Crítica: «Las golondrinas» en el Teatro de la Zarzuela

Crítica: «Las golondrinas» Teatro Zarzuela Por José Antonio Lacárcel

Y las golondrinas volvieron

Hace siete años que asistimos a un formidable espectáculo en el teatro de la Zarzuela. Volvía a ponerse en escena una de las mejores obras de todo el repertorio lírico español: Las Golondrinas, de José María Usandizaga. Fue algo realmente excepcional y creo que así pude recogerlo adecuadamente en el trabajo que publiqué en Opera World. Ahora, siete años más tarde, vuelve la misma producción al mismo escenario, con la magnífica dirección escénica de Giancarlo del Mónaco que tan gratamente nos impactó en aquella memorable versión. Hoy vuelve la misma producción aunque en el podio estuvo Juanjo Mena. La escenografía, muy convincente, de William Orlandi, Jesús Ruiz en el vestuario y Bárbara Staffolani en el movimiento coreográfico. Además la iluminación corría a cargo de Vinicio Cheli con Raquel Merino, como maestra de luces, siendo el ayudante de circo Alex G. Robles, David G. Tormo, asistente de dirección musical y Lilliam Castillo, Ramón Grau y Carlos Sanchís, como maestros repetidores.

Una escena de "Las golondrinas" / Foto: Elena del Real
Una escena de «Las golondrinas» / Foto: Elena del Real

Este reencuentro con la obra maestra del compositor vasco ha vuelto a ser sumamente satisfactorio. Todos han cumplido perfectamente y aunque los repartos, lógicamente, han sido distintos de aquel memorable acontecimiento, el balance es igualmente positivo porque se ha trabajado con el mismo entusiasmo que entonces, porque se ha sabido conquistar al público desde el momento mismo en que empiezan a sonar los vibrantes compases del preludio y el patio de butacas se ve surcado por una gran cantidad de artistas circenses, equilibristas, contorsionistas, ciclistas, todo un muestrario de lo que ha sido, es y será el circo. Ese circo que se adueña de la escena y que,  siguiendo el libreto de María de la O Lejárraga y Martínez Sierra, impregna y llena toda historia que gira, ya se ve, en torno a la familia Sanders, artistas circenses ambulantes primero y después artistas valorados en un circo de lujo. Un libreto que tiene una calidad que no siempre está presente en las obras líricas de nuestro repertorio. En este caso fue casi idílica la relación entre el matrimonio libretista y el joven compositor que bien pronto dejó la prueba de su gran inteligencia musical, de su capacidad creadora y de la fé que tenía en su música. Crítica: «Las golondrinas» Teatro Zarzuela

Por cierto estamos ante una partitura de un vigor, de una fuerza que no siempre se encuentra en nuestro teatro lírico. Irrumpe el joven Usandizaga con un intensidad que ya casi se esperaba en sus primeros intentos de crear con otros compositores la ópera vasca. Una de las cosas que más me impresionan es la formidable orquestación. A un nivel muy superior al de la mayoría de los grandes zarzuelistas españoles. Se advierte, como es lógico, en la Pantomima, pero es que toda la obra está marcada por esa espléndida realidad. Obtiene el máximo resultado de las posibilidades de la Orquesta desde el principio con el vibrante preludio que es como una carta de presentación, que nos trae aromas sonoros del mundo del circo, de la farándula. Se advierte en cómo la orquesta arropa y desarrolla el tema primero de Lina  Señora, la mi señora… o cuando el mismo personaje inicia el bonito tema de “Caminar, caminar” que dará pié a que Puck exprese sus sentimientos en la primera aria que tiene que cantar con el mismo tema. La orquesta siempre estará presente creando una atmósfera, véanse las de Puccini. Y la hermosísima Pantomima que tan bien ha sabido plasmar escénicamente el director italiano. Una música de excepción, una música que hace vibrar, que nos lleva a la reafirmación de que aquí, en España, también se hace música de la grande, de la que está a una verdadera altura. Y los dúos tan diferentes y tan hermosos, los de Puck y Cecilia, y Puck y Lina. Conceptos distintos del amor, del lirismo a la brutalidad primitiva. Hay quien ha querido ver cierto parentesco entre nuestro Puck  y el Canio de Leoncavallo. Anécdotas aparte hay similitud de la ubicación de la acción y el carácter violento de ambos artistas. En ambos casos se llega al peor de los finales. Y todo esto lo tiene también presente el compositor llegando casi al paroxismo en la dramática romanza de “Se reía”. Crítica: «Las golondrinas» Teatro Zarzuela

Una escena de "Las golondrinas" / Foto: Elena del Real
Una escena de «Las golondrinas» / Foto: Elena del Real

Por tanto llegamos a la conclusión de la importancia que la orquesta tiene a lo largo de toda la obra. Y hay que reconocer que Juanjo Mena ha entendido bien la partitura de Usandizaga. A lo largo de toda la representación se advierte un estudio concienzudo, un trabajo realizado en profundidad para alcanzar esa simbiosis entre lo que el autor quiere y lo que la orquesta, bien llevada, puede responder. Sonó muy bien en general. Quizá en alguno de los momentos más brillantes de la pantomima hubiera sido deseable una mayor brillantez en los metales. Pero esto no pasa de ser una opinión totalmente personal. La partitura es muy rica, está llena de matices y creo que el director supo  hacer realidad toda la aportación estética del compositor. Los coros tienen una presencia no excesiva pero sí muy interesante y como ya es habitual, el coro titular del teatro, bajo la dirección de Antonio Fauró estuvo francamente bien.

Y vamos con los cantantes. Raque Lojendio  tuvo una muy buena actuación encarnando a la encantadora Lina, el personaje más amable y encantador de la obra. La suya fue, ya lo digo, una actuación encomiable. Tiene una bonita voz lírica en la que a veces se observa algún bache en los registros más graves, pero siempre mantiene una buena línea de canto. Es muy expresiva y tiene también excelentes dotes de actriz. Al encontrarse en los registros medios su voz adquiere una mayor seguridad, puede llegar a ser muy expresiva y ya se nota que se encuentra sumamente cómoda, cosa que también se mantiene en los agudos y sobreagudos, muy poderosos, muy bien emitidos cuidando siempre de que la musicalidad, tan importante, no se pierda nunca.  Daba la impresión de que creía de verdad en el personaje y su recreación fue admirable. Por ello las cerradas ovaciones, muy merecidas, a la hora de saludar. Cantó bien, muy bien y actuó estupendamente, bordando el personaje de una encantadora Lina, tan seductora como desgraciada, siempre en pos de un amor que fue imposible. Crítica: «Las golondrinas» Teatro Zarzuela

Gerardo Bullón y Raquel Lojendio / Foto: Elena del Real
Gerardo Bullón y Raquel Lojendio / Foto: Elena del Real

Gerardo Bullón interpretó el poliédrico personaje de Puck capaz de crear una obra de arte con la pantomima y al propio tiempo ser un acabado ejemplo de brutalidad, en sus ataques físicos al gran amor de su vida, amor no correspondido y que acaba de la forma más trágica. Bullón posee un timbre noble de barítono lírico, que en algunos pasajes parece rondar los registros de un tenor dramático, aunque eso ocurre muy esporádicamente. La voz es dúctil, bonita y él sabe cantar con gusto. Domina también bastante la escena. Desde el comienzo nos hizo pensar que íbamos a escuchar un Puck bastante bien llevado. Cantó con mucho sentimiento la romanza “Caminar” consiguiendo unos agudos llenos de belleza, sin que se advirtiera ni fatiga ni esa sensación que dan algunos cantantes de estar al límite. En el dúo con Cecilia alternaba la interpretación de su personaje que era tierno, enamorado y después brutal y amenazador, llegando a la agresión física. Pero con su espléndida voz pudo transmitir todos los sentimientos del personaje. En sus intervenciones con Lina también anduvo bien en expresividad y la famosa romanza “Se reía” le dio una buena dosis de dramatismo aunque tuviéramos que remitirnos en algún momento a la versión discográfica que hizo Raymundo Torres que, personalmente, la considero insuperable. No llegó forzado al dramático final, donde tiene que cantar con enorme sentimiento   la breve pero intensa romanza “Estrella de mi camino, ya nunca más te veré”. Fue convincente y tuvo una gran virtud, la sobriedad, en un papel en el que muchos se sienten tentados por la sobreactuación. Fue el suyo un trabajo meritorio y bien llevado a cabo.

Ketevan Kemolidze  tiene una interesante voz de mezzo. Sabe moverse sabiamente en escena y pudo transmitir todo lo que su ambicioso personaje da de sí. En cuanto a su voz no llegó a alcanzar el nivel adecuado para interpretar a la inconstante Cecilia. Creo que la pronunciación del español no ayudó demasiado a que pudiera redondear su personaje, aunque salió airosa del compromiso sin llegar a alcanzar, a mi juicio, el más alto nivel. Jorge Rodríguez-Norton, Javier Castañeda y Mario Villoria  cumplieron adecuadamente .  Y creo que merece mención aparte los siete artistas de circo que estuvieron francamente bien, vistoso su trabajo, dando esa sensación de que estábamos bajo una carpa dispuestos a disfrutar del gran espectáculo que siempre ha sido y sigue siendo el circo. No sería justo no nombrarlo, Alex G. Robles, Emilio Rodríguez, Nacho Serrato, Néstor Marques, Angel Lee, Pedro Torres y Sergio Dorado. Crítica: «Las golondrinas» Teatro Zarzuela

Una escena de "Las golondrinas" / Foto: Elena del Real
Una escena de «Las golondrinas» / Foto: Elena del Real

En definitiva, “Las Golondrinas” han vuelto a anidar en el Teatro de la Zarzuela, después de siete años de ausencia. Ahora, como entonces, hemos asistido a una hermosa función, hemos saboreado la gran música de Usandizaga, hemos escuchado a buenos cantantes, a buenos coros, a una interesante orquesta y a un maestro director que supo conocer, comprender y transmitir el legado artístico de Usandizaga.


6 de noviembre de 2023, Madrid (Teatro de la Zarzuela).

Las golondrinas  Música: José María Usandizaga. Libreto: María Lejárraga

Dirección musical: Juanjo Mena.      Dirección de escena: Giancarlo Del Monaco

Elenco: Raquel Lojendio, Ketevan Kemoklidze, Gerardo Bullón, Jorge Rodríguez-Norton, Javier Castañeda y Mario Villoria.

OW