Ana Ozores vuelve a Vetusta Crítica: «La Regenta» Oviedo
Por Pablo Álvarez Siana Crítica: «La Regenta» Oviedo
Oviedo ya no es Vetusta pero «La Regenta» de Clarín merecía esta ópera en homenaje a los 140 años de su publicación, y tras el estreno madrileño llegaba al Teatro Campoamor y su festival de teatro lírico, gracias al empeño de la profesora Amelia Valcárcel y la compositora Marisa Manchado, Premio Nacional de Música (2024) precisamente en la modalidad de ópera por esta obra tan esperada en la capital asturiana. Un tándem que aceptó el reto equiparable según ambas al de Da Ponte y Mozart por reducir a drama Las bodas de Fígaro y cómo el primero escribía las palabras mientras él segundo hacía la música, para ellos en seis semanas todo estaba en regla pero para las madrileñas la composición de La Regenta les llevaría diez años (más otros tantos desde la idea primigenia). Crítica: «La Regenta» Oviedo

Estrenada en Madrid (con cinco funciones) estaba claro que Oviedo tenía que vivir y presenciar esta ópera de nuestro tiempo, donde más de cien años después, aún queda parte de esa Vetusta clariniana y farsante, pues parte del público -maduro y femenino mayormente- salía escandalizado de sus localidades y gritando por los pasillos en medio de la escena del tercer acto con “el cazador Víctor y la presa Regenta”, un coito elegante y nada explícito mientras el cornudo Quintanar se confiesa a Fermo y retará a Mesía, pero que hubiera reaccionado probablemente de la misma forma ambientándose en Boston o Sonneberg, pues si algo tiene esta novela llevada al cine, la televisión, el teatro o finalmente a la lírica, es su atemporalidad y universalidad donde aparecen “el poder, la maldad, las miserias y las ruindades humanas” que son la inspiración de la compositora, tal y como refleja en sus notas al programa.
Condensar las casi mil páginas de la novela de Leopoldo Alas no era tarea fácil, menos aún adaptarla para poder ser cantada (y hablada en momentos puntuales) por sus personajes, pero el trabajo de composición es loable para una ópera actual (me niego a calificarla de vanguardista), exigente para todos, sumándose una escena minimalista de Bárbara Lluch (en esta reposición ovetense estuvo Paula Castellano), negra, sobria, que plasma la soledad y la claustrofobia, con un diván como único mobiliario, donde los tres actos se suceden sin pausa, siendo los dos planos en que se realiza la acción lo más logrado, junto a la iluminación y escenografía apropiada de Urs Schönebaum más el vestuario elegante de Clara Peluffo (válido para toda ella aunque implícito en el baile del casino), nos van situando en todos los ambientes de la obra de Clarín.

Y Ana Ozores omnipresente la hora y media, con los cambios de vestuario llenos de complejo simbolismo, revistiéndose en la escena con los distintos modelos, casi como disfraces, de viuda, señora, virgen o prostituta, con pestañas que parecían ser aquellos recortables de los que en mi época llamábamos “mariquitas”. La soprano María Miró encarnó a esta regenta plena, empoderada en una evolución de su personaje a lo largo de la función: mojigata con las beatas, doliente en la procesión, contenida con El Magistral, apasionada con Mesía y hasta consumida por el remordimiento (y el enclaustramiento), con esa frase tan concluyente y angustiada de “Estoy tan sola, tan yerta”. De canto siempre cuidado, íntimo y potente, timbre bellísimo y uniforme color vocal, sin fisuras en las no muchas coloraturas que MM (como llama Amelia Valcárcel a la compositora) escribe para la protagonista, sobre todo en el último acto de esta su tercera ópera. El Magistral del barítono David Oller también jugó con su lucha interior, difícil proyectar la voz desde el plano superior pero mejor al lado de su Anita de quien es “su amigo del alma”, el cura lascivo de apariencia mística y sin complejo de Edipo con su madre Doña Paula (una Laura Vila de graves cortos en su emisión desde el lateral del plano superior), de timbre algo “blando” para su personaje, pero convincente en la escena.
El inmoral Álvaro Mesía encontró en el tenor Vicenç Esteve la mejor opción para toda la carga seductora de su personaje, “El Don Juan de Vetusta”, vestido decimonónico morado con peluca de ilustrado, que nos dejó un trío bien empastado en el casino con Vegallana, otro sátiro bien encarnado por el también tenor José Manuel Montero de registro más grave con buena diferenciación de colores, y el Don Víctor a cargo del bajo Cristian Díaz, algo limitado de volumen pero suficiente gracias a un foso que siempre respetó las tablas, que sería abatido por el fugado Mesía. La soprano María Rey-Joly sedujo como la viuda Obdulia y ex-amante de Don Álvaro, sensual, luchando con una escritura vocal que no ayuda al lucimiento pero escénicamente convincente, al igual que la Petra de la mezzo Anna Gomà, con una voz de calibre especialmente en la confesión al Magistral. Dos carreras vocales divergentes en el tiempo pero completando un reparto que remataría el contratenor Gabriel Díaz como sapo, actoralmente impresionante y vocalmente perfecto en este rol repulsivo: imaginería en la procesión central del segundo acto y el repugnante “sapo” del beso a La Regenta.

Merece destacar la intervención del coro residente del festival que prepara José Manuel San Emeterio, una Capilla Polifónica “Ciudad de Oviedo” amateur pero plenamente entregados en el papel de Vetusta, los vecinos de mirada pervertida, chismosos, inmóviles, jugando con los paraguas más allá del guiño a la climatología asturiana del “Nunca pasa nada, llueve y para…”, con pasajes complicados en esta partitura atonal y sin muchos referentes pero que solventaron con profesionalidad, además de aportar a Eugenia Ugarte y Ángel Simón como Beata y Señorito a este gran reparto clariniano de Valcárcel-Manchado.
Todo el peso de la ópera recayó en un Jordi Francés que sacó lo mejor de la partitura, concienzudamente trabajada, con una Orquesta Oviedo Filarmonía compacta, amplia, afinada, versátil desde hace años, con tímbricas hermosas, una percusión precisa, arpa y teclas virtuosas, el saxo que nos llevaba al vals del casino o el maravilloso solo de violín de Mijlin. La música de Manchado, bien analizada en las notas al programa por el doctor Jonathan Mallada, es difícil de ejecutar por todos. Tiene pasajes agradables de escuchar, con glisandos en la cuerda muy efectistas, solos para demostrar la calidad de los primeros atriles, sonoridades de music-hall, ritmos reconocibles e incluso “leit motivs” que ayudan a seguir una acción siempre clara en el libreto de Valcárcel, pero el trabajo del director barcelonés, todo un especialista en nuevos títulos, hizo posible una función de autentico drama escénico con respeto por las voces y hacer con la música de la orquesta un abrigo que vistió esta ópera de nuestro tiempo, esperando siga representándose al menos en los 150 años de «La Regenta», porque espero que para entonces el público de esta Vetusta del siglo XXI ya esté educada a las músicas actuales, incluso a las que llaman “de vanguardia”.
Oviedo (Teatro Campoamor), 10 de abril de 2025. La Regenta Ópera en tres actos, con música de Marisa Manchado y libreto de Amelia Valcárcel, basaen la novela homónima de Leopoldo Alas «Clarín». Estrenada el 24 de octubre de 2023 en la Sala Fernando Arrabal de Las Naves del Español (Madrid). Versión orquestal para el Festival de Teatro Lírico Español de Oviedo. Edición a cargo de Guillermo Buendía Navas. OW
Dirección musical: Jordi Francés – Dirección de escena: Bárbara Lluch – Asistente de dirección: Paula Castellano – Escenografía e iluminación: Urs Schönebaum – Vestuario: Clara Peluffo – Director del coro: José Manuel San Emeterio.
:ELENCO
Ana Ozores (La Regenta): María Miró – Fermín de Las (El Magistral): David Oller – Álvaro Mía (Presidente del Casino de Vetusta): Vicenç Esteve – Don Víctor Quintanar (marido de la Regenta, exregente de la Audiencia): Cristian Díaz – Paco Vegallana (mejor amigo y confidente de Mesía): José Manuel Montero – Obdulia (viuda llamativa y antigua amante de Mesía: María Rey-Joly – Petra (criada de la Regenta): Anna Gomà – Doña Paula (madre del Magistral): Laura Vila – Sapo (un monago): Gabriel Díaz – Beata: Eugenia Ugarte – Señorito: Ángel Simón.
Actores: Andrés Bernal y Magdalena Aizpurúa
Orquesta Oviedo Filarmonía / Coro Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo