Crítica: «La vorágine» en Bogotá

Por Juan David Giraldo Crítica: «La vorágine» Bogotá

Una ópera que surge del Amazonas

Con motivo del centenario (1924-2024) de la publicación de la icónica novela La vorágine de José Eustasio Rivera, el Ministerio de las Artes, las Culturas y los Saberes de Colombia mediante el proyecto ‘Vorágine Expandida’ inició en 2023 la celebración convocando la creación de propuestas en diferentes formatos artísticos. Entre ellos, por ejemplo, surgieron piezas escénicas a cargo de renombradas compañías como Mapa Teatro y Teatro Petra o multidisciplinares como La Quinta del Lobo, entre otras. Y ahora llega el estreno mundial de la ópera La Vorágine el 25 de febrero y con funciones también el 27 de febrero, el 1 y 2 de marzo en el  Teatro Colón —ubicado en el corazón del barrio de La Candelaria, en Bogotá— que forma parte del complejo Centro Nacional de las Artes Delia Zapata Olivella. 

Una escena de «La vorágine» / Foto: Carlos Mario Lema

En el ámbito musical la idea de componer y poner en escena una ópera a partir de la novela La vorágine fue uno de los retos más exigentes y ambiciosos puesto que no se trata simplemente de una obra más de la literatura nacional. En la misma línea de novela de denuncia social de finales del siglo XIX e inicios del XX con obras que le precedieron como  Cumandá de Juan León Mera o Infierno verde del brasileño Alberto Rangel, Rivera evidencia las atrocidades cometidas por la casa Arana y la “fiebre” del caucho en la Amazonia. Fueron narradas en la fuga de Arturo Cova y su compañera Alicia desde Bogotá, los llanos de la Orinoquia hasta perderse por la selva en el Brasil. La obra explora temas universales y de renovada actualidad como la relación del ser humano con la naturaleza, el amor, la violencia, la búsqueda de la propia identidad, de un mejor futuro, el desplazamiento de grupos humanos. Será a su vez influencia para otras obras como El Tungsteno de César Vallejo.

Distintos caminos llevaron a la colaboración entre el compositor y director brasileño João Guilherme Ripper y el director y productor escénico Pedro Salazar. Ellos se habían conocido en el Festival Amazonas de Ópera en Manaos (Brasil). Allí, Salazar presentó la ópera Peter Grimes de Benjamin Britten pero ubicada no en la costa inglesa sino en una ribera amazónica, —ya había mostrado su versión de Florencia en el Amazonas, de Daniel Catán— y Ripper su ópera Piedade en 2024, cuyo personaje principal es el escritor Euclides da Cunha quien también se preocupó como Rivera de la situación humana en la gran región amazónica. Así, esta cooperación Brasil – Colombia era lógica. De hecho, tal como la novela que se inicia en Bogotá y concluye buscando a sus personajes en Manaos, La vorágine se presentará en la Ópera de Manaos los días 15, 17 y 19 de abril. Crítica: «La vorágine» Bogotá

Una escena de «La vorágine» / Foto: Carlos Mario Lema

«Qué emocionante que sea una obra colombiana la que abrió el Teatro Colón en 2025″, comenta Pedro Salazar, quien trabajó por más de un año en la composición y la escritura del libreto. Para se apoyaron en visiones más completas y ampliadas de la novela como “La Vorágine, una edición cosmográfica” de Margarita Serje y Ena von de Walde. El libreto está constituido como la novela en tres partes pero se incluye alguna escena que no está en la novela así como un poema de Rivera que tampoco lo está. Uno de los aspectos más fascinantes para los participantes fue asistir a la creación de una ópera desde el concepto mismo, “ir haciendo camino al andar”, ir descubriendo el tono, la selección de los personajes en una obra en proceso. Teniendo al compositor in situ, se pudieron ir resolviendo con él dudas tanto a nivel vocal como orquestal. 

Al compositor brasileño —que duró casi un año y medio trabajando en esta ópera— se le dieron a conocer ritmos propios de cada una de las tres regiones colombianas, y él los involucró en la composición operística de manera sutil y dentro de su libertad creativa. Aquí radica una de sus virtudes: ser una obra suramericana, colombiana, amazónica, en la que se habla del país, de la gran región selvática, de sus problemas y de su idiosincrasia, y no desde la periferia eurocentrista. «El segundo acto, por ejemplo, empieza con el coro cantando: ‘¿Qué encontraremos en el Vichada…?’ ¿Cuándo hemos oído una ópera que habla del Vichada?», resalta Salazar, Este proceso marca un hito en la escena musical del país pues abre un camino para generar una lírica con valores, ritmos y acentos propios.

Una escena de «La vorágine» / Foto: Carlos Mario Lema

 La Vorágine contó con la dirección musical de Luiz Fernando Malheiro —con quien Salazar ya había trabajado— y la Orquesta La Nueva Filarmonía. El Coro Nacional de Colombia tuvo como director asistente a Jeisson Segura. El espacio escénico fue magistralmente manejado por Salazar en compañía de Julián Hoyos (escenógrafo) y Pablo Castillo (diseño de video). El juego de distintas veladuras, mobiliario escénico y proyecciones lograron la profundidad y exuberancia del trópico desde los Andes, el llano, a la selva, sin caer en clichés o apabullar el lenguaje coreográfico. El vestuario de Sandra Díaz manejó muy bien el proceso de degradación del “exilio dentro del exilio” de Arturo y Alicia y la época del drama (1910-20).

El elenco reunió a destacadas voces de la lírica latinoamericana: El barítono brasileño Homero Velho supo adentrarse en un Cova poeta fracasado que va apuntando su propia tragedia a medida que ocurre; como actor plasmó sus contradictorias facetas: agresivo y machista pero también soñador y consciente líder de la tragedia de los trabajadores-esclavos del caucho. La soprano colombiana Eliana Piedrahita fue una perfecta representación de la ingenua y celosa Alicia bogotana; la soprano Sara Bermúdez y el barítono Juan David González tuvieron papeles destacados tanto vocal como actoralmente en el papel de pareja compañera de los protagonistas. Según el tenor César Gutiérrez, el personaje Clemente Silva a quien representó es “un hombre oxidado por la vida” que carga los restos de su hijo y quien como “rumbero” o conocedor de caminos guía a los protagonistas y luego los busca infructuosamente en la selva brasileña; Andrés Agudelo, tenor, supo impactar escénicamente como el implacable y cruel Narciso Barrera.

Una escena de «La vorágine» / Foto: Carlos Mario Lema

Capítulo aparte merece la mezzosoprano Ana Mora como La Madona Zoraida Ayran, en la que lució toda su capacidad vocal. Particularmente valorada fue su aria con “aquella música de secreto y de intimidad [que] daba motivo a evocaciones y saudades”,  e igualmente el bajo barítono Valeriano Lanchas como Don Rafo. Ambos arrancaron los más nutridos aplausos. 


Bogotá, 25 de febrero de 2025.  Teatro Colón.   La vorágine  Ópera de João Guilherme Ripper.

Dirección musical: Luis Fernando Malheiro.  Dirección de escena: Pedro Salazar.  Orquesta La Nueva Filarmonía.  Coro Nacional de Colombia

Elenco: Homero Velho, Eliana Piedrahita, Valeriano Lanchas, Sara Bermúdez, Juan David González, César Gutiérrez, Ana Mora, Andrés Agudelo.