Crítica: ‘La Sylphide’ de la Compañía Nacional de Danza

Gran puesta en escena e interpretación para un perfecto ballet romántico de 1836 Crítica Sylphide Compañía Nacional Danza

Por Cristina Marinero

Enhorabuena a Joaquín de Luz por tener como objetivo de su dirección, iniciada en 2019, que la Compañía Nacional de Danza (CND) presentara en algún momento no muy lejano del inicio de su mandato este ballet romántico, el segundo más antiguo que se conserva, tras La fille mal gardée (1789). La noche del estreno el público aplaudió entusiasmado a los bailarines, también al director musical Daniel Capps y a la Orquesta de la Comunidad de Madrid, por una representación magnífica. Incluso se solventó con arte y diplomacia un suceso complicado, la ruptura en un brindis de un vaso de cristal. En las siguientes funciones se cambia, nos han confirmado, por uno de metal para evitar sustos. Crítica Sylphide Compañía Nacional Danza

El miércoles 13 de diciembre será Joaquín de Luz quien interprete a James, junto a la coreana Hamin Park, en una función que ya se vislumbra histórica.

La pareja protagonista de ‘La Sylphide’: Yaman kelemet (rol titular) y Thomas Giugovaz (James) (c) Albiru / CND 2023

De nuevo, como no podemos dejar de repetir con los clásicos, cabe señalar que diez funciones son muy pocas. Con las entradas agotadas desde hace días, y con el costo económico y artístico que supone poner en pie un ballet de estas características y dimensión, debería estar más semanas en cartel. Además, en estas fechas navideñas, tan largas en España, se erige como el título perfecto –los clásicos bien montados y bailados siempre lo son– para haber estado hasta el 7 de enero. Eso sí sería fomentar la cultura entre niños, jóvenes y adultos. Esperemos que vuelvan a poner en escena La Sylphide en Madrid, en breve. Como la campaña de comunicación ya está hecha y el eco del boca a boca seguirá por mucho tiempo, solo hay que buscar fechas en el Teatro de la Zarzuela.

Coreografía del maestro danés August Bournonville, de 1836, sobre la composición del noruego afincado en Dinamarca, Herman Severin Løvenskiold, La Sylphide tiene su origen en el ballet coreografiado por Filippo Taglioni para su hija Marie, en 1832, en la Ópera de París, con la partitura creada por Jean Schneitzhoeffer. Fue el primer ballet romántico tras el éxito del acto bailado de la ópera Roberto el Diablo, llamado El ballet de las monjas (1831), en el que jóvenes muertas se levantaban de sus tumbas del claustro del convento y bailaban, como parte de la trama de dicho título de Meyerbeer.

En el centro Martina Giuffrida (Effie) y Thomas Giugovaz (James) en un momento de ‘La Sylphide’ (c) Albiru / CND 2023

El libreto de La Sylphide, conservado en la versión danesa con cambios realizados por el coreógrafo danés, es del tenor francés Adolphe Nourrit, uno de los intelectuales que vio cómo los ideales de la Revolución Francesa se desvanecían: la burguesía había adoptado los vicios de la decrépita aristocracia, escribió, sin adoptar ninguna de sus virtudes. Esos cambios realizados por Bournonville resultan esenciales, ya que centró la moral de la historia en James, el protagonista. “El hombre nunca debe negar sus obligaciones domésticas por la persecución de una «felicidad imaginada»”, aseguró. Y ese es el núcleo del argumento, ya que al final lo vemos solo, sin su novia terrenal y sin su deseo inasible, la sílfide, a la que ha querido cambiar, haciéndola humana, y por ello, la ha matado.

Enhorabuena a Petrusjka Broholm, anterior bailarina del Real Ballet de Dinamarca, por revivir con los bailarines españoles este ballet precioso y preciosista, con el mimo que trasluce cada momento, variación solista, paso a dos y coreografía de conjunto. Ella es una especialista en August Bournonville, cuyo apellido da nombre al famoso y respetado estilo propio del ballet danés, identificado por su exquisita técnica, su virtuosismo y la fuerza de los roles masculinos con esas variaciones tan exigentes en saltos, giros y batería.

De nuevo la pareja protagonista de ‘La Sylphide’: Yaman kelemet (rol titular) y Thomas Giugovaz (James) (c) Albiru / CND 2023

Junto a Broholm, también está la española Arancha Argüelles, anterior estrella de nuestro ballet en los años noventa, quien bailó los títulos del maestro cuando fue figura en la Ópera de Berlín y en el Real Ballet de Dinamarca, llamada por Joaquín de Luz este verano para integrarse en la CND como repetidora y aportar a este proyecto, entre otros cometidos. Y, con ellas, el director adjunto, Pino Alosa, que con su larga trayectoria como maestro y repetidor en compañías de ballet de medio mundo aporta siempre experiencia y rigor. Crítica Sylphide Compañía Nacional Danza

Enhorabuena, también, a los bailarines de la Compañía Nacional de Danza, por la disciplina de ensayos y clases que apreciamos detrás de sus interpretaciones, ya sean solistas o del elenco. Bailar La Sylphide es todo un reto, porque hay que estar en estilo, porque requiere dosis iguales de contención y dinamismo. Han estado perfectos, tanto en las danzas inspiradas en las populares escocesas del primer acto, como en el ballet blanco, del segundo, protagonizado por ellas, las bailarinas.

Qué decir de Thomas Giugovaz, como James, y de Yaman Kelemet, en el papel de la sílfide. Es una pareja sólida, que ha llegado a la CND con gran experiencia en compañías donde han interpretado con profusión los clásicos, neoclásicos y coreografías de ballet contemporáneo. Hay mucho escenario en ellos y eso se palpa en sus interpretaciones.

En primer plano, Thomas Giugovaz como James en ‘La Sylphide’ (c) Albiru / CND 2023

Nacido en Trieste (Italia), Giugovaz se formó en la escuela del Teatro alla Scala de Milán, donde se estudia la técnica Cecchetti poseedora de la característica que ha distinguido al ballet italiano desde que lo crearon: los saltos y giros. Sus variaciones fueron perfectas, con altura de salto, ágiles en las batidas de piernas, limpio y con el tronco absolutamente bien colocado. Por su parte, la norteamericana Yaman Kelemet, originaria de Chicago, ha construido una sílfide muy vivaz, lírica y romántica en sus brazos –lo vemos en esa diagonal del segundo acto– con precisión en los saltos y alargamiento infinito de sus arabesques. Es inevitable ver en este ballet y sus variaciones la base sobre la que años después se estructura el más conocido, por representado, Giselle (1941).

Junto a ellos, nos deleitamos con una dulce Martina Giuffrida, en el papel de la abandonada Effie, quien luego es quien gana la partida al unirse al enamorado Gurn, interpretado por Jorge Palacios, también un bailarín con gran técnica y presencia escénica que ha llegado a la CND desde la Escuela Vaganova y el Ballet Mariinsky, nada menos. Y en el personaje de Madge, la hechicera esencial en el desarrollo de la historia, una expresiva Irene Ureña, cuya interpretación contribuye a que este cuento con moraleja consiga atrapar al público y haya arrancado sus ovaciones. Felicidades.

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La Sylphide. Compañía Nacional de Danza. Teatro de la Zarzuela. 7 de diciembre de 2023.

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