Crítica: ‘Orlando furioso’ de Vivaldi en el Festival Barroco de Bayreuth

Por Luc Roger Crítica Orlando Furioso Bayreuth

El Festival Barroco de Bayreuth presenta durante dos veladas Orlando Furioso (RV 728), de Antonio Vivaldi, en coproducción con el Teatro Comunale de Ferrara y el Teatro Comunale Pavarotti-Freni de Módena. El Dramma per musica continuará después su viaje a Corea del Sur, donde se representará en el Festival Internacional de Ópera de Daegu en octubre. La producción se estrenó en Ferrara el pasado mes de abril bajo la dirección musical de Federico Maria Sardelli, eminente especialista en Vivaldi responsable de la última edición crítica de esta obra, publicada el año pasado por Ricordi en colaboración con Alessandro Borin. Crítica Orlando Furioso Bayreuth

La historia de Orlando Fusioso está ligada a la ciudad de Ferrara. El libreto fue escrito por Grazio Braccioli, abogado en dicha ciudad y libretista en Venecia, basándose en la epopeya en verso escrita por Ariosto, quien había estado al servicio de Alfonso d’Este, duque de Ferrara, y terminó sus días en su casa ferraresa. El libreto de Braccioli, hábilmente construido desde el punto de vista dramático, fue musicalizado dos veces por Vivaldi para el Teatro Sant’Angelo de Venecia. Federico Maria Sardelli, especialista en la música del Cura rojo, investigó la segunda versión, de 1727, siendo el primero en dirigir la versión reconstruida de la misma en el Communale de Ferrara, con la orquesta y el coro barrocos de la Accademia dello Spirito Santo. Considera esta ópera como la obra maestra teatral absoluta de Vivaldi por su fuerza musical y su rigor dramático. En su dirección, trató de reconstruir filológicamente los usos y costumbres musicales de la época. Así, no ha dividido la representación en dos partes, como se había hecho hasta ahora, cortando la ópera de forma un tanto artificial en dos secciones de igual duración, sino que ha conservado las tres partes correspondientes a los tres actos, con dos intermedios. El conjunto instrumental incluye dos claves, lo que es típico de la estructura teatral barroca, y evita guitarras y archilaúdes, que se encuentran a menudo en los conjuntos barrocos pero que ya no se utilizaban en 1727. Como la obertura de Orlando furioso se había perdido, Federico Maria Sardelli la sustituyó, siguiendo el principio del pasticcio que había practicado el propio Vivaldi, por la obertura de Giustino, ópera compuesta en 1724.

El director Marco Bellussi, apasionado de la ópera barroca desde hace 30 años, ha extraído la esencia misma de Orlando furioso con medios contemporáneos. La puesta en escena se organiza en torno a la maga Alcina, que es de facto la protagonista de la ópera. Toda la acción se desarrolla en el espacio imaginario de su palacio, un lugar sometido a las mistificaciones de la magia que dilata y difumina sus contornos. Para ilustrar los efectos, Marco Bellussi se ha concentrado en el uso de espejos: el escenógrafo Matteo Paoletti Franzato ha diseñado un palacio cuyas paredes laterales, techo y tejado están hechos de espejos que reflejan una realidad  distorsionada, cuyo efecto multiplicador desestabiliza a los personajes y les hace sentirse inseguros. Es en este lugar maravilloso, improbable y extraño donde se tejen los múltiples hilos narrativos de un texto extremadamente complejo. La mayor parte del tiempo hay pocos objetos en escena: unos taburetes curvados con patas entrecruzadas y un sillón Recamier para la maga. Pero este vacío se llena de imágenes ilusorias tridimensionales generadas por las proyecciones de video mapping de Fabio Massimo Iaquone sobre una pantalla translúcida en la parte delantera del escenario y otra pantalla en la parte trasera: un bosque ilusorio de estaciones cambiantes, con árboles arrullados por céfiros o sacudidos por tormentas, un bosque de primavera, verano, otoño o invierno, a veces atravesado por enjambres de pájaros o, por la noche, por nubes estelares o astrales. Una realidad aumentada que acaba desapareciendo cuando la maga pierde sus poderes por la acción unida de sus víctimas. En dos ocasiones, mientras Orlando es presa de la locura, el aire se llena físicamente con las palabras del texto que está cantando. Orlando se ve atrapado en un torbellino de palabras que se arremolinan, le rodean y le aprisionan. Es una reminiscencia del episodio de las palabras congeladas de Rabelais, salvo que aquí las palabras están hechas de proyecciones de luz. Al final de la ópera, todo lo que queda es un escenario sumido en la penumbra, bañado después por las luces de Marco Cazzola para marcar un final feliz.

Yuriy Mynenko (Orlando) y Arianna Vendittelli (Angelica) en ‘Orlando furioso’ © Marco Castelli Nirmal

El vestuario de Elisa Cobello define claramente a los personajes, lo que tiene el feliz efecto de aportar claridad a una acción bastante enmarañada. Alcina luce un ceñido vestido de la Belle Époque en azul noche o lamé negro, peinada como una vamp y maquillada de forma seductora, como corresponde a esta devoradora de hombres cuyo poder de seducción es la perdición de aquellos a los que seduce. Por el contrario, la fiel Angélica, que espera el regreso de Medoro, al que se cree ahogado, va vestida toda de blanco con un elegante traje de novia. Nada más conocerse, Alcina convoca a un ejército de costureras para que le confeccionen un vestido más descocado y sexy, también de blanco. Bradamante, un pelirrojo combativo, lleva una túnica de color rojo vivo. Ruggiero, su amante a quien Alcina ha hechizado, va vestido de un rojo más oscuro. Orlando, con camisa blanca y pantalones negros, lleva un top sin mangas de damasco azul con múltiples paneles que a menudo hace girar. Medoro viste un conjunto de caballero español con camisa de encaje. Al igual que Ruggiero, el desafortunado Astolfo parece un guardia suizo.

En Bayreuth, ha sido al famoso conjunto barroco Il Pomo d’Oro y a su primer director invitado, el clavecinista Francesco Corti, a quienes se ha confiado la interpretación musical. Los músicos del conjunto, que tocan instrumentos de época, figuran entre los principales especialistas en la práctica de la interpretación histórica. El impresionante solo de flauta del flautista Marcello Gatti es un ejemplo de ello. La dirección de Francesco Corti es asombrosamente bella, vigorosa y a veces salvaje. Se esfuerza por transmitir la vivacidad electrizante y chispeante de la partitura mediante ataques incisivos, una dirección intensa, precisa y rigurosa, con gestos flexibles, elegantes, alegres o sensuales. Una orquesta estelar en el firmamento de la música barroca.

Magnífica intérprete de Alcina, la mezzosoprano Giuseppina Bridelli presta su voz de belcantista versada en la música barroca y su belleza atlética a la maga, componiendo el retrato de una mujer liberada que no encuentra la felicidad en su consumo desenfrenado de tigresa hambrienta. Frente a ella, la cautivadora Arianna Venditelli, una de las favoritas del Festival de Música Antigua de Innsbruck desde hace muchos años, retrata a la princesa Angélica con su segura voz de soprano, un fraseo y una proyección impecables, y una imponente presencia escénica que define claramente su papel de prometida casta y pura, capaz de resistir a los asaltos amorosos de un Orlando desesperado antes de parecer ceder a sus insinuaciones. La revelación de la velada fue el contratenor ucaraniano Yuriy Mynenko (Orlando), cuya voz tiene un registro excepcional, de soprano a barítono. Aprovecha al máximo esta amplitud pasando de un registro a otro, del registro de pecho a la voz de cabeza. Hay mucho humor en la composición de su personaje, que hace extrañas salidas del escenario girando los costados de su túnica. Sus escenas de locura, en las que se ve atrapado en la rueca de sus palabras, fueron de lo más acertadas. La pareja de Bradamante y Ruggiero está interpretada por la mezzosoprano Sonja Runje, que encarna a un Bradamante muy decidido y lo suficientemente masculino como para cambiar de sexo en el momento oportuno, y a un Ruggiero infiel a regañadientes, interpretado con gran humor por el contratenor Tim Mead. Chiara Brunello realizó una excelente interpretación de Medoro minetras que el Astolfo de José Coca Loza se quedó vocalmente un poco por detrás del papel.

Un momento de ‘Orlando furioso’ © Marco Castelli Nirmal

Dejemos la conclusión a la musicóloga ferraresa Annalisa Lo Piccolo:

«En Orlando furioso, Vivaldi permanece fiel a su propio modelo de teatro musical: la línea vocal se apoya en una orquesta vibrante, que evoca en imágenes musicales gráficas las fuerzas de la naturaleza, la atmósfera onírica y los matices del sentimiento. En la «atemporalidad de cuento de hadas» del argumento, las arias asumen el tumulto de los recitativos, concentrando y sublimando la emoción auténtica en medio del caótico ir y venir de los personajes. Exploran la infinita variedad de estados de ánimo vacilantes que sirven de impulso a cualquier historia protagonizada por personajes reales». (Traducido del programa del Festival de Bayreuth). Crítica Orlando Furioso Bayreuth

El público brindó un sonoro aplauso a los intérpretes y al equipo de producción por esta velada excepcional.

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Festival Barroco de Bayreuth, 10 de septiembre de 2014: Orlando furioso. Dramma per musica en tres actos con música de Antonio Vivaldi y libreto de Grazio Braccioli. Nueva edición crítica a cargo de Federico Maria Sardelli y Alessandro Borin, Ricordi 2023.

Francesco Corti (Dirección musical y clavecín), Marco Bellussi (Dirección escénica), Matteo Paoletti Franzato (Escenografía), Elisa Cobello (Diseño vestuario), Marco Cazzola (Diseño iluminacion), Fabio Massimo Laquone (Videoproyecciones).

Reparto: Yuriy Mynenko (Orlando), Giuseppina Bridelli (Alcina), Arianna Vendittelli (Angelica), Sonja Runje (Bradamante), Tim Mead (Ruggiero), Chiara Brunello (Medoro),
José Coca Loza (Astolfo).

Il Pomo d’Oro, Coro dell’Accademia del Santo Spirito.

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