hoy se la llama de bajo-barítono), su imagen que me recordó al autorretrato de Alberto Durero en la pinacoteca de Munich, y excelente en cada intervención, dramatizada, hasta dialogando con la mirada en cada personaje citado, un buen jefe militar (incluso con las botas adecuadas).
El tenor estadounidense Michael Spyres fue el Jephtha juez de Israel y jefe del ejército rotundo, con un fiato increíble que le permite cantar todos los ornamentos sin perder la unidad del fraseo, una gama dinámica que mantiene el color uniforme gracias a unos graves que le tildan de baritenor, controlando cada pasaje sin trampas ni apoyos innecesarios, con esa engañosa facilidad que le da su voz privilegiada. Transitó del “Horror! Horror” al dolor con el desgarrador recitativo “Deeper and Deeper still” del segundo acto o el agradecido recitativo “A father, off’ring up his only child” o su última aria “For ever blessed be thy holy name”. La mezzo de Kansas, Joyce DiDonato encarnó a Storgè, la sufrida esposa de Jephtha que a pesar de los años mantiene ese aura que logra en cada personaje, dramatización absoluta con arias tan bellas como la primera “In gentle murmurs will I mourn” y la maravillosa “Scenes of horror, scenes of woe” del primer acto, emocionante visual y vocalmente. En el cuarteto “O separe your daugther” con Hamor, Jephtha y Zebul se optó por el empaste de colores y sigue siendo una estrella madura y comprometida en cada actuación. Es difícil encontrar voces de contralto verdaderas, y Jasmin White, natural de Oregón, es una mezzo “reconvertida” por su voz profunda y cálida, encarnando a Hamor, el guerrero y prometido de Iphis que esta vez no recayó en un contratenor, más creíble visualmente pero que por vocalidad ganamos tanto en color como en volumen, unido a una interpretación de alto voltaje que transitó, como el resto de roles, por distintos estados de ánimo tan bien escritos por Händel en este «Jephtha», muy estadounidense hasta aquí.
Dos serían las excepciones por procedencia: primero la soprano francesa Mélissa Petit como Iphis, algo menor de volumen que sus compañeros pero de timbre bellísimo y agilidades limpias, de unísonos con la cuerda perfectos hasta en el fraseo y las respiraciones, con voz bien proyectada y un hermoso dúo del primer acto con Hamor (“These labours past”), así como en el cuarteto y quinteto final muy homogéneos. Y finalmente la italiana Anna Piroli que “tuvo ángel” y se merece mayores roles, pues su recitativo y aria “Happy, Iphis, shalt thou live” fue un dechado de delicadeza, dicción, gusto y técnica al servicio de la música del alemán nacionalizado británico.
Las tres horas largas, con una pausa tras el número 34 de los 71 de que consta «Jephtha» y aplausos al finalizar cada acto, se hicieron cortas -salvo para las posaderas- y el público disfrutó no solo con el elenco vocal, muy vitoreado, sino con la orquesta fundada en 2012 (con Maxim Emelyanychev y Francesco Corti de principal director invitado) que se llevaría una gran ovación, pero especialmente para el coro que dirige Giuseppe Maletto, todo un equipo de grandes talentos que entienden el Barroco a la perfección, y que armaron este último oratorio de Händel desde el respeto a lo escrito y el virtuosismo bien entendido.
Domingo 4 de mayo de 2025, 19:00 horas. Conciertos del Auditorio, Oviedo: «Jephtha», HWV 70, oratorio en tres actos. Música de Georg Friedrich Händel (1685-1759). Libreto de Thomas Morell, basado en el Libro de los Jueces y en Jephthas, sive votum (1554) de George Buchanan. Estrenado en el Covent Garden de Londres el 26 de febrero de 1752.
REPARTO
Michael Spyres – Jephtha, juez de Israel y jefe del ejército. Joyce DiDonato – Storgè, esposa de Jephtha. Mélissa Petit – Iphis, hija de Jephtha, prometida a Hamor. Cody Quattlebaum – Zebul, hermanastro de Jephtha, guerrero. Jasmin White – Hamor, guerrero, prometido a Iphis. Anna Piroli – Angel
Il Pomo d’Oro, orquesta y coro. Giuseppe Maletto, maestro de coro. Francesco Corti, dirección musical y clavicémbalo