Crítica: «Orlando» en el Teatro Real

Crítica: «Orlando»Teatro Real Por Pedro Valbuena

Orlando o el triunfo de la locura

Fiel a su compromiso con la difusión de la ópera barroca el teatro Real ha llevado a su escenario uno de los títulos más visitados del catálogo haendeliano, Orlando. Esta nueva producción proveniente del Theater an der Wien se ha representado en siete ocasiones entre el 31 de octubre y el 12 de noviembre, con algunos personajes en doble reparto.

Una escena de "Orlando" / Foto: Javier del Real
Una escena de «Orlando» / Foto: Javier del Real

Compuesto en el breve lapso de tiempo en que solía trabajar Händel (no más de cuatro semanas por norma general), se estrenó en 1733 en el Haymarket londinense, y puede decirse que fue una verdadera decepción para él, ya que tras diez representaciones se vio obligado a retirarla, y no insistió en su reposición, porque había comprendido que sus novedosos ingredientes no habían sido del agrado del público. Händel ya había asumido con anterioridad que los interminables pasajes en recitativo no tenían sentido para un público que, no solamente no comprendía el idioma, sino que comenzaba a mostrarse abiertamente en contra de todo lo italiano. La inusitada sucesión de tonalidades lejanas, y algún pasaje escrito en 5/4 son también elementos muy extraños a las convenciones de la época, y poco debieron ayudar a su aceptación. Probablemente  estas novedades sean el mayor atractivo para una representación contemporánea, pero en su momento no se entendieron. Tampoco la originalidad de la locura escenificada explícitamente bastó para disimular un libreto inconexo e inconsistente. De forma resumida podríamos decir que se trata de un amor no correspondido que conduce a la locura, y que es reorientado hacia el tradicional lieto fine de forma bastante artificial, merced a un personaje incorporado a modo de deus ex machina.  Por último, y a pesar de que la música es excelente, no muestra el lado más brillante de Händel, y con alguna excepción, no va más allá del consabido catálogo de arias.  Quizá sea de las óperas más originales del alemán, pero desde luego no es la mejor. Crítica: «Orlando»Teatro Real 

Gabriel Díaz y Giulia Semenzato en una escena de "Orlando" / Foto: Javier del Real
Gabriel Díaz y Giulia Semenzato en una escena de «Orlando» / Foto: Javier del Real

En la velada del 10 de octubre la orquesta del Real estaba apoyada por el Monteverdi Continuo Ensemble bajo la dirección de Francesc Prat, que imaginamos que recibió instrucciones muy precisas del director titular de esta producción, Ivor Bolton. La orquesta consiguió una sonoridad bastante neutra, y a pesar de no ser un grupo especializado en el repertorio, sonó con un estilo adecuado y una afinación aceptable. La conjunción con las voces también funcionó correctamente, con una salvedad muy importante: no fueron capaces de esperar y recoger a los solistas después de las cadencias, cosa que  ocurrió hasta en cinco ocasiones, desmereciéndose todo el trabajo previo, ya que esos pasajes están diseñados para reconcentrar la atención del público, y las imprecisiones ahí se hacen más evidentes. Crítica: «Orlando»Teatro Real

Gabriel Díaz en una escena de "Orlando" / Foto: Javier del Real
Gabriel Díaz en una escena de «Orlando» / Foto: Javier del Real

El  reducido elenco de solistas estuvo capitaneado por el excelente Zoroastro de Florian Boesch, que cantó con mucha precisión la parte de las agilidades, y tuvo una presencia escénica realmente convincente. Este es probablemente el papel de bajo más relevante y exigente de toda la ópera barroca, y fue compuesto para el legendario Antonio Montagnana, uno de los cantantes preferidos de Händel, que actuó en Madrid durante más de diez años. Boesch posee una voz homogénea y ágil que le permite recorrer la amplia tesitura requerida sin aparente dificultad, si bien es cierto que no hizo gala de una excesiva potencia. En su defensa diré que no creo que sea posible cantar esas largas tiradas de semicorcheas a todo volumen. Su personaje fue dibujado con originalidad, y presentado al público como si de una visión esquizofrénica se tratase, es decir mostrando la nobleza de un mago legendario, y a la vez la ruindad de un borracho callejero. Este recurso funcionó a las mil maravillas sobre los pasajes en recitativo, que ya sabemos que son un elemento bastante convencional, pero el efecto me gustó menos sobre las delicadas líneas de Händel que quedaron demasiado adulteradas. Fue lo mejor de la noche sin duda. Orlando fue interpretado por el contratenor Gabriel Díaz, que aunque puso bastante de su parte en la interpretación dramática, no consiguió desengolar la voz, y desde la mitad del registro hacia abajo apenas se le pudo escuchar. Su timbre dulce y su elegante manera de cantar le hacen más  próximo al oratorio que a la ópera. En general siempre he creído que es un error traspasar directamente los roles de los antiguos castrati a los contratenores actuales, ya que la técnica del falsete no permite el mismo caudal de aire, y esto obliga a interrumpir pasajes compuestos como una sola emisión, llamando la atención poderosamente sobre el problema. Si esta música fue escrita de esta manera para Senesino es porque era capaz de cantarla sin interrupciones, todo lo demás es meter la pata. Francesca Lombardi se encargó de dar vida a la desdeñosa Angelica, que tiene probablemente las páginas más hermosas de toda la obra. Sin embargo cantó con demasiado comedimiento y su papel quedó bastante plano. Su momento de gloria llegó en el Acto II, cantando un Verdi piante de manera verdaderamente bella.

Francesca Lombardi Mazzulli y Anthony Roth Costanzo / Foto: Javier del Real
Francesca Lombardi Mazzulli y Anthony Roth Costanzo / Foto: Javier del Real

Mas gracia y variedad tuvo la Dorinda de Giulia Semenzato, que estuvo afinada y segura en los pasajes mas comprometidos. Su versión dramática nos presentó a una Dorinda superficial y algo ingenua, que coqueteaba con los pentagramas unas veces, y otras mostraba su respectivo mal de amores. Anthony Roth Costanzo se encargó de revivir para nosotros a Medoro, el personaje mas irrelevante de la trama, ya que su papel es un mero contrapunto al de Orlando. Sin embargo, cualquiera que desconociera la obra podría haberlo confundido fácilmente con el protagonista, ya que su voz se emitía de forma más clara y potente que la de su rival. Sonó afinado y bastante sincronizado con la orquesta, puso mucha energía en su trabajo y dominó la escena con la gestualidad en todas sus intervenciones, de manera que era un placer escucharle y también verle. Crítica: «Orlando»Teatro Real

Una escena de "Orlando" / Foto: Javier del Real
Una escena de «Orlando» / Foto: Javier del Real

La puesta en escena estaba firmada por el aclamado Claus Guth, uno de los directores más relevantes del momento, aunque en esta ocasión tan sólo ofreció un producto de calidad, pero totalmente exento de originalidad. Un chalé de estilo brutalista, que incluye un garaje abierto y una foodtruck, gira sobre sí mismo mostrando las cuatro caras del edificio. A un lado una marquesina de autobús, al otro una escalera exterior… Ya he perdido la cuenta de cuántas veces he visto sobre la escena este procedimiento. Recurso fácil también la imagen del Cancerbero encapuchado, o el fogonazo para disimular la defenestración de Angelica. Más acertado estuvo todo lo relativo al movimiento de los actores, y en este sentido la atención del público fue captada eficazmente. Otras cosas brillaron por omisión, yo agradezco, por ejemplo, que las oberturas y sinfonías previas a la acción se interpreten a telón bajado, cosa que en este caso se respetó escrupulosamente.

La anécdota de la velada tuvo lugar justo antes del acto II, cuando sonó tan insistentemente Paquito El Chocolatero que hasta uno de los violines se sumó fugazmente a la fiesta. No cabe duda de que el Teatro Real es uno de los grandes auditorios de Europa, y por ello se ve obligado a programar a un nivel que no puede oscilar mas que entre lo bueno y lo excelente, y en bueno se ha quedado. Esta noche, no hemos rozado el cielo, en la próxima será.


Madrid (Teatro Real), 10 de noviembre de 2023. Teatro Real. Orlando de Haendel. Francesc Prat, director musical . Claus Guth, dirección de escena. Elenco: Gabriel Díaz, Francesca Lombardi Mazzulli, Anthony Roth Costanzo, Giulia Semenzato, Florian Boesch.        Monteverdi Continuo Ensemble. Orquesta Titular del Teatro Real.

OW