Crítica de «Orfeo ed Euridice» de Gluck en la Metropolitan Opera de Nueva York
La Metropolitan Opera va poniendo fin a su temporada 2023-24, con la reposición de la ópera de Christoph Willibald Gluck «Orfeo ed Euridice», una obra maestra del clasicismo operístico que regresa en la producción de Mark Morris, estrenada en Nueva York en 2007.
«Orfeo ed Euridice» es una de esas óperas inusuales que, sin embargo, han ido apareciendo de manera intermitente en la historia de la Metropolitan Opera. El título fue presentado por vez primera en los inicios de la compañía, en una única noche en Boston en 1885, cantada en alemán. Toscanini, gran admirador de la ópera, la presentó de manera destacada con la contralto americana Louise Homer como Orfeo, desde 1909 hasta 1914.
George Balanchine creó una producción intensamente coreografiada en 1936. En 1955, Risë Stevens encabezó una producción que también contó con Hilde Güden y Roberta Peters. Richard Bonynge dirigió una notable producción en 1970 con Grace Bumbry como Orfeo, y la añorada Marilyn Horne asumió el rol dos temporadas más tarde.
La versión actual de Mark Morris cuenta con la originalidad de convertir al coro de 100 cantantes en un catálogo de figuras históricas que comentan y vigilan la acción desde unas gradas, mientras que el cuerpo de ballet interacciona con los cantantes en escena. Allen Moyer crea una escenografía esquemática y contemporánea, ensalzada con la tenue e intimista iluminación de James F. Ingalls.
El esfuerzo de Isaac Mizrahi (vestuario) es patente en los figurines de los coristas, todos únicos, mientras que los cantantes solistas aparecen ataviados con prendas que, probablemente sin pretenderlo, caricaturizan a Orfeo, trivializan a Amore y subestiman a Euridice. La coreografía, también a cargo del director Mark Morris, se integra con gracia en la narrativa musical y, pese a resultar algo retórica, funciona bien como bisagra escénica y elemento unificador de la producción.
El montaje de Morris tuvo su estreno en 2007, con James Levine en la dirección, Maija Kovalevska como Euridice, Heidi Grant Murphy como Amore, y David Daniels como Orfeo, el primer contratenor en interpretar este papel en el Met. Desde entonces, se han realizado diversas reposiciones con Stephanie Blythe y Jamie Barton como Orfeo; Danielle de Niese, Kate Royal y Hei-Kyung Hong como Euridice; y Lisette Oropesa y Hera Hyesang Park como Amore.
En esta reposición de 2024, encontramos en el foso al director neoyorkino J. David Jackson, un hombre de la casa que ha trabajado en el Met desde 2001, y que demostró su conocimiento de la orquesta y el teatro. Jackson es un espléndido músico que sabe entender la importancia de la dimensión emocional en la ópera de Gluck, y encauza sus esfuerzos a acomodar en el flujo orquestal la expresión vocal de los solistas y el coro.
El contratenor norteamericano Anthony Roth Costanzo encarnó a Orfeo con una intensidad dramática y una claridad vocal que cautivaron desde el primer momento. Su interpretación del aria «Che farò senza Euridice» braveada con intensidad por el público, fue el colofón a una velada en la que el contratenor dio una lección de técnica y buen gusto canoros. Pese a que el timbre no cuenta con la belleza de otros cantantes, Costanzo canta con epatante facilidad y es capaz de regalar los filados más complicados, unos fiati larguísimos, escalas y trinos con total seguridad, coloreando a la vez la línea y rebañando el cuenco emocional del personaje. Sin duda, la estrella de la producción.
La soprano china Ying Fang, habitual con papeles mozartianos en el Met, hizo un buen papel en el rol de Euridice. Formada en la cantera del Met, la cantante va madurando y mejorando su proyección y expresividad. La voz continúa también ensanchando y enriqueciéndose. Fang volvió a dar cuenta de la belleza de su timbre, que empasta en la orquesta, y llega al espectador limpia y sugerente.
La soprano de texas Elena Villalón, como Amore, añadió un toque de ligereza y esperanza con su amable presencia escénica y su voz clara y brillante en el agudo. El instrumento de Villalón es de un tamaño algo justo para el Met, pero no cabe duda de que la cantante supo echar mano de todos sus recursos para cuajar un Amore muy cercano y apreciado por el público.
Mención especial merece Jonathan C. Kelly en el clave, cuyo acompañamiento sutil y preciso realzó los momentos más íntimos de la ópera.
Más allá del espléndido momento vocal de Anthony Roth Costanzo, el éxito de estas representaciones de «Orfeo ed Euridice» es también debido al gran desempeño de la orquesta y el coro del Met, que están culminando una temporada intachable, muy por encima del nivel desarrollado en ciclos anteriores.
Bajo la dirección de J. David Jackson y Mark Morris, esta «Orfeo ed Euridice» primaveral parece homenajear las ricas versiones del pasado y supone una muestra de la vitalidad de esta magnífica ópera en la actualidad.
Metropolitan Opera de Nueva York, a 23 de mayo de 2024. Orfeo ed Euridice, ópera en tres actos de Christoph Willibald Gluck y libreto en italiano de Ranieri de’ Calzabigi.
Dirección Musical: J. David Jackson. Orquesta y coro de la Metropolitan Opera (director del coro: Donald Palumbo). Producción y coreografía: Mark Morris, Diseño escénico: Allen Moyer, Vestuario: Isaac Mizrahi, Iluminación: James F. Ingalls.
Reparto: Anthony Roth Costanzo, Elena Villalón, Ying Fang.