La soprano Asmik Grigorian toma el testigo de Aleksandra Kurzak y Eleonora Buratto como «Madama Butterfly», en la reposición del Met la puesta en escena de 2006 de Anthony Minghella.
Completan el sólido reparto solista Jonathan Tetelman, Elisabeth DeShong y Lucas Meachem, todos ellos a las órdenes de la directora de orquesta Xian Zhang.
El Met recupera la interesante e inteligente producción de Anthony Minghella, que no ha perdido valor con el tiempo tras su estreno en 2006 con Cristina Gallardo-Domás en el papel titular. Todo funciona en la sencilla pero efectiva propuesta de Minghella, en la que destacan los valientes contrastes cromáticos, subrayados por la desinhibida iluminación de Peter Mumford, el implacable espejo cenital y el uso de las marionetas Bunraku, todos ellos elementos de enorme fuerza dramática.
Sin duda acierta el Met al recuperar esta puesta en escena, en la que los intérpretes se sienten cómodos y todo fluye. En esta ocasión, el revival ha sido puesto a punto por la directora de escena Paula Williams.
La directora de orquesta china Xian Zhang debuta en la Metropolitan Opera con «Madama Butterfly». Su estreno al frente de la orquesta, en los albores de esta temporada que ya ve sus últimas semanas, dejó sentimientos enfrentados.
Zhang, directora musical de la New Jersey Symphony Orchestra parece haberle tomado por fin el pulso a la orquesta del Met, con una versión mucho más atinada y en estilo. La música de Puccini arropa a los personajes sin aplastarlos y sin abrumar el canto, y el drama puede así respirar y florecer.
La soprano Asmik Grigorian se alza sobre sus predecesoras en esta producción con una Cio-Cio-San inapelable. La soprano, dignísima sucesora de su padre, el desaparecido tenor armenio Gegham Grigorian, es una artista lírica completa, que combina la exquisitez del canto con una personalidad única y grandes dotes interpretativas.
En un tiempo en el que las sopranos cada vez se parecen más unas a otras, encontrar voces con marcada personalidad resulta de lo más refrescante. Tras el recital de la soprano en La Coruña, Hugo Álvarez Domínguez escribió que la voz –podríamos decir que es una lírica plena de centro carnoso y agudo generoso- tal vez no sea enorme; pero está perfectamente proyectada y posee una redondez y un color que enamoran al instante. Pero si algo seduce particularmente de su canto es un fraseo siempre cálido, ardoroso y atento al sentido de la palabra.
Dos años después de aquel concierto coruñés, encontramos en Nueva York las mismas cualidades en el arte de Asmik Grigorian. Además de cantar muy bien, la artista destaca por su entrega y personalidad en escena, con una propuesta que va más allá de lo carismático, y se adentra en unas cotas de teatralidad poco comunes en el mundo de la ópera. Por ello, será difícil no comparar a las próximas Butterflys con esta de Grigorian, que parece haber dejado un referente en el Met difícil de superar.
El tenor chileno Jonathan Tetelman repite como Pinkerton en el Met tras su éxito como Ruggero en «La Rondine». Tetelman cuenta con muchos seguidores en Nueva York, que acuden a verlo atraídos por su canto estimulante y por su vital aproximación a todos sus personajes.
Su Pinkerton resulta algo plano en comparación con la caleidoscópica Cio-Cio-San de Grigorian, pero su entrega vocal es digna de elogio. El tenor carga las tintas en el agudo, que campanea en una emisión squillante y apretada, quizá abierta y por momentos descontrolada, pero siempre generosa y al límite. Las apreturas en la parte alta de la tesitura contrastan con un centro amable y noble, en que nuestro tenor debería confiar más.
El barítono norteamericano Lucas Meachem vuelve al Met para interpretar al diplomático Sharpless. Meachem siempre cumple, y en esta ocasión lo encontramos con un instrumento en forma y un control total del papel. La voz se despliega sana y envolvente, aún joven y dúctil en todo el registro, augurando una carrera larga. El cantante goza del favor del público, pero se emplea a fondo en cada aparición. Su Sharpless tiene todos los detalles que la delicada puesta en escena requiere del personaje.
La mezzo de Pensilvania Elisabeth DeShong está estupenda en el papel de Suzuki. La voz, oscura y mate, coloreada de armónicos con los años y destilada con una técnica intachable, se saborea como un buen vino. Su propuesta escénica combina el recogimiento japonés con la naturalidad humilde del personaje, dejando una Suzuki magnífica también en lo actoral, a la altura del teatro.
También pudimos disfrutar de unos espléndidos Tony Stevenson como Goro y Jeongcheol Cha como Yamadori. Por su parte, Robert Pomakov rindió a buen nivel en el corto papel de Bonzo, mientras que la mezzo Briana Hunter contribuyó con su apostura en escena y un canto natural en el papel de Kate Pinkerton.
«Madama Butterfly» siempre atrae al público de Nueva York, pero estos llenos entre semana se explican en gran parte por el interés que despierta la pareja Grigorian-Tetelman. Los jóvenes cantantes parecen desmentir a los agoreros que anuncian el fin de las grandes voces en el Met, aunque nunca se canta al gusto de todos.
Metropolitan Opera de Nueva York, a 7 de mayo de 2024. Madama Butterfly, ópera en tres actos de Giacomo Puccini y libreto en italiano de Giuseppe Giacosa y Luigi Illica basada en el drama de David Belasco.
Dirección Musical: Xian Zhang. Orquesta y coro de la Metropolitan Opera (director del coro: Donald Palumbo). Producción: Anthony Minghella, Dirección y coreografía: Carolyn Choa, Diseño escénico: Michael Levine, Vestuario: Han Feng, Iluminación: Peter Mumford, Títeres: Blind Summit Theatre, Dirección del Revival: Paula Williams.
Reparto: Jonathan Tetelman, Tony Stevenson, Elisabeth DeShong, Lucas Meachem, Asmik Grigorian, Paul Corona, Christian Jeong, Robert Pomakov, Jeongcheol Cha, Briana Hunter.