Por María Pardo Crítica: «Mitridate Teatro Real
Mitridate, re di Ponto es una ópera seria en tres actos compuesta por un joven (catorce años de edad) Wolfgang Amadeus Mozart. El libreto, de Vittorio Amedeo Cigna-Santi, se basó en la traducción de Giuseppe Parini de Mithridate, de Jean Racine. Se estrenó con éxito y no sin contratiempos varios en el Teatro Regio Ducal de Milán el 26 de diciembre de 1770. En España no se estrenó escénicamente hasta el 7 de junio de 1997 en el Real Coliseo Carlos III de El Escorial, dentro del Festival Mozart.
Este título no es tan conocido como Die Zauberflöte, Don Giovanni o Le nozze di Figaro, pero el joven compositor austriaco ya adelanta los elementos con los que compondrá todos sus óperas posteriores. El director musical Ivor Bolton, que conoce bien la obra mozartiana, ha sabido dar forma a esta ópera temprana y sacar el mayor partido de la plantilla de la Orquesta Titular del Teatro Real, ágil en los tiempos para acompañar acertadamente los fraseos y agilidades de los intérpretes. Asentó una sólida base musical dando soporte y ritmo a los números que se sucedían y potenciando los momentos de mayor sutileza. También los recitativos fluyeron con sentido y buen tino con el acompañamiento al clave de Roderick Shaw.

Es ahora cuando el Teatro Real hace una propuesta escénica, firmada por Claus Guth, que nos trae una escena temporalmente cercana a la actualidad y, en equipo con el escenógrafo Christian Schmidt, divide en dos una estructura giratoria similar a la luna, en la que está el lado que se ve, abierto al mundo exterior: un salón de diseño moderno, un despacho y unas escaleras que dan al piso de superior; y en el lado de la sombra, que supone el imaginario íntimo y afectivo de los personajes, un espacio abierto con tan solo una pantalla blanca con puntos negros ordenados en un eje de abscisas y ordenadas como fondo en la que el caos emocional de los personajes se desarrolla. Quedan dos lados en el limbo, que aparecen en el cambio de la casa a la sala del inconsciente, que servirán de cárcel por un lado y, por el otro, de punto de encuentro secreto de los amantes. El diseño de iluminación del alemán Olaf Winter acompaña y enriquece la labor de todo el equipo.

El vestuario diseñado para la ocasión por Ursula Kudrna, es elegante y sencillo pero llamativo. Utiliza un vestido verde para Ismene y un vestido naranja para Aspasia y sus clones. El berenjena para el traje de Sifare y sus clones y los demás permanecen con colores neutros en la gama de grises incluyendo el blanco, para las novias, y el negro para los bailarines cuando hacen de sombras.
En esa “sala de la verdad”, el director alemán implementa la escena con un equipo de bailarines que, a las órdenes de la coreógrafa estadounidense Sommer Ulrickson, aportan acción a las arias de los personajes. Vestidos de negro, como sombras, resaltan la expresión corporal de tal manera que, en su movimiento, es como si cantaran con sus cuerpos tiñendo de angustia y de miedos las arias atormentadas que el joven Mozart compuso. También juegan al desdoblamiento de personajes a través de clones que recrean sus deseos o sus cuitas. Estos recursos acompañaron con la vista lo que con el oído podía gozarse de tan exquisita música. Vaya por delante que esta es una obra muy complicada para los cantantes, con dificilísimos y exigentes fraseos, así como agilidades imposibles que requieren de una pericia vocal indiscutible. Crítica: «Mitridate Teatro Real

El atribulado rey de Ponto, Mitrídate, lo interpretó el tenor hispano argentino Juan Francisco Gatell. Supo interpretar a su personaje con suficiente autoridad como para causar de forma convincente los conflictos que justifican la ópera. Su proyección vocal fue segura y correcta. También lo fue el contratenor Franco Fagioli como Farnace, con un amplio rango vocal del que quiso hacer gala en dos de sus cadencias, algo exageradas, en las que además ponía de manifiesto diferentes colores vocales, pero siempre correcto y entregado dramáticamente a sus controversias políticas y amorosas. La soprano valenciana Marina Monzó se manejó muy bien en el papel de Ismene: un personaje discreto y elegante en el que supo hacer brillar su color de voz cálido y etéreo con la autoridad de la sensatez. Se notó, en su caso, la cálida acogida por parte de los asistentes a su intervención en los saludos finales. El contratenor croata Franko Klisovic representó de manera brillante a Arbate y el tenor sevillano Juan Sancho, como Marzio, lució un color de voz redondo y contundente en su registro medio. Pero las dos artistas que llevaron el peso de la obra y la trama con una indiscutible y sublime calidad fueron, la soprano catalana Sara Blanch como Aspasia y la soprano franco-danesa Elsa Dreisig como Sifare. De ambas puede decirse que se mantuvieron en un nivel elevado y que protagonizaron los momentos más hermosos de la ópera. Su empaste en el dúo “Se viver non degg’io” fue magnífico. Otro momento memorable fue el aria de Sifare “Lungi da te” con la aparición en el escenario del músico que tocaba el solo obbligato de la trompa natural, Jorge Monte de Fez. El actor José Luis Mosquera en el papel del mayordomo, se condujo como una presencia muda y asertiva en las distintas escenas de los sinvivires de la familia real de Ponto.

Sin quitar ni una pizca de su mérito a los cantantes extranjeros, es un gusto ver que los de casa, que durante tanto tiempo han estado ninguneados en el Real, también pueden estar presentes en personajes principales y la función de estreno. Crítica: «Mitridate Teatro Real
Madrid (Teatro Real), 23 de marzo de 2025. Mitridate, re di Ponto Ópera seria en tres actos. Música de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791). Libreto de Vittorio Amedeo Cigna-Santi, basado en la traducción de Giuseppe Parini de Mithridate, de Jean Racine. Estrenada en el Teatro Regio Ducal de Milán el 26 de diciembre de 1770.
Estreno escénico en el Teatro Real. Nueva producción del Teatro Real, en coproducción con la Oper Frankfurt, el Gran Teatre del Liceu y el Teatro di San Carlo. OW
Dirección musical: Ivor Bolton. Dirección de escena: Claus Guth Escenografía: Christian Schmidt. Vestuario: Ursula Kudrna. Iluminación: Olaf Winter. Coreografía: Sommer Ulrickson
Reparto: Juan Francisco Gatell, Sara Blanch, Elsa Dreisig, Franco Fagioli, Marina Monzó, Juan Sancho, Franko Klisovic