Jordi Savall viste ‘Las Estaciones’ con velos transparentes en el Auditori Crítica Las Estaciones Haydn Auditori
Por Xavier Rivera
«Levemente velada de gris, la suave luz de la mañana se acerca; con lánguidos pasos la indolente noche se retira ante ella. Hacia oscuras cavernas huye la ciega legión de las aves fúnebres; sus lúgubres gritos lastimeros ya no oprimen el corazón angustiado. – El heraldo del día se anuncia y, con sus gritos desgarradores, llama al reposado campesino a reanudar su actividad.»
La segunda parte de Las Estaciones (Die Jahreszeiten) de Haydn, el verano, comienza con estas significativas líneas. El autor del texto, Gottfried von Swieten, instaura inmediatamente el estado de ánimo de la obra. Y parece que hubiera tenido una premonición de cómo este maravilloso músico que es Jordi Savall construiría su interpretación. Porque los instrumentos llamados «barrocos», aunque a menudo difíciles de manejar por su inestabilidad frente a los cambios de temperatura o humedad y por las dificultades que presentan para la afinación, aportan una transparencia, una luminosa claridad a todas las voces que se han reunido para formar este conjunto de orquesta y coro y ofrecernos la última gran obra de un compositor ya al final del recorrido de su vida, pero de ninguna manera desprovisto de vitalidad. Hay otra analogía con Savall: aparece en el escenario con un bastón en la mano derecha (por una caída) y sube al podio con cautela, pero en cuanto nace el sonido, su vitalidad, su oído atento y su dirección más bien minimalista pero formidablemente eficaz y empática nos sumergen en un universo en el que se mezclan las tinieblas con los rayos de luz. Al mismo tiempo, este despliegue de energía, precisión y claridad nos llega con un velo de misterio ya que Las estaciones tienen un significado que va mucho más allá de una simple alegoría de la felicidad y las virtudes de la vida campesina, o de un respeto de nuestros vínculos con la naturaleza premonitorio de los movimientos ecologistas de hoy en día. En efecto, se han recalcado las evidentes analogías simbólicas con los ritos de iniciación masónica, absolutamente límpidas en el texto final del oratorio: «Una eterna primavera reina y una felicidad sin fin será la recompensa de los justos. Que tal recompensa sea también un día la nuestra. Luchemos por ella, aspiremos a ella… ¡Que tu mano nos guíe, oh Dios! Concédenos fuerza y valor, para que venzamos y seamos admitidos en la gloria de tu reino. Amén». Crítica Las Estaciones Haydn Auditori Savall
Sin embargo, se ha prestado menos atención al hecho de que todo este texto podría tener también un propósito revolucionario más o menos velado. Fue escrito entre 1799 y 1801, apenas diez años después de la toma de la Bastilla, un acontecimiento históricamente crucial y cuyos ecos debían preocupar inevitablemente a los vieneses y a la monarquía de los Habsburgo. En su Sinfonía de Praga, y también en la 39ª, Kv 543 en Mi bemol, Mozart trata el tema principal del último movimiento, tradicionalmente un motivo campesino, alegre y vivaz, dándole la forma de Sonata, es decir, una forma aristocrática por excelencia. Algunos musicólogos han visto en este ínfimo y diabólico detalle una voluntad de reafirmar el valor de las clases populares para suplantar los privilegios de la nobleza, un debate que estaba de actualidad a finales del siglo XVIII… ¡y que seguimos viviendo hoy en día, aunque sea bajo otras formas! Crítica Las Estaciones Haydn Auditori Savall
Los estrechos vínculos entre Haydn y Mozart, que frecuentaban la misma logia en Viena, así como con von Swieten, quien se afanó para que Mozart escribiera su ópera masónica La flauta mágica, podrían orientarnos en esta dirección ya que no era baladí ensalzar, ante un público mayoritariamente aristocrático, las virtudes morales de los campesinos, del esfuerzo y de la clase trabajadora como sucede en Die Jahreszeiten.
El equipo reunido ayer en torno al ilustre gambista catalán era un areópago de grandes nombres: su conjunto «Le Concert des Nations«, un nombre de por sí significativo, reúne a la mayoría de los mejores colaboradores del maestro a lo largo de los últimos años. Que sean su concertino, Lina Tur Bonet, una violinista excepcional que hace sonreír a la música, su pianista Luca Guglielmi, un músico eminente y discreto o los solistas de viento -la maravillosa trompa de Thomas Müller o la encantadora flauta de Charles Zebley-, podríamos mencionarlos a todos sin que se nos acaben los elogios. Pero es el inolvidable trío de solistas vocales el que nos llevará a la delectación extrema: la noruega Lina Johnson, como Hanne, y los alemanes Tilman Lichdi y Matthias Winckhler, como Lucas y Simon, van mucho más allá de las cualidades ideales que cabría esperar de unos excelentes cantantes: sus voces y su discurso musical son irreprochables, su dicción es de la máxima excelencia, bien proyectada y precisa. Y saben cómo contar la historia, cómo dar vida a un texto que podría tornarse prolijo por largo y repetitivo, para que el oyente no pierda nunca el hilo ni el interés por este aspecto esencial del discurso poético-musical. Es cierto que la sobretitulación bilingüe, con una bella traducción al catalán, contribuye a facilitar la comprensión de un texto del que muchas expresiones y términos están en desuso. Curiosamente, la acústica del Auditori es un tanto desconcertante: hay reflejos cruzados de sonido que desorientan al oyente sobre la procedencia del sonido, aunque este entorno acústico no perjudica para nada la calidad de la audición, ni mucho menos.
La Capella Reial de Catalunya, un conjunto fundado por Montserrat Figueras y Jordi Savall en 1987, fue refundada en 2021 como Capella Nacional de Catalunya en colaboración con un grupo de jóvenes cantantes egresados de los centros de enseñanza superior, con el objetivo de construir una herramienta profesional formada en las prácticas vocales históricas. Los resultados son elocuentes: las voces son frescas y bellas, la afinación impecable, su entusiasmo ilimitado y las pequeñas reservas que podrían plantearse (algunos sonidos prolongados demasiado rígidos) no tienen realmente impacto en el resultado global. Crítica Las Estaciones Haydn Auditori Savall
En su discurso de apertura, Savall dedicó el concierto a la esperanza de ver el fin de las guerras actuales, reafirmando hasta qué punto estas grandes obras de nuestra cultura son pilares de la solidaridad y la fraternidad humanas. ¡Ojalá se cumpla su deseo!
* * *
Auditori de Barcelona, 24 de mayo de 2024: Die Jahreszeiten de Haydn, oratori, Hob. XXI:3 (1799-1801). Gottfried van Swieten (1733-1803), libretista. Basado en The Seasons de James Thomson.
Reparto: Lina Johnson, soprano (Hanne), Tilman Lichdi, tenor (Lucas), Matthias Winckhler, baríton (Simon).
La Capella Nacional de Catalunya. Lluís Vilamajó, preparación del conjunto vocal. Le Concert des Nations. Lina Tur Bonet, concertino. Jordi Savall, dirección.
OW Crítica Las Estaciones Haydn Auditori Savall