Crítica: «Li zite ‘ngalera» en el Teatro alla Scala

Crítica: «Li zite ‘ngalera» Scala Por Bernardo Gaitán

Hace tres siglos el mundo era definitivamente diferente; no solo se vestía y comía diferente, se pensaba de forma diferente. Pero hay algo que no ha cambiado a lo largo del tiempo: a la gente le gusta ir al teatro a divertirse. A principios del siglo XVIII, Nápoles era la ciudad musical por excelencia. Ofrecía en su teatro más importante, el Teatro San Bartolomeo, obras de teatro en prosa, tragedias y obras serias destinadas a la nobleza. Las comedias, vilipendiadas por la alta sociedad, se representaban en los teatros menores de  la ciudad. El compositor Leonardo Vinci, uno de los máximos exponentes de la escuela napolitana, revolucionó los escenarios de la época con Li zite ‘ngalera, su entonces más reciente commedeja pe museca (comedia musical en napolitano), una primera versión de lo que se convertiría con el paso de los años en la opera buffa que conocemos hoy.

Una escena de "Li zite ngalera" / Foto: © Brescia e Amisano ©Teatro alla Scala
Una escena de «Li zite ‘ngalera» / Foto: © Brescia e Amisano ©Teatro alla Scala

Vinci utilizó el libreto del noble Andrea Bermures, apasionado escritor que por su condición social no podía publicar ‘comedias para el pueblo’, por lo que publicó una gran cantidad de obras bajo el pseudónimo de Bernardo Saddumene. Li zite ngalera, que podríamos traducir como ‘Los novios en la galera’ (la galera es un barco impulsado por remos o viento muy usado en la edad media) fue un rotundo éxito desde su primera representación. Al punto que el entonces Teatro dei Fiorentini, donde se estrenó en enero de 1722 -que era uno de estos teatros menores- repuso el título en múltiples ocasiones y decidió representar únicamente comedias en su programación, mientras el prestigioso Teatro San Bartolomeo comenzó a incluir comedias en su cartelera. La trama de esta ópera tiene lugar en el pequeño pueblo portuario en el golfo de Nápoles llamado Vietri sul Mare. El joven Carlo abandona a su pareja Belluccia mudándose de ciudad para seguir a una chica nueva: Ciommetella. Disfrazada de hombre, bajo el falso nombre de Peppariello, Belluccia huye de la casa de su padre en busca de Carlo, para recuperar el honor perdido. Así disfrazada, logra que muchas mujeres locales se enamoren de ella, incluida la propia Ciommetella. Llega a la ciudad Federico Mariano, padre de Belluccia y comandante de la prisión, fielmente servido por su esclavo Assan. Al reconocer a su hija y a Carlo, amenaza de muerte a ambos jóvenes por haber abandonado su pueblo natal. Ellos prometen casarse para obtener el perdón del padre y finalmente regresan a casa en la galera, con un final feliz. Crítica: «Li zite ‘ngalera» Scala

Una escena de "Li zite ngalera" / Foto: © Brescia e Amisano ©Teatro alla Scala
Una escena de «Li zite ‘ngalera» / Foto: © Brescia e Amisano ©Teatro alla Scala

Gracias al empeño del superintendente francés Dominique Meyer, el Teatro alla Scala propone anualmente un título de música antigua. En 2022 se presentó La Calisto de Francesco Cavalli, mientras para el 2024 está programado Carlo il Calvo de Nicola Porpora. 301 años después de su estreno, tocó a el turno de representada por primera vez en La Scala a Li zite ‘ngalera en una producción bastante afortunada al haber sido confiada a un par amplios conocedores del género quienes tuvieron a disposición un elenco inmensamente competente. Crítica: «Li zite ‘ngalera» Scala

La inmaculada regia fue firmada por el director y dramaturgo Leo Muscato quien fue capaz de proponer una versión ágil, funcional, moderna y divertida. A pesar de lo flojo de la trama, Muscato recoge los momentos cómicos para explotarlos al máximo y donde la trama pudiera ser pesada, es él quien propicia una sonrisa proponiendo gags o que los cantantes griten frases en napolitano fuera de la partitura. Respeta fidedignamente la escena, los lugares, los personajes y todos los detalles en el libretto. Su propuesta toma fuerza gracias a su equipo de colaboradores: comenzando con la escenografía de Federica Parolini quien representa con maestría en cada cuadro la esencia de la Campania actual con reminiscencias de la Italia settecentesca, que sería imposible de realizar sin la cuidada iluminación de Alessandro Verazzi, quien reproduce el sol natural y una evidente diferencia entre los interiores y exteriores de manera orgánica. Por su parte, Silvia Aymonino propone un vestuario tradicional y funcional que ayuda a comprender al público los personajes masculinos de los femeninos, pues se pudo haber desencadenado una confusión importante teniendo en escena cantantes travestidos, contratenores interpretando mujeres y personajes femeninos que se disfrazan de masculinos.

En el “no foso” de la orquesta -digo no foso, ya que la orquesta no estaba sumergida en el tradicional espacio bajo el escenario, pues gracias a la tecnología del teatro, la profundidad de esta área puede ser regulada. Se mantuvo a la agrupación a una profundidad simbólica. Casi al nivel del público en platea estuvo el clavecinista, organista y director de orquesta italiano Andrea Marcon. Pocas personas en Europa poseen los conocimientos e instrucción de la música antigua como Marcon, quien dirigió a la agrupación suiza La Cetra Barockorchester, que como su nombre lo indica son especialistas en música barroca y lo hacen con instrumentos de época. El nivel orquestal de este título desconocido fue magistral, con su orgánico pequeño interpretaron gloriosamente las dinámicas y los complejos ornamentos; el talento de la dupla La Cetra+Marcon es incuestionable dando un resultado extraordinario. Crítica: «Li zite ‘ngalera» Scala

Una escena de "Li zite ngalera" / Foto: © Brescia e Amisano ©Teatro alla Scala
Una escena de «Li zite ´ngalera» / Foto: © Brescia e Amisano ©Teatro alla Scala

La parte vocal fue igualmente explosiva y conmovedora, cabe mencionar que todos tuvieron una pronunciación extraordinaria del napolitano antiguo, dialecto en el que está escrito el título; curiosamente ninguno de los cantantes era Napolitano. En particular, dos cantantes se llevaron los aplausos de los espectadores con justa razón. El tenor Alberto Allegrezza, en el rol travestido de la anciana Meneca Vernilio, demostró con creces sus dotes histriónicos, con una voz segura, entonada y vivaz hizo reír a los asistentes con el aria “L’uomo è come un pezzo di pane” (El hombre es como un pedazo de pan) y sorprendió a todos al interpretar un solo de flauta barroca previa a otra de sus arias, lo que lo evidencia como un músico muy completo. Por otro lado, el contratenor Raffaele Pe encarnó al chispeante y travieso joven callejero Ciccariello en una actuación escénica extraordinaria al igual que su interpretación musical. Con una voz muy potente, ágil e impostada, al igual que Allegrezza ambos representaron los artistas más completos del cast.

Una escena de "Li zite ngalera" / Foto: © Brescia e Amisano ©Teatro alla Scala
Una escena de «Li zite ‘ngalera» / Foto: © Brescia e Amisano ©Teatro alla Scala

Vinci dio en su partitura a los personajes ‘jóvenes’ voces claras, es decir que deben ser interpretados por mujeres y contratenores, mientras a los tenores y barítonos reservó los roles de los ‘adultos’. Otro par de artistas que interpretaron roles ‘maduros’ fueron el barítono Marco Filippo Romano como el chef Rapisto y el tenor Antonino Siragusa como el barbero Col’Agnolo. Romano se confirma como un cantante buffo de excelencia, con una voz flexible, legato apreciable y dotes histriónicos envidiables, a la par de Siragusa quien con su voz ágil y educada igualmente da un plus a la producción, pues cada que aparecían en el escenario la calidad estaba asegurada. La soprano Francesca Aspromonte, en el papel travestido de Carlo Celmino, cantó con una voz plena y elegante, mientras la mezzosoprano Chiara Amarù fue convincente como la enamorada Belluccia, la cantante siciliana es poseedora de un timbre mórbido y elegante. Por su parte, la soprano Francesca Pia Vitale interpretó a la seductora CiommaPalummo con una voz precisa y refinada, mientras el contratenor Filippo Mineccia con una discreta proyección vocal interpretó a Titta Castagna. Completaron el cast el bajo-barítono Filippo Morace como el severo Federico Mariano, el único personaje que canta en italiano ‘standard’ y el par de talentosos, cumplidores y muy prometedores alumnos de la Accademia del Teatro alla Scala, el bajo Matías Moncada como el esclavo Assan y la soprano china Fan Zhou como Na Schiavottella.

Parafraseando al concertador Andrea Marcon, el encanto de presentar este repertorio desconocido y olvidado hoy en día, es que el público acude al teatro atraído por la curiosidad de escuchar algo nuevo y no por los títulos que conocemos a memoria, donde lo único que se podría discutir es la regia. Un aplauso al teatro lombardo que trata de rescatar del olvido estos títulos injustamente olvidados.


Milán (Teatro alla Scala), 18 de abril de 2023    Li zite ‘ngalera 

La Cetra Barockorchester con instrumentos históricos.

Director: Andrea Marcon.     Director de escena: Leo Moscato.

Escenografìa: Federica Parolini. Vestuarios: Silvia Aymonino. Iluminación: Alessandro Verazzi.

Solistas: Francesca Aspromonte, Chiara Amarù, Francesca Pia Vitale, Filippo Morace, Filippo Mineccia, Alberto Allegrezza, Raffaele Pe, Marco Filippo Romano, Antonino Siragusa, Matías Moncada, Fan Zhou.

OW