Por Luc Roger Crítica Cesare in Egitto Giacomelli Innsbruck
Desde septiembre de 2023, las Semanas Festivas de Música Antigua de Innsbruck (Innsbrucker Festwochen der Alten Musik) cuentan con un nuevo equipo directivo tripartito: Eva-Maria Sens es la directora artística; Ottavio Dantone, el director musical y el Markus Lutz, el director comercial. Comienza así una nueva era para el prestigioso festival, cuyo anterior director artístico fue Alessandro De Marchi desde 2009 hasta 2023. Crítica Cesare in Egitto Giacomelli Innsbruck
El Festival se inaugura tradicionalmente con una gran ópera barroca en el Tiroler Landestheater (Teatro del Tirol), cuyo precursor se erigía en el mismo lugar desde 1654. Una de las tradiciones más arraigadas del Festival es el redescubrimiento de obras caídas en el olvido, aunque tuvieran éxito en el momento de su estreno. Para su primera producción escénica, Ottavio Dantone eligió la ópera Cesare in Egittto de Geminiano Giacomelli, haciéndose acompañar por los virtuosos músicos de la Accademia bizantina, la nueva orquesta residente del festival.
Geminiano Giacomelli
El compositor italiano Geminiano Giacomelli (Piacenza 1692-Loreto 1740) fue Kapellmeister en la corte ducal de Parma y en la basílica de Santa Maria della Steccata de dicha ciudad de 1719 a 1727. Compartió este puesto con su maestro Giovanni Maria Capelli, compositor en la corte ducal, que le había enseñado canto, contrapunto y clave. En 1727, el duque Francesco Farnese le nombró Kapellmeister vitalicio de la iglesia de San Giovanni en Piacenza, un puesto con un pingüe sueldo. También obtuvo la ventaja de poder abandonar la iglesia cuando lo deseara, quedando a su cargo la búsqueda de un sustituto y la provisión de la música necesaria. Durante este periodo, compuso toda una serie de óperas para los teatros más importantes de Italia, sin descuidar sus obligaciones en la corte ducal. En 1738, fue nombrado Kapellmeister de la Santa Casa de Loreto. Sus composiciones incluyen obras líricas y música sacra. Escribió más de veinte óperas (conocidas como dramma per musica o intermezzo).
Giacomelli vivió en el apogeo del virtuosismo belcantista y estuvo en contacto con intérpretes de renombre internacional. Su agudo sentido teatral, combinado con un lenguaje musical sencillo y tradicional, le granjeó una gran popularidad en toda la península itálica. La clave del éxito en una época en la que predominaba el estrellato residía en el arte de satisfacer las necesidades específicas de los cantantes, proporcionándoles arias que les permitieran demostrar sus habilidades. Giacomelli se dedicó a componer arias expresamente modeladas en función de las capacidades vocales de los cantantes para que pudieran lucirse al máximo: ligeras para Faustina Bordoni, patéticas para el famoso contralto castrato Francesco Bernardi (conocido como Senesino, que estrenó el papel de Cesare en Cesare in Egitto de Haendel), sentimentales o bravuconas para Farinelli. En su Historia general de la música, publicada en 1789, Charles Burney se refiere a «la vivacidad de su imaginación, que le permitió crear arias que, por su novedad, proporcionaron tanto placer que contribuyeron considerablemente a propagar y fijar el gusto de épocas posteriores». Las melodías de Giacomelli son generalmente fluidas y espontáneas, decididamente cantabili, adornadas con vocalizaciones y coloraturas según la práctica de la época; la armonía es sobria, coloreada por una variedad de modulaciones que animan la dinámica. En su ópera La Merope (1734), tres de sus arias más exitosas, entre ellas «Sposa, non mi conosci» de Epitide, fueron reutilizadas en el pasticcio Bajazet (también conocido como Il Tamerlano) por Vivaldi. Vivaldi modificó ligeramente el comienzo del aria de Epitide, que pasó a llamarse «Sposa son disprezzata».
Su ópera Cesare in Egitto se estrenó el 24 de noviembre de 1735 en el Teatro San Giovanni Grisostomo de Venecia. El tema de esta ópera ya había sido abordado en 1675 por Bussani, quien había proporcionado el libreto para una ópera del mismo nombre compuesta por Sartorio y representada en Venecia. También inspiró el Giulio Cesare de Haendel, estrenada en Londres en 1724. El joven Carlo Goldoni ayudó a escribir el libreto de Cesare de Giacomelli. En aquella época se dedicaba a la tragedia, pero pronto se dio cuenta de que su verdadera vocación era la comedia; se convertiría en el creador de la comedia italiana moderna. Crítica Cesare in Egitto Giacomelli Innsbruck
La puesta en escena de Leo Muscato
La acción se desarrolla entre una serie de muros en ruinas totalmente cubiertos de jeroglíficos y bajorrelieves que representan a los dioses del antiguo Egipto. El conjunto recuerda a las mastabas de Saqqarah. Andrea Belli ha insertado estos muros en una serie de cámaras comunicantes colocadas sobre una plataforma giratoria que está en constante movimiento durante toda la primera parte. Cinco estatuas colosales de legionarios romanos estilizados (maniquíes de gran tamaño colocados sobre bandejas con ruedas) se instalan primero en la parte delantera del escenario antes de venir a rodear la plataforma giratoria en semicírculo. Sus armaduras y equipos (enormes escudos rectangulares curvados, cascos de oruga de crin escarlata y pilums) están revestidos de armazones metálicos. Las estatuas simbolizan la dominación romana de Egipto. Predomina el color rojo. Su iluminación varía en función de la acción: ilumina intensamente las estatuas dominantes cuando los ejércitos de César tienen la sartén por el mango; se atenúa cuando Ptolomeo intenta recuperar el poder, el color rojo se desvanece y sólo se ven los cascos, que adquieren una tonalidad púrpura. Cuando, en la segunda parte, Tolomeo se cree victorioso y piensa que César se ha ahogado, las estatuas se vuelven del revés y sólo se ve el marco vacío. Cuando César regresa victorioso, retoman su aspecto conquistador. La puesta en escena privilegia la colocación frontal de los protagonistas, lo que favorece el canto, pero el escenario en constante rotación marea rápidamente.
Los trajes diseñados por Giovanna Fiorentini abarcan varios periodos de la historia: mientras las estatuas evocan la antigüedad, César y sus soldados visten uniformes de combate reforzados de nuestros tiempos, con armas recientes como ametralladoras y brownings. Ptolomeo y Aquilas llevan trajes que recuerdan la época de los jedives, con fez y chaquetas abarrotadas de adornos y un gran cordón. Fuman tabaco, mientras que César fuma puros. Los largos vestidos de Cleopatra realzan su belleza y podrían ser de cualquier época. Las estatuas intentan evocar a antiguos colosos egipcios, pero en realidad su hechura hace pensar más bien en gigantes de feria. Tal estética, que abarca dos mil años de historia, quizá pretenda hacernos comprender que los conflictos militares, la locura del poder, el chantaje del amor y el matrimonio bajo coacción aún no han pasado de moda.
La dirección de Leo Muscato se centra en la personalidad de los personajes y los gestos que la transmiten. Cada uno de los personajes está muy bien definido. Al principio, César aparece como un joven jefe de estado sin experiencia y poco diplomático, un caudillo bastante fanfarrón, pomposo y marcial, antes de verse tocado por el amor hacia Cleopatra. Cleopatra es mucho más segura de sí misma de lo que su juventud podría sugerir, y muestra discernimiento y delicadeza ante los conflictos con su hermano Ptolomeo, su problemático romance con César, la hostilidad de Cornelia y las insinuaciones no deseadas de Aquilas. La pareja antagónica de Tolomeo y Cornelia es mucho más compleja: Tolomeo resulta ser un monstruo sanguinario que utiliza las manipulaciones más odiosas para conseguir sus fines, antes de convertirse en un cobarde servil que abandona todo orgullo cuando es derrotado; Cornelia es una mujer de extraordinaria fuerza interior que está dispuesta a sacrificarlo todo -incluida su propia vida y la de su hijo- para preservar su honor. El senador romano Lépido, enamorado de Cornelia, demuestra grandeza en todas las circunstancias y consigue hacer frente a los avatares de la trama. Aquilas, general de Ptolomeo, actúa más como un lacayo al servicio de su señor que como un amante despechado en su deseo de unión con Cleopatra, la cual no duda en utilizar sus encantos para manipularlo. Crítica Cesare in Egitto Giacomelli Innsbruck
La ópera Cesare in Egitto, de Giacomelli, es un ejemplo de ópera barroca tardía muy virtuosa, influida por lo que entonces era el moderno estilo napolitano. La pareja de César y Cleopatra requiere voces con una zona aguda bien resuelta.Ambos personajes fueron interpretados por dos sopranos premiadas en el Concurso Internacional de Canto Barroco Antonio Cesti de Innsbruck: Emőke Baráth (Cleopatra), premiada en 2011, y Arianna Vendittelli (Cesare), en 2015. En este papel travestido, Arianna Venditelli captó el ardor juvenil y la impetuosidad del joven César. También destacó en la interpretación de la dulzura de un César ablandado por el amor en «Bella tel dica amore». Emőke Baráth brilló con su talento dramático y su seductora y radiante composición del papel de Cleopatra. Parece jugar con las dificultades de las virtuosas arias de la reina egipcia, especialmente en la hermosa «Chiudo in petto» del final del Acto I y en el aria de bravura «Son qual nave da due venti». La contralto Margherita Maria Sala, ganadora del premio Cesti en 2021, asumió el papel de la furibunda Cornelia. Qué fuerza, qué energía, qué rabia desprendió esta formidable cantante, que verdaderamente nos brindó una interpretación magistral de su personaje, una esposa herida en lo más profundo de su ser por el infame asesinato de su marido Pompeyo, cuya cabeza había cortado Ptolomeo para ofrecérsela como trofeo a César, una madre dispuesta a dejar que asesinen a su hijo antes que ceder al ignominioso chantaje de Ptolomeo, que intenta obligarla a casarse a cambio de la vida de su hijo. Su canto es profundo, la proyección de su voz imponente. El talento de la contralto, especialmente en los recitativos, resultó cautivador. Frente a esta personalidad deslumbrante que, a pesar de estar prisionera y con las manos atadas, proclama su justo odio, Ptolomeo, interpretado por Valerio Contaldo, palideció hasta la insignificancia. A su voz le falta volumen, y el tenor suizo del Valais quedó en un segundo plano. El sopranista Federico Fiorio interpretó al senador romano Lepido, que lo tiene todo del joven amante y muy poco del senador. Virtuoso excepcional, el cantante parece no darle importancia a las dificultades técnicas. Parece tener exactamente el tipo de agilidad vocal de altos vuelos que hizo tan populares a los castrati de finales del Barroco. El contratenor Filippo Mineccia hizo plena justicia al versátil personaje de Aquilas, cuya compleja psicología retrató con sutileza. Su fraseo es soberbio, y aquí y allá realizó notables descensos al registro grave, resaltando la belleza de su timbre.
Esta ópera para virtuosos, cuya construcción da un lugar de honor a las arias solistas, termina en lieto fine, en una «clemenza di Cesare», que concede el perdón incluso a los más infames con el aria «A un cor forte, a un’alma grande sorte non fa spavento» («El destino no asusta a quien tiene un corazón fuerte y un alma grande»). El final es cantado a coro por los seis cantantes: «La paz, emanando del seno de Júpiter, desciende sobre la tierra, la paz inmaculada que dispensa alegría y placer». Este último coro es también el primero. Crítica Cesare in Egitto Giacomelli Innsbruck
Los músicos de la Accademia Bizantina y su director artístico Ottavio Dantone al clavicémbalo interpretaron el complejo mundo emocional imaginado por el compositor con una habilidad consumada, combinando la intensidad expresiva con el rigor interpretativo de la música apasionada y evocadora de Giacomelli. El canto fue la mayor baza de esta velada de descubrimiento de una ópera a la que los músicos, claramente cautivados y estimulados por la interpretación de esta música, devolvieron literalmente a la vida.
* * *
Semanas Festivas de Música Antigua de Innsbruck, 11 de agosto de 2024. Cesare in Egitto, ópera en 3 actos de Geminiano Giacomelli. Libreto de Carlo Goldoni y Domenico Lalli. Estreno en el Teatro S. Giovanni Grisostomo de Venecia el 24 de noviembre de 1735. Edición: Edición crítica de Bernardo Ticci y Ottavio Dantone.
Ottavio Dantone: director musical y clavicémbalo. Leo Muscato: Director de escena. Andrea Belli: Escenografía. Giovanna Fiorentini: Vestuario. Alessandro Verazzi: Iluminación.
Reparto. Arianna Vendittelli (Giulio Cesare), Emőke Baráth (Cleopatra), Valerio Contaldo (Ptolomeo), Margherita Maria Sala (Cornelia, viuda de Pompeo), Federico Fiorio (Lepido, senador romano), Filippo Mineccia (Aquilas).
Academia Bizantina. Alessandro Tampieri (primer violín).
OW Crítica Cesare in Egitto Giacomelli Innsbruck