Crítica: La orquesta del Met en el Carnegie Hall «Ein deutsches Requiem» de Brahms

Por Carlos J. López Rayward

Concluida la temporada de la Metropolitan Opera, la orquesta del Met se prepara para su gira veraniega en Europa y ofrece varos conciertos en el Carnegie Hall de Nueva York, en los que se puede probar un anticipo de lo que habrá de escucharse durante los meses estivales en ciudades como Paris, Londres y Baden Baden. La orquesta del Met en el Carnegie Hall

Yannick Nézet-Séguin y Donald Palumbo en el Carnegie Hall. OW

El director titular de la orquesta del Met, el canadiense Yannick Nézet-Séguin,  es el encargado de preparar y dirigir al conjunto en su gira, con la que acaso busca resarcirse de los traspiés de una temporada de ópera con luces y sombras.

EL plato fuerte del concierto del pasado día 15 fue el monumental «Ein deutsches Requiem» de Johannes Brahms, con «Oraison» de Peña Laguna como perla introductoria. En un emocionado discurso sobre el podio antes del concierto, Yannick Nézet-Séguin explicó cómo estas obras estaban dedicadas a todos aquellos que perdieron la vida durante la pandemia, sobretodo los miembros de la Orquesta del Met, que fueron nombrados el director.

El programa comenzó con la premiere en Estados Unidos de la obra para coro y orquesta de Luis Ernesto Peña Laguna,¨Oraison¨, compuesta en 2021 con texto del poeta francés Jean A. Massard, para la Orchestre Metropolitain de Montreal, de la que Nézet-Séguin también es director artístico.

Luis Ernesto Peña Laguna, compositor cubano-canadiense.

Peña Laguna pensó Oraison para ser representada delante del Requiem de Brahms, por lo que las conexiones entre ambas obras, tanto semánticas como estilísticas, son evidentes, y trazan un bonito arco musical que recoge en un cojunto homogéneo los rasgos definitorios de la música clásica romántica y contemporánea.

En manos de un Yannick Nézet-Séguin inspirado y propositivo, Oraison contó con gran intensidad emotiva, pero también con honestidad sonora y sobriedad en las formas. Con claros guiños a Brahms, Ernesto Peña Laguna emplea de manera amable los recursos de la orquesta, dispuestos para inspirar al espectador sin incomodarlo. Consigue así construir un árbol musical elevado pero humano en lo nuclear, tan elegíaco como esperanzador.

Destaca en la obra del compositor cubano-canadiense el buen uso del coro, cuya línea de canto aparece en capas superpuestas, que llegan en oleadas constantes, ahora como un lamento, ahora como una pugna por la superación de lo trágico. Pese a que la línea coral aparece desdibujada en una maraña de frases sin conexión aparente, el conjunto resulta musical y expresivo.

Los siete movimientos de «Ein deutsches Requiem» de Brahms contaron como solistas con el barítono Quinn Kelsey y la soprano Lisette Oropesa, que sustituyó a Nadine Sierra, quien tuvo que cancelar para poder disfrutar de un descanso merecido y necesario.

El primer movimeinto Selig sind, die da Leid tragen se caracterizó por una incómoda falta de delicadeza en el coro, con un Nézet-Séguin fuera de sitio, demasiado expansivo y, por momentos, deslavazado.

La orquesta y coro del Met en el Carnegie Hall de Nueva York. OW

La orquesta del Met contribuyó a vertebrar un segundo movimiento Denn alles Fleisch es ist wie Gras más musical, donde el coro sonó lírico y expresivo, con menos apreturas. Pudimos disfrutar y saborear aquí la pulpa del coro de la Metropolitan Opera, sólido y pletórico de medios, como contamos a propósito de Der fliegende Holländer. No obtante, notamos al conjunto de Donald Palumbo más preocupado por el tamaño y la calidad del sonido que por la finura o la profundidad expresivas.

En el tercer movimeinto Herr, lehre doch mich pudimos disfrutar del arte de Quinn Kelsey, que pese a cierto engolameinto en el agudo y poca calidez en su rocoso centro, dejó una itervención emocionante por la cavernosidad de su timbre y una línea de canto muy atractiva, quizá algo fuera de estilo. Por su parte, Yannick Nézet-Séguin demostró aquí su compenetración con la orquesta, que respondía solícita a sus gestos. El coro apareció en este movimento, y en menor medida también en el resto, separado de la orquesta, cantando demasiado fuerte o mediado piano, sin llegar a conectar a la perfección todas las piezas.

El hermoso y breve cuarto movimento Wie lieblih sind deine Wohnungen resultó el más redondo de la serie, con los vientos muy finos y gran precisión en las cuerdas.

La protagonista absoluta del quinto movimiento Ihr habt nun Traurigkeit fue la soprano Lisette Oropesa, que cantó de manera impecable, coloreando la línea a placer, arropándose con el coro y la orquesta. Su voz, exhultante pero bien manejada, brilla arriba y se expande en el centro, con un fino vibrato y una línea de exquisita sensibilidad. La voz de Oropesa sonó como un rayo de claridad y esperanza en medio del duelo.

Lisette Oropesa recive el aplauso del Carnegie Hall. OW

El Requiem de Brahms se cerró con un sexto movimiento Denn wir haben hie keine bleinbende Stadt estimulante auqnue superficial en el que el efectivo entendimiento entre Nézet-Séguin y Kelsey dejó los mejores momentos. Tras un séptimo movimiento Selig sind die Toten muy lucido en la orquesta, que sonó por fin con un frease limpio y muy comunicativo, la música dio paso a un largo silencio que fue respetado por el público de Nueva York.

Con todo, la belleza de las piezas interpretadas, los recursos de la orquesta y el coro del Met, las habilidades de Yannick Nézet-Séguin y el buen estado vocal de los solistas parecen poder alumbrar conciertos de mayor profundidad artística. Esperamos que el verano europeo sea el escenario propicio para ello.

OW


Nueva York (Carnegie Hall), 15 de junio de 2023. The Met Orchestra. Yannick Nézet-Séguin, director, Lisette Oropesa, soprano. Quinn Kelsey, barítono. Coro de la Metropolitan Opera de Nueva York.

Obras de Luis Ernesto Peña Laguna y Johannes Brahms.