Por Pedro Valbuena Crítica: «Morte Palau Música Valencia
El Palau de la Música de Valencia ha echado a andar tras su larguísimo proceso de remodelación con una programación excelente, a la altura de la que siempre tuvo en lo que podríamos llamar su primera era. Es sin duda motivo de congratulación para todos los melómanos locales y para aquellos que nos visitan, y va a contribuir, sin duda, a terminar de situar a Valencia en el eje de los destinos europeos relacionados con la cultura, y especialmente con la música.Crítica: «Morte Palau Música Valencia
Morte e Sepoltura di Christo, de Antonio Caldara ha sido programada como abono número 30, y particularmente lo considero un acierto. No solamente por la efemérides, haciéndolo coincidir exactamente con el tercer centenario de su estreno, y con la celebración del Viernes de Dolores preámbulo de la Semana Santa, sino también por habérselo confiado a una formación valenciana, Harmonia del Parnàs, cuya solvencia ha sido ya acreditada en numerosas ocasiones.
Se trata de un oratorio al uso, según el gusto italiano imperante en la época. Constituido en dos partes (entre las cuales se pronunciaba el sermón) precedidas de una introducción breve y extraordinariamente emotiva, que prepara la atmósfera para lo que después se va a narrar. Cinco personajes relacionados con la crucifixión y el entierro de Cristo, expresan su dolor y reflexionan sobre la trascendencia de lo vivido, a través del catálogo habitual de formas musicales de la época; arias da capo, recitativo secco y acompagnato, y números de conjunto denominados coros, pero que estaban interpretados únicamente por la reunión de los solistas. Hasta aquí existe poca diferencia respecto a la ópera o la serenata contemporáneas, no obstante, la poética es radicalmente distinta. La densidad armónica y las tramas contrapuntísticas son mucho más elaboradas, en parte debido a que la comitencia provenía de sectores más cultos y en parte porque el auditorio a que iban destinadas estas obras eran más exclusivos, y evidentemente relacionados con la jerarquía eclesiástica, poco dada a las ligerezas. La música de Caldara, es la de un compositor maduro, sólido y que domina el oficio. Hasta cuatro arias pueden encontrarse en este oratorio a la altura de cualquiera de sus contemporáneos mas ilustres, incluyendo a Händel, y toda la obra rezuma inspiración y coherencia.
Comenzó el espectáculo con un elemento superpuesto perfectamente justificable, porque se trataba de una versión escenificada, o lo que sería más exacto, con movimiento escénico. Unos tambores situados a ambos lados preludiaban de forma dramática el inicio del oratorio en sí. Los instrumentos, colocados en dos grupos separados por una cesura, fueron a la vez complemento y decorado, alrededor de los cuales transitaban los cantantes. Un cuádruple conjunto de bajo continuo que incluía dos claves, órgano y teorba, enriqueció la sonoridad ya de por si bastante rica, y proporcionó un efecto antifonal muy interesante, aunque en sentido estricto, inexistente en la partitura.
Marian Rosa Montagut ha ido un paso mas allá con su formación, y se ha enfrentado a una obra de grandes proporciones y una considerable complejidad técnica. Para ello, y de forma bastante inteligente, ha renunciado a la interpretación del continuo durante toda la obra, pudiendo así ejercer la dirección propiamente dicha, sentándose a los teclados únicamente cuando el momento lo permitía. La elección de los tiempos fue acertada y mantuvo a los suyos perfectamente acoplados y afinados a lo largo de las más de dos horas de interpretación. Los fraseos, elegantes y bien definidos, provenían de una sección de cuerda que llevaba la lección aprendida, y a la que no se le puede reprochar prácticamente nada. Me pareció especialmente destacable el grado de conjunción entre voces e instrumentos respecto al volumen. La anécdota, sin ninguna importancia, fue el leve atasco del chalomeau en la hermosísima aria Io t´ofessi, y el pequeño resbalón del trombón un poco más adelante. Gajes del oficio sin ninguna relevancia, por lo demás no se escuchó ni una nota fuera de tono. Crítica: «Morte Palau Música Valencia
El reducido elenco de cantantes también estuvo realmente bien. La experimentada María Espada, que cantó extraordinariamente afinada y haciendo gala de una gran seguridad, encarnó el papel de Maria di Giacobbe. Su voz transparente y la emotividad de sus fraseos confirió al personaje un grado de profunda dignidad. Maria Maddalena fue cantada por la soprano valenciana Belén Roig, que posee un instrumento de delicada ligereza y excelente afinación, transmitió un doliente patetismo a través de su gestualidad y en ocasiones pareció un instrumento más del conjunto, tal fue su nivel de integración sonora. Marta Infante, con su rotunda y poderosa voz, dio vida a Giuseppe d Arimatea. Destacó especialmente por su vis actoral y por la seguridad con que emitía las notas graves, confiriendo al personaje una cierta masculinidad muy bien calculada. Alejandro López prestó su potente voz y su presencia escénica al Centurione, de forma que el personaje quedó perfectamente caracterizado desde el punto de vista psicológico. Una voz cavernosa y muy homogénea en toda su tesitura, y una afinación impecable. Algo mas deslucida estuvo la actuación de Álvaro Vallés, que no encontró el punto de comunión con la orquesta. A pesar de que no cometió ningún error reseñable, lo cierto es que su voz parecía superpuesta a la textura del acompañamiento. Los números de conjunto, que probablemente contenían los pasajes más difíciles por su intrincada escritura, salieron a la perfección, con las cinco voces totalmente empastadas y ajustadas al milímetro con los instrumentos. Por último, lo que menos me convenció. Un Cristo danzante, vivo y pizpireto, cuya intención se me escapaba por completo. Una secuencia de movimientos compulsiva y deshilvanada que poco o nada contribuyó a la dignidad y nobleza de lo que allí se estaba describiendo. Leandro Manzo fue el encargado de interpretar este Cristo inquieto e inquietante. Su trabajo estuvo bien realizado pero mal concebido, y el resultado sólo me agradó en momentos puntuales.Crítica: «Morte Palau Música Valencia
El espectáculo se cerró con una hermosa imagen, la mejor de todas las diseñadas por el director de escena, Allex Aguilera, que imaginó un final emotivo y plásticamente muy bello, cerrado por un arreglo a modo de marcha fúnebre sobre una de las melodías que no sé a quién atribuir, pero que estaba bastante bien hecho. Los tambores del inicio reaparecieron para cerrar el espectáculo, completando así una especie de círculo narrativo imaginario. A una interpretación excelente se sumó la acústica prácticamente perfecta de la sala principal de este Palau, uno de los mejores auditorios de Europa en ese aspecto.
Valencia (Palau de la Música), 22 de marzo de 2024. Morte e sepoltura di Christo Oratorio sacro con música de Antonio Caldara.
Dirección musical: Marian Rosa Montagut. Dirección de escena: Allex Aguilera. Harmonia del Parnàs.
Elenco: María Espada, Belén Roig, Marta Infante, Arturo Vallés, Alejandro López, Leandro Manzo.