Por Federico Figueroa Crítica: «La traviata» Burgos
Una representación semi-escenificada, como la ofrecida en el cierre de la III Temporada Lírica de Burgos, se manifiesta como una magnífica solución para contener los costes de producciones operísticas. Por otro lado, una ópera con la fuerza dramática de La traviata se hace idónea para este tipo de soluciones. En el Teatro Principal de Burgos la orquesta estuvo en el foso, el coro en la parte trasera del escenario y los personajes desarrollaron la acción en la parte delantera del escenario y ocasionalmente en la corbata. En ese espacio Antón Armendáriz, reponsable de esta puesta en escena, dotó de vida al melodrama compuesto por Giuseppe Verdi con la ayuda de unas proyecciones sobre unos estores frente al ciclorama, unos pocos elementos de atrezzo (una mesa, un sofá, un par de sillas), un buen movimiento de actores y una apropiada iluminación (Javier Hernández). Todo pensado para resaltar el dramatismo, siendo protagonista la esencia de la obra. Música y canto como sustrato dramático de la magia del teatro cantado. «La traviata» Burgos
En el foso se encontraba Pedro Bartolomé, alma y carne de esta ilusionante temporada lírica, con la Joven Orquesta Sinfónica de Burgos (JOSBU) en buena progresión. La batuta buscó un sonido bien balanceado, que apoyase a los cantantes y creara las atmósferas adecuadas en la que se mueven las criaturas dramáticas de La traviata. Hubo tensión teatral y aliento verdiano, con algunos borrones en el preludio del tercer acto. Seis cantantes desarrollaron a los once personajes que aparecen en la obra.
La soprano extremeña Mar Morán y el tenor cántabro Alejandro del Cerro interpretaron a la pareja Violetta-Alfredo, personajes que ambos debutaron en el Ópera de Oviedo hace un año, con inteligencia para mostrarnos su el arco completo por el que transitan. Ella estuvo muy bien resuelta en la escena del primer acto, con el sobreagudo en la cabaletta, y ambos nos regalaron un emotivo «Parigi o cara» en el tercer acto. Él fue generoso en los pasajes más líricos, con arranques efusivos de buen impacto en el público que llenaba al completo el aforo del Teatro Principal. Cerrando el triángulo protagonista, el barítono mallorquín Pablo López dibujó convincentemente al egoísta y antipático Giorgio Germont desde el comedimiento escénica y un material vocal elocuente de vibrantes acentos.
La mezzosoprano Anna Gomà interpretó a Flora y a Annina con la solvencia vocal y escénica que le caracteriza, siempre profesional que suma un impecable encanto en escena. El bajo-barítono Javier Agudo como Marqués d’Obigny, El barón Douphol y el Doctor Grenvil; y el tenor Manuel de Diego como Gastón, Giuseppe y Comisario, se movieron en las mismas coordenadas artísticas: excelente prestancia escénica y adecuación a las demandas vocales de sus personajes. La presencia del Orfeón Burgalés, preparado por María Pilar Hernando, interpretó con acierto y desparpajo a ese otro personaje, el coro como representante de la sociedad, que es la contraparte teatral en la vida de Violetta.
El público burgalés aplaudió con entusiasmo a todo el elenco y las ovaciones se alargaron varios minutos, pues saben que asistimos a una Traviata musical especial, creada para Burgos con el afán de devolver el brillo lírico de antaño a la ciudad castellana.
Burgos (Teatro Principal), 9 de diciembre de 2024 La traviata Ópera en 3 actos de Giuseppe Verdi Versión semi escénica. Crítica: «La traviata» Burgos
Dirección musical: Pedro Bartolomé Dirección de escena: Antón Armendáriz
Elenco: Mar Morán, Alejandro del Cerro, Pablo López, Anna Gomà, Javier Agudo, Manuel De Diego.