Crítica: «Madama Butterfly» protagonizada por Ismatullaeva y Capalbo.

Por Daniel Lara Crítica: «Madama Butterfly» Ismatullaeva Capalbo

En la recta final de su temporada 23-24 y sumándose a las conmemoraciones por el centenario del fallecimiento del compositor italiano Giacomo Puccini, el Teatro Real madrileño presentó la popularísima ópera Madama Butterfly, en la controvertida producción escénica del director italiano Damiano Michieletto con una interesantísima y variada selección de interpretes vocales.

Una escena de la puesta en escena de «Madama Butterfly» propuesta por el Teatro Real / Foto: Javier del Real

A cargo de la parte protagonista y reemplazando a la soprano polaca Alexandra Kurzak, originalmente prevista, una grata sorpresa dio la soprano uzbeka Barno Ismatullaeva quien concibió una heroína muy cercana al ideal con una voz de óptima calidad, siempre bien proyectada, flexible y ágil con la que retrató admirablemente le evolución dramática requerida para su exigente personaje. La variedad de colores que imprimió a su canto, así como su cuidada línea y su impecable legato fueron cualidades que bien merecen ser subrayadas del desempeño de esta joven y prometedora interprete. Muy atenta a no caer en excesos, Ismatullaeva dominó con buena técnica su voz spinto y salió airosa a la exigencias liricas que le impuso dúo de amor del primer acto, siendo a partir del segundo acto donde su voz, ya más libre le daría a la noche algunos de sus mejores y más logrados momentos vocales. Cargadas de emoción, su “Che tua madre dovra…” y su aria final “Tu? tu? Piccolo Iddio…” obligaron a ir en busca de pañuelos y la convirtieron en la indiscutible triunfadora de la noche. No se quedó atrás, el barítono gallego Luis Cansino quien, con una voz potente, de atractivo color y noble fraseo, bordó un modélico cónsul Sharpless de enorme autoridad y humanidad. 

Leonardo Capalbo (B.F. Pinkerton) y Luis Cansino (Sharpless) / Foto: Javier del Real

A pesar de sus buenas intenciones, al tenor estadounidense Leonardo Capalbo la parte del antipático marino Pinkerton no pareció resultarle vocalmente cómoda. Su voz demasiado lirica tuvo dificultades para sobrepasar el implacable volumen de la orquesta. Cuando se lo oyó, mostró buen gusto y carácter en el decir, una clara articulación y una afinación irreprochable. Lo mejor de su cosecha lo consiguió en el aria final “Addio fiorito asil…” que interpretó con genuina emoción y que lo hizo merecidamente acreedor a una parte de los ovaciones finales con las que el publico celebró a cada uno de los intérpretes vocales. Muy efectiva en lo vocal y carismática en la escena, la mezzo Gemma Coma-Alabert fue todo un lujo como la criada Suzuki. El tenor granadino Moisés Marin fue un casamentero Goro de interesantes medios vocales y grandes recursos histriónicos. El resto de los cantantes comprimarios mostraron solvencia y oficio, de entre los que destacaron particularmente el barítono Toni Marsol, el bajo George Andguladze y la mezzo Marta Fontanals-Simmons como el príncipe Yamadori, el tío bonzo y Kate Pinkerton respectivamente. Crítica: «Madama Butterfly» Ismatullaeva Capalbo

Leonardo Capalbo (B.F. Pinkerton), Moisés Marín (Goro), Luis Cansino (Sharpless) / Foto: Javier del Real

Al coro de la casa se lo escuchó en muy buena forma bajo la dirección del argentino Jose Luis Basso. Desde el podio y en perfecto dominio de la partitura pucciniana, el español Luis Miguel Méndez dirigió a los músicos de la casa con energía y buen hacer ofreciendo una lectura fluida, nunca carente de tensión, generosa en matices y colores y en perfecto equilibrio entre el foso y la escena.

Proveniente del teatro Regio de Turín, la desangelada, violenta y cruel producción escénica del italiano Damiano Michieletto reinterpretó el capolavoro pucciniano trasladando la acción del Nagasaki de finales del siglo XIX a alguna zona roja de la actualidad en la periferia de una metrópolis asiática buscando exacerbar el tema del turismo sexual y del choque entre culturales. La idea no era mala, sólo que en su desarrollo Michieletto se apartó demasiado del libreto original, y para dar continuidad a sus renovadoras ideas, planteó situaciones que se dieron de patadas con lo que los intérpretes cantaban. Asimismo, muchas de las marcaciones escénicas resultaron mal resueltas, sirva como por ejemplo el dúo del primer acto donde los protagonistas cantaron su amor, uno subido al techo de su casa y el otro debajo, borracho a varios metros uno del otro; o bien, distrajeron la atención de todo cuanto el compositor buscaba decir a través de su música, como sucedió en el interludio del acto III donde se recreó una situación en la que el hijo de Butterfly era víctima de bullying por parte de los niños del vecindario. Ideas que más que sumar, restaron. 

Tanto la escenografía de Paolo Fantin como el diseño de vestuario de Carla Teti reflejaron a la perfección el ambiente violento, prostibulario y mercantilista requerido por el director de escena italiano. El primero, colocando a la protagonista en una vitrina de plexiglás rodeada de anuncios publicitarios donde se ofrecía sexo, juego y comida chatarra; y la segunda, vistiendo a la protagonista con jeans y una camiseta de Hello Kitty. Mención especial para Marco Filibeck cuyo tratamiento lumínico siempre dio en el clavo a la crear la atmosfera más adecuada. Al caer el telón, los cantantes fueron celebradísimos, las reacciones frente a la puesta en escena dispares.  

El Teatro Real dedicó las representaciones de esta ópera a la memoria de la soprano barcelonesa Victoria de los Ángeles, inolvidable interprete de la parte de Cio-Cio-San, con motivo de cumplirse el centenario de su nacimiento. Crítica: «Madama Butterfly» Ismatullaeva Capalbo  

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Madrid (Teatro Real), 17 de julio de 2024.  Madama Butterfly 

Dirección musical: Luis Miguel Méndez.                                            Dirección del coro: Jose Luis Basso.

Dirección de escena: Damiano Michieletto (Producción del Teatro Regio de Turín)

Elenco: Barno Ismatullaeva, Gemma Coma-Alabert, Leonardo Capalbo, Luis Cansino, Moisés Marín, Toni Marsol, George Andguladze, Marta Fontanals-Simmons, Andrés Mundo, Xavier Casademont, Inigo Martin, Elena Castresana, Débora Abramowics, Legipsy Alvarez y Elias Daoudi.

Orquesta y coro titulares del Teatro Real.   OW