Por Luc Roger Crítica Lucia Lammermoor Múnich Anduaga
¡Tres óperas de Gaetano Donizetti o nada! Tras la reposición de L’Elisir d’Amore dirigida por David Bösch (2013), llega el turno de la producción de 2009 de Lucia de Lammermoor, a la espera de la nueva producción de La Fille du Régiment prevista para finales de diciembre. Crítica Lucia Lammermoor Múnich Anduaga
La directora polaca Barbara Wysocka y su equipo (Barbara Hanicka para la escenografía y Julia Kornacka para el vestuario) sitúan la acción de su Lucia di Lammermoor en la América de los años 50 y 60, o al menos en lo que queda de ella: el decorado muestra las ruinas del sueño americano de glamur y prosperidad. Salvo algunos detalles, se trata de una reconstrucción idéntica de un desolado salón de baile de un gran hotel abandonado de Detroit, cuya fotografía se publicó en el libro de Yves Marchand y Romain Meffre The Ruins of Detroit. La recreación del lugar por parte de la escenógrafa está ciertamente lograda.
Durante la obertura, una niña rubia vestida toda de blanco observa cómo los dolientes atraviesan el vestíbulo de un palacio devastado (el salón de baile fotografiado por Marchand y Meffre) de camino a un funeral o velatorio. En la pared del fondo, un enorme grafiti dibuja el nombre de Ashton, los propietarios del local. Un piano volcado y roto anuncia que la música también ha muerto. La niña sostiene una pistola Browning en la mano. Un hombre camina hacia la pared del fondo, pintando con spray y tachando el nombre de Ashton. ¿Se trata de la pequeña Lucia, quien nos muestra con ese peligroso juguete en la mano el determinismo de un destino cruel y, por ende, la imposibilidad de su infancia? Barbara Wysocka mezcla los planos temporales de la historia desde el principio, iniciando la narración con una prolongación del final: los muertos están enterrados. Y si queremos interpretar a la niña de la pistola como un presagio del destino de Lucía, podemos ver otra extensión de la temporalidad de la historia: el destino de los seres humanos está programado desde el nacimiento, todo está predestinado. Un hombre trajeado empieza a fumar un cigarrillo que ha sacado de una pitillera plateada. La acción comienza cuando Enrico y Normanno idean un plan para obligar a Lucia a contraer un matrimonio que sirva a los intereses de la familia Ashton.
No habrá cambio de decorado. Para la escena de la fuente, la niña trae un cuadro de una fuente. Corresponde al público hacer la conexión. Edgardo sale a escena al volante de un Cadillac blanco con la capota bajada, que luego se encuentra encajado en la pared del fondo del escenario. Los escritorios se mueven y se retiran. Se traen sillas tapizadas de terciopelo rojo para la escena de la boda. Y, en la segunda parte, vemos que toda la escenografía está aún más deteriorada: la escayola del techo se ha derrumbado aún más, dejando al descubierto vigas sobre las que descansan palomas. Lucia sale a escena con un mackintosh blanco, el pelo recogido en una coleta, gafas negras y un largo pañuelo blanco, muy a lo Jacky Kennedy, sobre todo en el dúo con Alisa, donde lleva el pañuelo. Edgardo, con una chaqueta de cuero ajustada, parece James Dean. Los amores imposibles de Jacky Kennedy y James Dean en un escenario destruido que refleja el drama destructor del dictado del poder y del dinero sobre el amor… Crítica Lucia Lammermoor Múnich Anduaga
La refulgente imagen de la niña aparece proyectada en vídeo (Andergrand Media + Spektakle) varias veces, testigo y símbolo del drama. Las proyecciones y la devastación de la escenografía no dejan lugar sino al voyeurismo y la catarsis: el público sabe de antemano cómo se desarrollará la acción. La Lucia de Barbara Wysocka podría aparecer en la portada de Glamour. Tiene un parecido familiar con las Jacky Kennedy y las Grace Kelly, con esas mujeres atrapadas en el estrangulamiento del dinero, el amor y el poder. Wysocka retrata a una mujer de fuerte carácter que desafía a su familia y lucha contra la tradición, pero cuya determinación, por fuerte que sea, no es rival para la poderosa ley del destino. La condición de la mujer en un mundo sometido a los potentados masculinos es el tema central de este espectáculo, puesto en escena por un equipo exclusivamente femenino.
Otro hilo conductor del espectáculo es el papel: el papel de las cartas escritas, esperadas y nunca recibidas; el papel de la carta falsa; el maquiavélico plan urdido por Normanno, el mismo que secuestró las cartas de Edgardo; los documentos y facturas que atestiguan la ruina de la familia Ashton; el papel del contrato matrimonial de Lucia y Arturo, que Lucia hace añicos durante el gran aire de locura, las trizas de las cartas que Edgardolanza al aire durante su enfrentamiento con Enrico. La puesta en escena, al servicio de la música y el canto siempre, resulta convincente y, en general, permite a los cantantes concentrarse en su canto. En el sexteto, por ejemplo, todos los cantantes están colocados de cara al público, con Edgardo a la izquierda del escenario, a una distancia lógica del grupo de Ashton. Crítica Lucia Lammermoor Múnich Anduaga
La dirección musical ha sido confiada a Aziz Shokhakimov, de quien ya disfrutamos la temporada pasada en La reina de picas y a quien París aplaudió la temporada pasada en Lucia en la Opéra Bastille. El director uzbeko, que encabeza la Orquesta Filarmónica de Estrasburgo, dirigió la orquesta bávara con energía y precisión, desplegando la riqueza de la orquestación sin dejar de prestar atención a los detalles. Llevó los tempi con gran flexibilidad y mostró una gran preocupación por apoyar a los cantantes. Adela Zaharia regresó para encarnar el papel principal, en el que la cantante rumana hiciera su aclamado debut en Múnich en 2017, un año excepcional para la cantante que fue galardonada con el Premio Operalia. Lo más cercana posible a su personaje, la soprano utilizó su soberbia técnica para expresar sus emociones, y ganó con creces el reto de una segunda parte agotadora que encadena cinco arias consecutivas sin prácticamente abandonar la escena. El Edgardo de Xabier Anduaga ya conquistó al público muniqués en 2021/2022. Y el tenor español, que también ganó el Premio Operalia en 2019, volvió a triunfar. Una voz de una riqueza y carisma sin precedentes, con fabulosos pianissimi, refinada teatralidad y gran sutileza en la expresión de las variaciones emocionales. Su interpretación fue de lo más conmovedora, romántica y tiernamente lírica al principio, con una oleada dramática de fuerza e intensidad en las escenas finales. Xabier Anduaga volverá pronto como Tonio, en la Fille du Régiment de diciembre. El ruso-bielorruso Vladislav Sulimsky, que ha cantado a Ashton desde 2010 (en el Mariinsky), ofreció un Enrico excelente, con un gran volumen de voz y unos graves magníficos para esta difícil parte de contrapunto, tan odioso es el personaje. El bajo Riccardo Fassi hizo su aclamado debut muniqués, dando una soberbia dimensión al personaje de Raimondo. Fue uno de los grandes placeres de la velada descubrir esta voz bien timbrada y de hermosa homogeneidad. La Alisa de Natalie Lewis nos pareció encantadora y conmovedora en el dúo de la fuente, donde sirvió de papel de aluminio para la primera gran aria de Lucia, « Regnava il silenzio ». Por último, el tenor canadiense Zachary Rioux, miembro del Opera Studio de Múnich desde la temporada pasada, aportó su luminosa voz de tenor al papel de Arturo. El coro preparado por Franz Obermaier estuvo a la altura de la excelencia de la producción.
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Bayerische Staatsoper de Múnich, 13 de noviembre de 2024: Lucia di Lammermoor, de G. Donizetti. Libreto de Salvadore Cammarano.
Dirección musical: Aziz Shokhakimov. Dirección escénica: Barbara Wysocka. Escenografía:
Barbara Hanicka. Vestuario: Julia Kornacka. Vídeo; Andergrand Media + Spektakle. Iluminación: Rainer Casper. Dramaturgia: Malte Krasting y Daniel Menne. Maestro del coro: Franz Obermair
Lord Enrico Ashton: Vladislav Sulimsky. Lucia Ashton: Adela Zaharia. Sir Edgardo di Ravenswood: Xabier Anduaga. Lord Arturo Bucklaw: Samuel Stopford. Raimondo Bidebent: Riccardo Fassi. Alisa: Natalie Lewis. Normanno: Zachary Rioux.
Orquesta Estatal de Baviera. Coro de la Ópera Estatal de Baviera.
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