Crítica: «Pagliacci» en la Temporada Lírica de Burgos

Crítica: «Pagliacci» Temporada Burgos Por Kevin Adeva Rubio

Por influencia directa del naturalismo, corriente literaria que se imponía en Europa a finales del siglo XIX, Ruggero Leoncavallo (1857-1919) estrenó Pagliacci (1892), obra maestra con la que saltaría a la fama. Esta ópera de estilo verista realizaba una inmersión en el drama de las clases más humildes dejando de lado el belcanto y exaltando la realidad rural, cotidiana y estremecedora. El compositor napolitano aseguró que el argumento de la obra estaba basado en hechos reales ya que él mismo vivió el asesinato cometido por un payaso celoso en una compañía ambulante al final de la representación teatral. Como se puede observar, más de cien años después, este es un tema de absoluta actualidad por desgracia. La Asociación Juventudes Musicales de Burgos, el Ayuntamiento de Burgos y la Fundación Caja de Burgos, impulsan y organizan por segunda vez esta iniciativa única que es la Temporada Lírica de Burgos. Pagliacci fue el título representado el pasado domingo en el Teatro Principal de la ciudad burgalesa. Con libreto y música original del propio Leoncavallo, es una ópera dividida en un prólogo y dos actos. En esta ocasión, se interpretó la versión para orquesta reducida de 13 músicos: quinteto de cuerda, quinteto de viento (flauta, oboe, clarinete, fagot y trompa), un piano y dúo de percusión.

Una escena de "Pagliacci" en Burgos / Foto: TLB
Una escena de «Pagliacci» en Burgos / Foto: TLB

El barítono Jorge Tello, rotundo vocal e interpretativamente como Prólogo, demostró una proyección de voz y un fiato magníficos. Más tarde, como Tonio logró una construcción de personaje similar a la de un Iago en Otello, cediéndole el cuchillo a Canio y riendo al final por la muerte de Nedda. Es una voz redonda, oscura y amplia que, por desgracia, no frecuenta los grandes teatros españoles. Jaquelina Livieri estuvo increíble desde la primera hasta la última nota. Una Nedda que comienza con “Qual fiamma avea nel guardo”, aria exigente que pilla a la soprano de improviso nada más entrar en escena. Livieri superó con creces su esperado debut en el rol, con un estilo elegante y ligero, con un cuerpo y un legato excepcionales. Caben destacar sus pianissimi espectaculares que se escuchan por toda la sala pese a la sequedad acústica con la que nos encontramos. En escena, una excelente actriz. Como Colombina incluso utilizó movimientos coreográficos propios de la comedia dell’arte. El tenor lírico Alberto Canet-Muga fue un Pagliaccio/Canio correcto en lo vocal, aunque se le percibió con falta de fiato y exceso de vibrato por momentos. En el archiconocido “Recitar!… Vesti la giubba” resolvió con soltura la colocación del agudo y el fraseo pero no hubo precisión textual. En el segundo acto, su trabajo de configuración y desarrollo del personaje fue más notorio que en el primero, donde se encontró más incómodo y, por ello, inexpresivo. Alberto Arrabal fue un Silvio verdaderamente maravilloso. Un barítono con voz redonda, cálida y natural, lo cual hizo que escucharle fuera delicioso. Cuidó al detalle el texto, las dinámicas y los cambios armónicos, por ejemplo, al final de su dúo, cuando los enamorados dicen «Tutto scordiam». Alberto Ballesta fue un Beppe/Arlecchino sencillo y divertido en lo actoral pero con una voz poco resonante. Es un rol en que podría haber aprovechado más el lucimiento vocal en la serenata “O Colombina”.

Una escena de "Pagliacci" en Burgos / Foto: TLB
Una escena de «Pagliacci» en Burgos / Foto: TLB

La dirección musical corrió a cargo de la batuta enérgica y pasional de Pedro Bartolomé, joven burgalés que está cosechando éxitos tanto en casa como en los grandes teatros de Bilbao, Madrid o Sevilla. Se percibió un conocimiento de la partitura esplendido consiguiendo exprimir los medios con los que contaba, superando la sequedad de la acústica del teatro y cuidando al máximo las dinámicas y los tempi. Con atención al fraseo melódico y a la intención del texto, estaba seguro y conectado con cada uno de los intérpretes en el foso y sobre el escenario. La Joven Orquesta Sinfónica de Burgos, que celebra esta temporada su 10º aniversario, se vio reducida a 17 músicos que estuvieron brillantes. Es por esto que fue una pena no contar con tímbrica específica para ciertos momentos como, por ejemplo, un arpa para el aria de Nedda. De igual manera, lograron un empaste de una belleza delicada, incluso sonidos cerca de la música u ópera de cámara con momentos intimistas como en el “Intermezzo”. El Coro de la Temporada Lírica de Burgos está formado por apenas una veintena de cantantes correctamente preparados por Javier Grande. Se percibe que, en su mayoría, aun no siendo un coro lírico profesional, son voces formadas y experimentadas con dotes actorales magníficas. Quizá el único “pero” es que se echaban en falta más coralistas dada la complejidad de la partitura en cuanto al ritmo, la armonía y la cantidad de divisi, que fue solventada con creces. Un enorme bravo por su interpretación del maravilloso “Coro de las campanas” en que lograron un empaste y una precisión exquisitos incluso en el último acorde, haciendo ya mutis de escena. Cabe destacar la intervención de los divertidos contadinos como Esaú Pérez, al que, perfectamente, podría encargársele algún comprimario para próximas ocasiones.

La puesta en escena, vestuario y escenografía fueron firmadas por Javier Sariot con una idea genial situada en el tiempo en que se estrenó la obra. Todo transcurría en una plaza con una iglesia al fondo y un arco de ladrillo por la izquierda, similar al de una fachada de una fábrica. Contaron con la presencia de dos payasos, uno de ellos malabarista, para ilustrar la llegada de la compañía teatral al lugar y acompañar a los protagonistas. En el segundo acto, allí mismo, se levantaría un pequeño teatro ambulante para el espectáculo circense. Los movimientos y posiciones del coro estuvieron mejor marcados que los de los solistas que, en algunas ocasiones, estuvieron indecisos y realizaron pasos innecesarios, restando dramatismo a la escena. Al final de la ópera, quedó un precioso cuadro con una iluminación cenital enfocando a la escena de Nedda asesinada en los brazos de Canio mientras los coralistas en semicírculo quedaban como estatuas horrorizados. Crítica: «Pagliacci» Temporada Lírica Burgos

Una escena de "Pagliacci" en Burgos / Foto: TLB
Una escena de «Pagliacci» en Burgos / Foto: TLB

La función terminó con aplausos repletos de euforia de un público burgalés puesto en pie y un teatro abarrotado esperando ya la próxima producción con mucho gusto. La ciudad de Burgos tiene la enorme suerte de contar con una temporada lírica estable y mucho mérito por contar el apoyo necesario para la realización de trabajos tan cuidados e interesantes. Quizá esto podría servir de ejemplo para otras ciudades y sus teatros que no cuentan con producciones de ópera y zarzuela en sus temporadas. Crítica: «Pagliacci» Temporada Lírica Burgos


Burgos (Teatro Principal), 1 de octubre de 2023. 19:30 horas. Pagliacci (1892), música y libreto de Ruggero Leoncavallo (1857-1919).

Jorge Tello (Prólogo/Tonio), Jaquelina Livieri (Nedda), Alberto Canet-Muga (Canio), Alberto Arrabal (Silvio), Alberto Ballesta (Beppe). Rafael Martínez, Juan Ruiz de Angulo y Esaú Pérez (Contadinos). Kike Sebastián y Lúa Barrela (figurantes payasos de la compañía teatral “Kicirke”). Joven Orquesta Sinfónica de Burgos. Pedro Bartolomé, dirección musical. Javier Sariot, dirección de escena y diseño de escenografía y vestuario. Coro de la Temporada Lírica de Burgos. Javier Grande, director del coro. 

Duración: 76 (con 4 minutos de pausa técnica entre el primer y segundo cuadro). OW