Crítica: ‘Juditha triumphans’ en el Festival de Música Antigua de Innsbruck

                                           Crítica Juditha triumphans Innsbruck Por Xavier Rivera

Para poner el broche final a sus catorce años al frente de la Innsbrucker Festwochen der Alten Musik, tras suceder en 2010 al carismático René Jacobs, el director romano Alessandro de Marchi ha decidido rendir homenaje al gran compositor veneciano Antonio Vivaldi. Bajo el lema ‘Un verano con Vivaldi‘, ha presentado una serie de conciertos y tres óperas: L’Olimpiade, La fida ninfa y, para concluir, Juditha triumphans, una de las obras maestras del famoso «prete rosso», un oratorio escenificado en esta ocasión. La próxima temporada será Ottavio Dantone quien tome el relevo como director artístico de un Festival que cuenta con una rica historia de producciones de primer orden, pero que ha tenido que afrontar diversos contratiempos -restricciones presupuestarias y demás- sin perder su principal objetivo: la recuperación de obras barrocas olvidadas, incluso si su valor artístico no estuviese siempre en consonancia con su interés histórico.

Estrenada en 1716 por encargo de la República de Venecia, aliada entonces con los austriacos, después de obtener una victoria en su eterna querella con el Imperio Otomano (que había provocado, entre otras vicisitudes, la explosión del Partenón de Atenas en 1687), Juditha triumphans es un «Oratorio Sacro y Militar», con una estructura en dos actos y una formación vocal compuesta exclusivamente por voces femeninas, la mayoría de ellas graves, que interpretan tanto papeles travestidos como femeninos. La razón es tanto artística como prosaicamente material: Vivaldi era maestro de violín en el Ospedale della Pietà, una institución que acogía a muchachas huérfanas o en apuros dándoles una excelente formación musical para que pudieran ofrecer actuaciones del más alto nivel sin que la República, la Iglesia o diversos mecenas tuvieran que desembolsar los dineros contantes que de otro modo habrían costado semejantes lujos. Crítica Juditha triumphans Innsbruck

Un momento de ‘Juditha triumphans’ en el Festival de Música Antigua de Innsbruck 2023 © Birgit Gufler

La orquesta está formada, además de las cuerdas, por cuatro tiorbas, dos claves, un órgano positivo, dos violonchelos y dos violas da gamba sólo para el continuo. Por no citar las arias con solos de salmoé (predecesor del clarinete), viola d’amore, mandolina, flautas, trompetas, timbales, etc.  Aquí se ha optado por situar estos músicos a ambos lados del escenario, creando un efecto estereofónico muy logrado, al estilo de los «Cori spezzati» que Andrea Gabrieli utilizaba en la iglesia de San Marcos de Venecia. El imaginativo uso que Vivaldi hizo de esta masa orquestal supera todo lo que se podía imaginar en la época: desde los más sutiles pianissimi, pasando por delicados acompañamientos armónicos confiados únicamente a la cuarta cuerda de los violines hasta las grandes masas de trompetas y timbales o las arias con el instrumento «obbligato» que sin duda inspiraron al Mozart tardío. Mozart abordará el mismo tema de Juditha en su Betulia liberata, escrita precisamente durante su estancia en Venecia en 1771. Es más que probable que conociese en aquel momento la composición de su predecesor veneciano. Es evidente el placer que debía sentir Vivaldi al hacer brillar a sus alumnas superdotadas, tanto en el virtuosismo exigido a los solistas de la orquesta -y aquí hay que mencionar a la carismática y brillante violinista Olivia Centurioni– como en el exigido a los solistas vocales.

Anastasia Boldyreva (Holofernes), Sophie Rennert (Juditha) & coro en ‘Juditha triumphans’ © Birgit Gufler – Festival de Música Antigua de Innsbruck 2023

La moscovita Anastasia Boldyreva nos ofrece un Holofernes recto y cáustico, su semblante es elegante y altivo, pero su caracterización masculina resulta un poco monocorde. Su voz posee un metal resonante y convincente, aunque hayamos tenido que lamentar varias imprecisiones de afinación durante sus primeras apariciones, ya que la mixtura de registros no siempre es la ideal. La mezzosoprano franco-inglesa Emilie Renard, como Abra, la compañera de Judith, plasma un personaje rico en colores y siempre carismático. Su voz se mueve con soltura por una tesitura bastante amplia y su capacidad actoral es perfecta. Su aria «Vultus tui vago splendore», siempre franca y convincente, nos cautiva desde el principio. En 2013, había sido premiada en el Concurso Cesti de Innsbruck. La marsellesa Lorrie Garcia interpreta extraordinariamente bien el papel de Osías, el sumo sacerdote de Betulia. Es un papel ingrato, porque su registro es considerablemente grave y, aunque las notas se proyecten impecablemente, le falta a su interpretación un poquito de “duende”. Sin embargo, las dos artistas más destacadas de la velada serán otras dos premiadas en el Concurso Cesti: la espléndida romana Arianna Venditelli, como Vagaus, acólito de Holofernes, y la maravillosa Sophie Rennert en el papel titular. Venditelli impresiona por su compromiso emocional, la rapidez, precisión y sobre todo la expresividad de su coloratura. Ya en su aria del Acto I «Matrona inimica», consiguió trascender su virtuosismo con este juego de riesgo y exhibición impregnado siempre de contenido musical, que llevó al clímax en la conocida aria del Acto II «Armata face et anguibus», una de las cumbres del virtuosismo para la voz de soprano. Y su faceta de actriz no tiene ningún reproche: presencia, elegancia y convicción. La austriaca Sophie Rennert es tan sobresaliente como cautivadora: su voz es de una belleza fuera de lo común, con un registro extremadamente amplio (nos obsequió con una cadencia de más de tres octavas…) y su interpretación impecable. Una profusión de matices de una riqueza excepcional, unas notas de un color y una belleza inefables y una admirable gestión de la respiración y de los cambios de registro. Sería injusto no mencionar que el público de Innsbruck adoró, con razón, a su compatriota, otorgándole un triunfo más que merecido. Desde su aria «Quanto magis generosa», con la viola d’amore concertante, habría ablandado el corazón más huraño, pero la «Agitata infido flatu» es contundente en su convicción y entrega: virtuosismo impregnado de pasión y magia. Y, para darnos una imagen diferente, toda de dulzura y delicadeza, su “Veni, veni me sequere fida” con el salmoé solista habría conquistado al más recalcitrante de los críticos…

Sophie Rennert (Juditha), Emilie Renard (Abra) & coro en ‘Juditha triumphans’ © Birgit Gufler – Festival de Música Antigua de Innsbruck 2023

Podríamos clasificar Juditha Triumphans como un oratorio francamente operístico. Sin narrador y con recitativos bastante desarrollados, la historia contiene suficientes elementos dramáticos como para justificar esta puesta en escena, presentada años atrás en el Teatro La Fenice de Venecia. La veneciana Elena Barbalich firma un trabajo escénico meticuloso e imaginativo. Sin más decorado que los efectos de luz, muy eficaces e ingeniosos, diseñados por Fabio Barettin, consigue establecer relaciones dramáticas entre los personajes que no aparecen claramente en el libreto. Y las referencias pictóricas, a La Última Cena de Leonardo da Vinci o a la Decapitación de Holofernes de Artemisia Gentileschi, aportan un contexto que nos resulta familiar, aunque el uso del latín parezca tan anacrónico hoy en día… El trabajo de Barbalich revela un cierto trasfondo feminista e incluso una postura antibélica que está un poco más clara en el texto. En principio, los comanditarios pretendían que Vivaldi escribiese una glorificación alegórica de las hazañas militares venecianas, pero estos aspectos de la cuestión no pueden ser desdeñados y aparecen bastante nítidamente en la visión de la directora escénica.

El Festival ha tenido la más que acertada idea de subtitular en alemán y también en inglés, lo que facilita el acceso a un público internacional. Tal vez menos numeroso que en años pasados, pero sin duda esencial para la proyección futura de esta importante iniciativa.

Arianna Vendittelli (Vagaus) y coro en ‘Juditha triumphans’ © Birgit Gufler – Festival de Música Antigua de Innsbruck 2023

Alessandro de Marchi se despedía de Innsbruck con una obra que conoce al dedillo: la ha grabado dos veces con dos magníficos repartos. En el podio, comenzó con impetuosidad y algunos desajustes. Pero en cuanto empezaron las arias solistas, su actitud se trocó a una complicidad íntima y colegial, dejando el margen imprescindible para la respiración y la fantasía sin descuidar el entramado rítmico. Y hay que destacar su trabajo sobre las cadencias y la ornamentación: cada personaje, cada aria tendrá cadencias unas veces muy desarrolladas y otras discretas o tajantemente resueltas, pero siempre elegantes y perspicaces. Debemos reconocerle el mérito, porque si cada solista hubiera hecho las suyas, nunca habríamos tenido semejante unidad estilística. ¡Chapeau! La ovación con la sala en pie que coronó la velada fue más que merecida para todos los participantes.

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Festival de Música Antigua de Innsbruck, 25 de agosto de 2023. Juditha triumphans, oratorio sacro-militar con música de Antonio Vivaldi y libreto de Giacomo Cassetti, estrenado en 1716. Crítica Juditha triumphans Innsbruck

Alessandro De Marchi (director musical), Elena Barbalich (directora de escena), Massimo Checchetto (diseño de escenografía), Tommaso Lagattolla (diseño de vestuario), Fabio Barettin (diseño iluminación).

Reparto: Arianna Vendittelli, Sophie Rennet, Emilie Renard, Anastasia Boldyreva, Lorrie Garcia.

Innsbrucker Festwochenorchester. Coro Maghini. Claudio Chiavazza (director del coro).

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