Crítica Orlinski Les Arts Mas allá de la voz
Por Pedro Valbuena
Suelo entrar a cualquier espectáculo musical por el acceso más cercano al escenario. Me gusta ver cómo se disponen los instrumentos y descubrir las particularidades de cada montaje en los momentos inmediatamente anteriores al inicio de la magia. Esta tarde sobre las tablas había esparcido un polvo blanco que quise identificar como carbonato de magnesio, sustancia que suelen utilizar gimnastas y acróbatas. En ese instante comprendí que el espectáculo sería bastante poco convencional.
Sobre el papel, el programa no hacía presagiar nada de lo que ocurriría después. En esencia parecía un viaje a través de los grandes maestros del primer barroco de la mano de páginas bien conocidas del público. Strozzi, Caccini, Frescobaldi… Un repertorio no apto para todos, en el que predominaban las melancólicas tonalidades menores y los tempos lentos. Sin embargo, el señor Orlinski tenía un plan bien definido para evitar el eventual aburrimiento de un programa tan arcaico y monolítico. Crítica Orlinski Les Arts
Comenzó el concierto con una larga escena de L’Incoronazione di Poppea, de Monteverdi, cuya parte inicial quedaba algo grave para Orlinski, pero que sirvió como calentamiento para que su voz se situase al nivel que exigirían las subsiguientes páginas.
El montaje, titulado Mas Allá, en referencia a su último trabajo discográfico, tuvo la estructura típica en la que las arias quedan separadas por piezas instrumentales para lucimiento de músicos y descanso de cantantes, pero todas ellas estuvieron perfectamente ensambladas a través de transiciones instrumentales improvisadas, que conducían de unas tonalidades a otras sin la menor sensación de tirón. Este sencillo y elegante procedimiento cohesionó todas las piezas, de tal forma que parecían haber sido concebidas conjuntamente.
Orlinski no solamente cantó con un estilo impecable, sino que su voz me sonó especialmente bien esta tarde. Hizo alarde de una técnica tan depurada que todo su registro parecía tener el mismo timbre, la misma potencia y la misma nitidez. Se sirvió de un hermoso manto negro que gracias a su gestualidad, se transformó en capa regia, cuerpo amante, sombra y velo de vejez. Por supuesto, también nos regaló sus acrobacias, pero mas allá de eso y de su incursión en el patio de butacas, fue deliciosa la forma en que mantuvo la ilación del espectáculo, incluso cuando los instrumentos se vieron obligados a reafinar justo en la mitad del concierto. Cantó erguido, arrodillado, tumbado y bailando, y con la excepción de algún breve pasaje de entonación dudosa, yo diría que lo hizo de forma inmejorable. Crítica Orlinski Les Arts
Il Pomo d’Oro es una de las agrupaciones más prestigiosas en el ámbito de la música antigua históricamente informada, y de ello dieron una prueba irrefutable esta tarde. Sonaron totalmente empastados y con una afinación bastante exacta, a pesar de que el cornetto no acabó de encontrar su lugar entre las cuerdas. Especialmente solvente me pareció la musculosa sección del bajo continuo, que pese al número de intérpretes parecía fluir como una única línea.
Dos elementos vinieron a destacar: el movimiento escénico y la iluminación. Recursos poco costosos que bien gestionados pueden conducir a resultados brillantes, como es el caso. Energía, elegancia, criterio y profesionalidad fueron las notas predominantes en esta inusual velada. A ello habría que sumar la generosidad de los músicos que se tradujo en cuatro bises. La sala estaba ocupada en algo más de su mitad, pero esto debe considerarse un éxito sin paliativos para este tipo de concierto. El auditorio en pie ovacionó largamente a los intérpretes, que se mostraron agradecidos y felices.
Personalmente me llevó a mi colección de arias de cabecera la hermosísima Lungi dai nostri cor, de Moratelli. Búsquenla en la versión de estos artistas, escúchenla y durante cuatro minutos serán ustedes más felices.
Valencia, 29 de octubre de 2023. Palau de Les Arts. Ciclo Grans Veus. Jakub Jósef Orlinski. Il Pomo d´Oro.
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